Capítulo 42 ( Sombra)

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Me mordía la uña de mi dedo gordo y sentía como mis manos empezaban a temblarle.

—Nerviosa. — preguntó Diablo a mi oído.

—Me estoy muriendo. — apreté el brazo del Diablo con más fuerza.

Por el matrimonio de mi hermano habían dejado abiertas las puertas de la entrada a los terrenos de la mansión, sin embargo, sabía que, si Cardan, daba la alarma, unos diez guardias de seguridad aparecerían de la nada.

Caminábamos por las escaleras de la entrada principal, en la gran puerta de madera estaba el mayordomo de la casa.

No sé que me aterraba más, que me reconocían o que no lo hicieran.

—Así que eres una niñita de cuna de oro. — dijo Diablo admirando la mansión y los terrenos.

—Y como creías que me podía relacionar con famosos. — le sonreí con malicia.

—Con tu lindo carácter y tú deslumbrante belleza. — me guiñó.

Negué con la cabeza y me reí. Últimamente este chico me hacía reír y eso no ocurría desde que ella se fue.

—Bueno princesa perdida, ya estamos aquí. — en ese momento nos detuvimos en frente de la puerta el mayordomo nos detuvo.

—Buenas tardes, me permite su invitación. — Cardan sonaba como siempre, su mirada estaba al frente.

—Si bueno, con respecto a eso. — dije. — podría llamar a Logan Becker.

—Al novio. — en ese momento Cardan nos miró. Yo le sonreí. — pequeña. — dijo en un susurro, los ojos de Cardan se abrieron mucho y desprendían el brillo que recordaba de mi niñez. — Ahora vuelvo con los señores.

Cardan entró a la casa.

—Bueno no salió tan mal. — solté el aire que estaba retenido.

—Bueno ¿cómo es que no tienes invitación para la boda de tu hermano?

—Pues... se supone que estoy muerta. — le sonreí con todos los dientes mientras me sentaba en las gradas.

—Definitivamente estás loca.

Iba a responderle cuando las puertas se abrieron de golpe, vi a mi madre correr con tacones, eso me sorprendió más que el hecho de que haya arremangado la punta de su vestido corte de sirena. Ese vestido hacía que resaltarán sus cabellos rojos, y sus ojos azules, papá iba detrás de ella con su traje negro, mi hermano tenía el rostro descompuesto, llevaba un traje azul rey, se veía encantador el renacuajo.

Me levanté de la grada y me quedé quieta. Mamá se detuvo delante de mí, se tapó la boca y empezó a llorar.

Vaya si que me quiere.

—Yo... esto...

No me dejó terminar me estrechó entre sus brazos. Yo tenían los brazos inmóviles, pero al sentir como sollozaba mi madre, le correspondí el abrazo.

—Mi pequeña, mi pequeñita. — se apartó de mí y tomó mis cachetes con sus manos. — mi Cardenal rojo.

—Tu cabello. — dijo Logan.

—No es nada permanente renacuajo. — le dije lo mejor que pude pues mi madre me seguía aplastando los cachetes.

—Creímos que habías muerto, los medios, la prensa, los oficiales. — dijo mi madre examinando mi rostro como si fuera una de sus aves.

—Si. — bajé las manos de mi madre. — pues es una larga historia.

Miré a mi padre, estaba quieto, con el ceño fruncido, sus cejas pobladas y sus ojos negros, estaban inquietos, sabía por su expresión que quería golpearme y a la vez abrazarme.

Entre Sombras Y Acordes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora