Diego Maradona 10

355 48 23
                                    

Lucía me besó tierna y gentilmente. Después de unos segundos se separó de mí y acaricio mis mejillas.

—Lucía... yo soy una mujer mayor que tú—Me levanté y la ayudé a ella—. Te amo, pero entre nosotras solo pude haber amistad.

Ella miró hacia abajo y suspiró.

—Esta bien.

Lucis comenzó a caminar hacia la casa, yo me quedé  pensando mientras miraba hacia el mar.

"¡¿POR QUÉ ERES TAN ESTÚPIDA MARÍA GUADALUPE?!" Gritaba mi cerebro.

Al entrar a la casa, Lucía no estaba en la sala ni en la cocina. Fui a su habitación y la vi dormida, de camino a la mía mi pecho se sentía pesado pero sabía que era mejor aclarar las cosas antes de que todo saliera mal. Por más que quise golpearme en ese momento y  tomarla en mis brazos, sabía que ella solo estaba confundida.

A la mañana siguiente me levanté temprano y preparé el desayuno para las dos, no sabía cómo tratar a Lucía, no quería incomodarla pero no quería que se alejara de mí.  Me parecía extraño que ya eran las 12 en punto y todavía no bajaba decidí ir a buscarla. Entró a su habitación y no había nadie, su cama estaba deshecha y su ropa tirada en el piso, con desesperación salí  de la habitación y empecé a correr por la casa buscándola.

—¡Lucía!—Gritaba bajando y subiendo de la escalera, yendo a todas las habitaciones.—¡Lucía, por favor, no es gracioso!

Busqué y busqué y busqué, pero ella no estaba en ninguna parte. Empecé a sentirme en crisis, ¿y si se había ido porque la rechacé? Comencé a llorar de miedo ya que yo no lo quise hacer, tenía que llamar a la policía, arrastrándome llegué al teléfono y comencé a marcar el número, en este punto ya no estaba presentable. Por mis ojos, las lágrimas caían y mi cabello estaba despeinado. Seguro que parecía una loca desesperada.

—Ana... ¿qué sucede?—Al escuchar esa dulce vocecita me volteé y ahí estaba ella mirándome preocupada, colgué el teléfono y caminé hacia ella, estando cerca la abracé, ahora que tenía tranquilidad—.¿Por qué lloras?

—Nada, sólo me puse muy nerviosa—Contesté y ella acaricio mi mejilla.

—¿Segura?

—Muy segura.

—Mmm—Se puso de puntillas y me besó en la frente—.¿Querés volver a dormir? Yo puedo preparar el almuerzo. 

—Estoy bien—Sonreí—. Sólo que... me preocupe.

—¿Por qué?

—Creí que te habías marchado—Sonreí de lado—. Seguro pensas que soy una vieja dramática.

—Ana, solo tenemos cinco años de diferencia—Rió—. A demás, la edad no es impedimento...

—¿Ah, no?

Ella no respondió, en silencio comenzamos a desayunar hasta que tocaron la puerta.

—Voy—Dijo ella.

Espere paciente  a que volviera, cuando Lucía regresó a su lado estaba Marco Antonio.

—Mi hermosa morenita—Marco antonio y yo nos abrazamos—. Que lindo volver a verte.

—Lo mismo digo amor—Sonreí. 

—Y que estás bien acompañada—Le tiro una mirada rápida a lucia.

—Sí—Reí por compromiso—. Ya sabes, quiero ser buena amiga.

—Ya veo...—Lamió su labio inferior—. Ana ¿no te molesta si me la llevo por unas horas?

Es el amor quien llegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora