Capítulo 7 (Diablo)

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El sonido de un mensaje de texto me despertó, me incorporé sobre mis codos, la habitación estaba totalmente oscura, pero por la rendija de la puerta se veía el juego de luces de la fiesta aún era temprano.

Me senté en al filo de la cama y busqué mis pantalones a ciegas, por suerte los había dejado cerca, saqué el teléfono, lo puse en silencio, bajé el brillo, para que mi compañera no se despertara y abrí los mensajes.

El último mensaje de Leila empezaba con César, así que lo ignoré y me fui al principio.

me porte revoltosa. Carita riendo. 01:32am.

Sonreí.

Tom me sacó de la fiesta, a Lían casi lo violan. Carita de besos. 01:32am

Me tape la boca para evitar reír a carcajadas.

Álvaro conduce tu bebe, así que está a salvo. 01:33am.

Alcé mi ceja.

Te veo en hotel. 01:33am.

Volteé los ojos, eso era algo obvio

Cesar llego, estoy en aeropuerto. 01:34am.

Y mi buen humor se fue al carajo, suspiró, la rubia que estaba al otro lado de la cama, se movió, eso me hizo conectar con el momento, me puse los pantanos, los zapatos y tomé mi camiseta y salí de la habitación.

Cerré la puerta con cuidado y en el pasillo, terminé de vestirme, acomodé mi cabello a ciegas, cuando un gritito llamó mi atención, giré mi vista para la derecha, donde lo había escuchado y dos chicas, muy guapas, pero muy jóvenes me miraban, no sabía desde hace cuánto, pero al parecer las había cautivado, les sonreí y casi dan un brinquito, yo me fui para la izquierda.

Caminando por el pasillo, dirigí mi mano a mi bolsillo trasero, para sacar mi pastillero rojo, pero no estaba, maldita ladrona, Leila me las vas a pagar, lo juro hace tiempo que lo estaba haciendo y ya me estaba colmando la paciencia.

Pasé mi lengua por mi labio inferior, hasta llegar a mi perforación y chasque, seguí caminando, pero empecé a sentir el bajo de la metanfetamina y eso me estaba matando.

Llegué a la pista de baile, donde ahora la fiesta se había descontrolado, las personas ya empezaban a vestir cada vez menos prendas, las chicas estaban corridas su maquillaje, había personas vomitando en los floreros, otras que empezaban a invocar al diablo con sus bailes raros, otras que rompían los vasos, la música estaba más fuerte y las bandejas donde antes repartían las bebidas ahora estaban repartiendo coca, me acerqué a una de ellas.

—Hola, te importa. – le dije al camarero.

—No señor, siga. – me hizo una pequeña reverencia.

—Gracias. – y aspiré, no era como las pastillas, pero calmaban.

Asentí con la cabeza y me fui al bar por más licor. En eso una conversación, no mejor dicho la mención de un nombre en esa conversación me hizo parar.

—Sí, como lo oyen, a Leila Blue, le hice gritar hasta las estrellas.

—Oh, Dios, Andy no te lo puedo creer, esa mujer es demasiado ardiente y te la tiraste hoy en tu casa eres un ídolo. – le puso una de sus manos en su hombro.

—Tenía que aprovechar la oportunidad ¿no?

—Pero no se supone que Leila Blue, tiene pareja, dijo el otro chico que estaba al lado de Andy.

—Ya saben cómo son las chicas, con unas palabras bonitas, se les olvida todo, además no me sorprende, si dicen que se ha tirado a toda su banda. – Andy se encogió de hombros.

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