Capítulo 6 (Álvaro)

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Había regresado al hotel y en vez de irme a mi cuarto a descansar, para mañana empezar la práctica del concierto, me fui a la azotea del hotel, a.... quien sabe solo estaba parado viendo la negrura de la noche, escuchando el claxon de los autos y por supuesto la música de fondo, aunque era solo bullicio sin sentido.

Suspiré y caminé al borde del pequeño muro de la azotea. Selegna, quien se habría imaginado que Álvaro Torres, el raro del colegio, el que siempre se sentaba a último del salón y que sus únicas palabras que pronuncia en clases, eran si el licenciado preguntaba algo de forma directa hacia mí. Me reí de mí y sacudí la cabeza.

Ahora soy miembro de una de las bandas más populares de este año, estoy a punto de debutar con mis amigos... no mi familia y todo gracias a que una loca del trabajo que me dijo:

—Ey ¿te gustaría ser mi nuevo mejor amigo?

******

La cafetería estaba por cerrar, así que me encontraba limpiando las mesas de la parte de adelante, la nueva chica que había ingresado a trabajar se encontraba limpiando las mesas que estaba más cerca de la caja, era una chica menor a mí, por lo que me extrañaba que estuviera trabajo en temporada de clases y no en vacaciones como hacían algunos jóvenes.

Deje de prestar atención a lo que hacía y continúe mi trabajo, después de terminar, me dirigí al pequeño cuarto de empleados que tenían tres taquillas, abrí la mía y la puerta del cuarto se abrió, era la chica nueva, asentí con la cabeza a modo de saludo, volteé mi mirada a la taquilla y saqué mi maleta, ella sacó algo de la suya, luego hizo un suspiro largo, pensé que estaría cansada, ese día la cafetería había estado llena, pero se giró y me miró, luego volvió a suspirar y yo entre en pánico, acoso quería reclamarme algo, quería golpearme o no, no, nunca le he gustado a nadie, es muy raro y....

—Ey ¿te gustaría ser mi nuevo mejor amigo?

Preguntó sacándome de mis pensamientos que se habían descontrolado. Le miré con extrañeza, pero no le dije nada y ella empezó hablar sin pausa.

—Ok, sé que es raro y todo y si quieres ser amigo de alguien no vas y le preguntas, solo se hacen, pero. — suspiró. — se que eres muy callado y casi siempre pasas con la mirada distante y actitud fría, pero eres mejor que yo para prestar atención a los pedidos. — sacudió la cabeza. — voy una semana y ya cofundó dos órdenes y tú ninguna y eso que parece que no prestas atenciones. — me señaló con el dedo. — así que me gustaría conocerte un poco más, para ver si me enseñas, cómo no confundir pedidos y hacer mejor esto. — abrió sus brazos queriendo abarcar el cuarto. — Así que dices te gustaría ser mi amigo y tranquilo. — me guiñó un ojo. — Sé que eres callado así que yo hablaré por los dos, no te preocupes.

Asentí y salí del cuarto.

Estaba caminando, con los audífonos puestos, mientras pensaba en la partitura que debía ensayar cuando alguien tocó mi hombro, giré y miré a mi compañera de trabajo, agitada y con las manos sobre las rodillas.

—Los amigos se esperan, además. — se incorporó, se tocó el pecho. — caminas muy rápido, me tocó correr hasta alcanzarte.

Asentí y continúe caminando, no me gustaba que las personas me hablaran, porque tenía la impresión que si empezaba hablar ellas se alejarían de mi o que cometiera algún error y luego se burlaran de mí, haber tenido tartamudez en la infancia, si me había marcado de por vida.

Ella había empezado a caminar a lado mío, yo había puesto pausa a la música, pero sé que daba la impresión de no querer hablar con nadie, pero no querer hablar no era lo mismo que no querer escuchar y sentía como esta chica quiera ser escuchada.

Entre Sombras Y Acordes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora