¡Mala noche... no! 1988 (8)

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—Te llegó una carta—Dijo Joaquín entrando a mi habitación, sin tocar cómo es su costumbre.

—¿No sabes cómo tocar o qué?—Dije, mientras preparaba la ropa que usaría mañana.

—Mientras la puerta esté abierta, pasaré sin tocar—Contestó. 

—No te soporto—Rodee los ojos— ¿De quién es la carta?

—Y yo que sé—Dijo y se acostó en mi cama.

—¿Mamá, papá, algún fan?—Pregunté.

—Déjame ver... María G.—Respondió.

—¿Quién será?

—Ay Lucía, no tienes nada que hacer más que enviarte cartas—Dijo y soltó una carcajada.

—¿Qué decís?

—Obviamente es tu nombre e inicial— Él respondió y me dio la carta—. No finjas confusión porque no me engañarás, María Graciela.

—Idiota, no me envié nada—Leí el nombre de la carta y reconocí la letra.—Es de Ana gabriel—Abrí la carta con entusiasmo.

—¿No se llamaba ana gabriel?—Preguntó sin entender nada.

Dejé la carta abierta en mi mano y lo miré, aunque traté de contener la risa, no pude, Joaquín me miró con más confusión.

—Ves que eres un pelotudo—Reí.— María Guadalupe es su verdadero nombre.

—¿Por qué las mujeres cambian sus nombres? Eso es algo que nunca entenderé—Negó con la cabeza y se fue hacía la puerta.

—Nunca vas a entender a las mujeres—Reí.

—Pero soy un gran admirador de todas ellas—Tomó el picaporte de la puerta y la cerró.

Abrí la carta y comencé a leer, podía oler el perfume de hombre que usaba Ana, no le quedaba mal, era un aroma totalmente delicioso y más mezclado con su aroma natural.

{Lucía quería invitarte a una pequeña reunión que tengo en mi casa esta noche a las 8 de la noche. Es una reunión muy íntima para mi nuevo disco, si gustas venir, estaré muy feliz.

Atte:Ana Gabriel.}

Mordí mi labio y sonreí. Salí de mi habitación y vi que Joaquín estaba hablando por teléfono por la forma tan melosa en que hablaba, asumí que era con Viviana.

—Roberto, me voy a comprar algunas cosas y luego vuelvo —Agarro mi cartera— pero voy a salir otra vez, te lo explicaré cuando termine de comprar y venga a prepararme.

—Espera un momento mi amor—Dijo a mi cuñada y puso el teléfono sobre su pecho—Por favor, cuídate María, no quiero que te metas en problemas, si ocurre alguna emergencia...

—Les digo que llamen a mi guardabosques—Dije en tono burlón.

—Vete ahora, ya no quiero verte—Puso el teléfono en su oreja y volvió a la charla con su novia.

—También te amo—Dije y él me tiro un beso.

Salí de la habitación del hotel y fui al ascensor, quería comprarle un regalo a Ana porque aunque no era su cumpleaños ni nada por el estilo, no quería llegar con las manos vacías. Busqué en varias tiendas pero no supe qué regalarle, así que decidí comprarle una pulsera de la amistad, no sabía si le gustarían las pulseras, pero no se me ocurrió otra cosa. Cuando llegué a casa me di una ducha al salir del baño, busqué el vestido que había elegido y me lo puse, era negro y con mangas.

Es el amor quien llegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora