Capítulo Extra (Parte 1)

13.3K 888 228
                                    

Mis queridos lectores, "Déjame Sanarte" acaba de llegar al MILLON de lecturas. 

Esto es una completa locura y no puedo creer que tantas personitas me estén apoyado, de verdad infinitas gracias, por cada lectura, por cada voto y cada comentario. 

Disfruten el Capitulo Extra. 

Los amo. 

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Estaba estacionando el auto en el aparcamiento de nuestro departamento. Iba cargando con todas las bolsas de la despensa cuando siento que mi celular esta vibrando en mi bolsa de mano. 

Pero no puedo contestar, seguramente es Owen, en cuanto llegue al departamento le regresaré la llamada. 

Saco las llaves con dificultad y abro la puerta, voy hasta la cocina para dejar todas las cosas en la encimera y sacar el celular que está sonando nuevamente. 

La sonrisa del rostro se me borra cuando veo en la pantalla que es un número desconocido. 

Respondo y pongo el celular sobre mi oído, quizá sea alguien del trabajo con un cambio de número o quizá mi jefa que cambia de números más que de zapatos. 

-"Hola"  -respondo 

-"Hola Savanna" -toda la piel se me eriza al reconocer esa voz que era mi tormento de pequeña

-"¿Cómo conseguiste mi número?" 

-"Es increíble lo que se puede hacer con todo eso del internet, ¿No lo crees?"

-"Voy a colgarte"

-"No, no lo harás -su voz amenazante hace que me quede helada sobre el lugar en el que estaba parada y que apriete con nerviosismo la encimera de la cocina -Tienes que venir a verme"

-"No lo haré"

-"Sí, si lo harás -puedo sentir como su sonrisa retorcida se aparece en su rostro -No creo que quieras que uno de mis chicos le haga algo a tu estúpido marido que está en su bufete de abogados"

-"No te atrevas a ponerle un solo dedo encima" -le digo apretando con fuerza la quijada 

-"Entonces te espero a la hora de la visita, cariño mío"

Cuelga y dejo mi celular sobre la encimera con las manos temblorosas y sudadas. 

Trato de controlar mi respiración. 

<< Tú puedes Savanna, se que puedes hacerlo, ya no eres esa pequeña asustadiza a quien controlaba, puedes manejarlo >>

Tomo el celular y le marcó a Keira. 

-"Hola preciosa" -me dice llena de energía

-"Hola hermosa, ¿Cómo estás?"

-"Saliendo del trabajo, ¿Y tú?"

-"Tengo que salir a hacer unas cosas... ¿Puedo pedirte un favor?"

-"Por supuesto que sí, ya sabes, tu di rana y salto"

-"¿Podrías recoger a mis pequeñas Amelie y  Addison de la casa de tus papás? -sonrío -Es que se ha quedado dormidas en los brazos de los abuelos y no he tenido el corazón para quitárselas y llevármelas"

-"Por supuesto que sí, será todo un placer, al tío Aarón le va a emocionar jugar con ellas"

-"Gracias Keira, es que me ha salido un imprevisto"

-"Un placer, ¿Oye y ese imprevisto tiene un par de ojos azules, es alto, mi gemelo...?" -pregunta divertida 

-"Que más quisiera, pero no" 

-"¿Todo bien?"

-"Sí todo estará bien" 

-"Cualquier cosa, sabes que puedes llamarme linda"

-"Sí lo sé y una vez más muchas gracias"

-"Cuídate"

-"Tú también y cuida de mis pequeñas"

-"Lo haré, no te preocupes"

Cuelgo y después de tomar una respiración profunda salgo completamente decidida.

Me llevó dos horas y media llegar hasta la cárcel en la que estaba mi papá encerrado desde hace siete años, donde me sentí liberada y donde me permití ser completamente feliz al lado de Owen. 

Claro que nada a sido fácil, no con respecto a mi relación, sino en mis inseguridades, miedos y marcas psicológicas que se encargó de dejarme muy marcadas y plasmadas. 

 Todas las noches que me levantaba gritando y asustando a Owen, o cuando me ponía a limpiar toda la casa lo más rápido que me permitían mis manos, porque llegaría Owen del trabajo y tendría hambre. 

Incluso recuerdo que cuando Owen llegaba y la comida no estaba lista me ponía a llorar y le pedía que me perdonara, pero él se acercaba, me besaba y me tranquilizaba con esa mirada cargada de amor. Me susurraba que no me preocupara por nada, que mientras yo estuviera bien lo demás dejaba de importar, apagaba la lumbre de la estufa y me invitaba a comer a un restaurante, como una cita romántica y se encargaba de llenarme de besos y susurrarme cosas lindas al oído. 

Fui acostumbrándome a él y él a mí. Ambos encajábamos a la perfección, además de las terapias psicológicas a las que asistía sin falta, también Owen tenía consultas, porque le daba miedo no manejar la situación de la mejor manera, sobre todo con los temas del matrimonio y el proponerme tener hijos en un futuro. 

Actualmente era una trabajadora social en una prestigiosa empresa, mientras que Owen era el mejor abogado de un bufete de abogados. Y ya teníamos a dos pequeñas que eran gemelas, sus nombres eran Amelie y Addison, con una edad de 1 año recién cumplidos. Las dos pequeñas consentidas por Keira y Aarón que se habían casado hace dos años pero aún no concebían hijos ya que ambos estaban enfocados en sus carreras y en viajar por todo el mundo. Y por supuesto Amelie y Addison eran las princesas consentidas del señor Nick y la señora Dalia, los únicos abuelos que conocería. 

Suspiro con una gran exhalación cuando estaciono el auto y bajo para entrar a ese lugar que provoca escalofríos por la fachada tan oscura y deprimente.

-¿Con quien viene? -pregunta 

-Antonio, Antonio Gómez -le digo a la oficial tratando de ocultar el nerviosismo que me provoca decir su nombre en voz alta 

-Primera visita que recibe en todos estos años -dice mientras me entrega un carnet de visitante -Ya lo mandaran llamar por favor pase a revisión 

-Gracias -le digo amablemente 

Paso a revisión donde verifican que no lleve nada para intercambiar con el prisionero, me dan unas reglas de seguridad y después me indican donde debo de sentarme a esperar. 

Déjame SanarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora