Leila me golpeaba con los puños en la espalda, hasta que no la puse en el suelo no dejaba de quejarse, sacudió su cabeza y me miró. Era raro verla con el cabello suelto, parecía un leo cabreado, un león azul, quise reírme, pero me contuve.
—¿Tu cabello? – le señalé con la cabeza.
— ¿Tu cara? – me dijo cruzándose de hombros.
Los dos luchamos con las miradas, nos empezamos a reír, iba a dar un paso cuando ella se lanzó a mi cuello y me abrazo yo la extrañe más contra mi pecho, la extrañaba, la necesitaba y quería disculparme por lo de estos días.
—Lo siento. – le susurré.
—No fue tan malo. – respondió.
Nos separamos de abrazo, Leila se sentó en el piso cerca de la puerta, yo me senté a su lado, ella suspiró y yo pasé mi brazo por su hombro.
—Perdí mi ancla.
Escuchar eso me alegro, al fin el parásito ese se había marchado de la vida Leila.
—No era tu ancla, te hundía más.
—Si, pero al menos era el recordatorio de que un accidente puede hacer cambiar las cosas.
—Ese día...
—Ese día. – encogió sus rodillas hasta sus pechos. – mate una personita. – empezó a sollozar. – no sabía que estaba embarazada hasta lo que pasó, si hubiera sabido, si...
—Eh tranquila. – coloqué un mechón de su cabello detrás de la oreja. – si lo hubieras sabido, hubieras sido la mejor madre, la más cuidadosa, la más entregada, así que deja de culparte por algo que no puedes cambiar, esa no es la Leila que cuido, la Leila que va al escenario y grita a todos que sigan adelante porque los golpes siempre son dolorosos pero igual sanan, la Leila que me grita, me golpea y me pone en cintura cuando me desembocó. – ella rio. – no es la Leila que va con Lían y lo consuela y luego sale a las tres de la mañana y le grita, maldice y hace recapacitar a un Tom muy borracho, no es la Leila que hizo que un chico tan tímido como Álvaro fuera capaz de ser mi segunda voz. Tu Leila. – tomé su rostro entre mis manos y la miré directamente. – tu eres nuestro ángel, la chica más encantadora, con un corazón gigante, con una energía implacable y la chica que a todos vuelve loco. – acerqué nuestras frentes. – eres la chica que amo.
—Lo sé. – ella rio con tristeza.
—Claro que lo sabes. – revolví su cabeza.
—Oye. – se quejó.
Nos quedamos en silencio, no necesitábamos palabras, ambos notamos en ese momento que algo había cambiado entre los dos.
—Pronto. – sonrió tristemente.
—Pronto – le respondí.
Era nuestro algún día, pero esta vez, el pronto sabía más a un nunca y ambos lo sabíamos en ese momento.
Después de eso le conté sobre Emma, extrañamente llamarla Sombra ya no se me hacia correcto, ella me escucha atentamente, también me golpeaba y me reclamaba de algunos de mis actos, también me sermoneo hasta cansarse sobre mi descuido con la banda, yo admití mis errores, pero estaba contenta de que no me haya inyectado y tomado las pastillas, lo que no sabía es que había probado otras cosas y la marihuana era una amiga que no era fácil de dejar. Ella me contó lo del imbécil de César y lo que recuerda del accidente. Escucharla hablar de eso me partió, no estuve para ella cuando más me necesitas, no sabía que decirle ni que hacer para que no se sintiera mal, Leila siempre había tenido un gran corazón y por un estúpida razón también se sentía responsable de todo lo malo que ocurra a su alrededor y verla como se culpa y se odiaba por ese aborto espontáneo me estaba matando, la abracé y acaricié sus cabellos mientras ella descargaba todas sus lágrimas y dolor en mi cuerpo.
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Entre Sombras Y Acordes
Fiksi Remaja"Los muertos deberían permanecer muertos, las sombras deberían permanecer en la oscuridad y tú corazón debería permanecer con el amor de tu vida, pero desgraciadamente el amor de tu vida no suele ser tu alma gemela." El 12 de marzo del 2016 Selega...