Gracias Joaquín

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—¡LUCÍA! ¿puedes centrarte en esto?—Me regaño mi hermano.

—Lo siento—Conteste apenada.

—Tomemos un descanso—Ordeno a los bailarines y músicos—. Lucía ¿qué te pasa?

—Nada—Contesté y tome un poco de agua—. Estoy cansada, es todo.

—Ajá—Respondió y se cruzó de brazos mientras se recargaba en la pared—. ¿No será por qué ayer estuviste con algún pretendiente? 

Sentí un calor recorrer todo mi cuerpo y mis piernas empezaron a temblar hace mucho tiempo comencé a sentir el famoso pánico gay donde quería que la tierra me tragara. Joaquín me miró con una sonrisa de oreja a oreja.

—No digas boludeces—Lo miré mal—. No dormir bien te afecta.

—Tal vez—Rió—. ¿Cuando me vas a presentar a mi cuñado?

Cuñado. Cuando me dice así es donde yo entro en crisis, ¿cómo le digo que es una cuñada y no un cuñado?

—Mejor sigamos con el ensayo, a las 19:00 vienen los de maquillaje para ponerte como payaso—Se burló.

—Yo soy hermosa y vos estás celoso porque ya te están saliendo arrugas y no hay anda con lo que puedas taparlas—Reí—. Te podrían maquillar de rosa pero no es para ti.

—Primero que el maquillaje también es para hombres—Se defendió—. Segundo los colores no tienen género.

—Tienes razón, mi estúpido hermano—Asentí y él rió.

—Mejor sigamos trabajando.

...

En cuanto la vi, me arrojé encima de ella y, como de costumbre, me tomó en sus brazos y correspondió a mis besos.

—Buenas noches mi amor—Dije estando dentro de la habitación.

—Mi vida te ves hermosa–Ella sonrió y comencé a sonrojarme.

—Tú también, mi amor, eres mucho más hermosa—Sonreí con timidez. A las dos nos gustaba decirnos cosas bonitas, aunque yo era la más sentimental y Ana la más cautelosa, ella sacaba su lado dulce conmigo—. ¿Ya tenemos que ir?

—Así es, Alberto nos espera allí con Joaquín—Se acerco más a mí y volvió a besarme—. Te amo.

La tomé por la remera y profundicé el beso, ella retrocedió y se sentó en el sofá aproveché para sentarme sobre sus piernas y bajar mis besos hasta su cuello, mis caderas empezaron a dar movimientos en círculos haciendo que el deseo aumentara, nuestra  relación ya lleva dos años y al parecer cada vez nuestro deseo de estar juntas era mayor, todo iba bien hasta que el teléfono empezó a sonar.

—Hola—Contesté mientras que ana acariciaba mi cabello—. Si Alberto, estábamos por salir... ajá, adiós.

—Mejor vámonos—Me beso una última vez y nos levantamos del sofá.

Cuando llegamos a la casa de Alberto, ya había varios autos estacionados en el jardín, la noche era divina aunque hacía un poco de frío. Cuando llegamos a la puerta, Alberto nos atendió. 

—¡Lucía!—Me tomó de los hombros y beso mis mejillas—. Gracias por venir querida, ana tú también gracias, pasen pasen.

Al entrar al salón donde se realizó la fiesta, vi a muchos amigos, entre ellos a Marco Antonio, quien estaba hablando muy emocionado con mi hermano, entre la gente vi a Verónica, ¿qué diablos está haciendo ella aquí? ¡Verdad! Ella y Alberto son amigos y yo no puedo montar una escena delante de ellos porque todos éramos "buenos conocidos", pero no dejaría que mi Lupita se le acercara, claro que no.

Es el amor quien llegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora