Capítulo 20 (Diablo)

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Me había olvidado de cuantas copas había tomado esa noche, ni siquiera sabía a qué chica le dedique cada trago, pero en mi cabeza siempre estaba Leila, era idiota de mi parte, cuando ella dijo esas palabras hace unos meses la ignoré y continúe, ahora que ella estaba con otra persona , a mí se me... ni siquiera sé porque estoy caminando borracho a su casa, tampoco sé por qué demonios estoy bebiendo otro trago antes de tocar a su puerta, no sé porque mi corazón esta tan agitado, no sé por...

—¿Diablo?

—Reina. — abrí mis brazos.

—¿Estás borracho? — cerró la puerta detrás de ella.

—No. — se me salió un eructo.

—Aja. — cruzó de brazos.

—Estas hermosa con el cabello suelto.

—¿Qué haces aquí a esta hora?

—Bonita forma de responder a un halago. — le sonreí mostrando mis colmillos.

—Diablo... — alargó las últimas letras.

—Bien. — alcé mis brazos en señal de rendición.

Cómo demonios te digo que estaba celoso, que la maldita desafortunada con la que estaba no me ayudó a borrar lo que siento por ti, como demonios te digo que te quiero, como demonios hago esto sea menos incómodo.

—Solo quería pasar a saludarte y ver como estabas.

Ella maldijo entre dientes.

—Diablo estás tomado, probablemente no recuerdes nada mañana y será mejor que llame a tu padre para que venga a verte.

—No. — le amenacé con el dedo. — La verdad. — tagüé saliva. — tengo que decirte algo. — caminé para acercarme más a su rostro.

—¿Si? — ella estaba desafiante como siempre, pero podía notar el temblor de su garganta.

Que soy un maldito imbécil, que tomé tratando de olvidar a una mujer, que es imposible de olvidar, que no puedo sacar de mi garganta dos simple palabras y sabes que Leila.

—Diablo me estas asustando ¿Qué demonios me tienes que decir? — su mirada de rabia se topó con la mía.

—Que yo...

Todo se volvió negro, escuche a Leila gritar algo, pero mis ojos se cerraron.

Un dolor en mi cabeza hizo que me despertara, empecé abrir mis ojos con mucha lentitud, la figura de Leila fue lo primero que vi, estaba arrodillada acariciando mi cabello, la miré y ella me sonrió.

—Estás vivo, hura. — rio. — cómo estás demasiado borracho como para mantener una conversación decente. — empezó a arroparme con una manta. — y no puedes tenerte en pie, mis padres decidieron que te quedaras aquí por tu propia seguridad, ya hable con tu padre, dice que espera que no causen muchos problemas....

—Leila. — la interrumpí.

—¿Sí?

Sola la miré, sus ojos avellana de nuevo me atraparon como la primera vez que la vi, sin pensar, la besé, al principio ella se quiso apartar de mí, pero luego me correspondió el beso, sabía a dulce y limón.

Creo volver a quedarme dormido, porque ese fue mi último recuerdo, abrí mis ojos de golpe, me desperté y me levanté del sillón donde estaba, la cabeza estaba hecha un torbellino y me encontraba muy agitado.

¿besé a Leila?, ¿Que mierda hice?, ¿dónde estoy?, joder, joder, joder...

—Buenos Días, joven Robertson.

Entre Sombras Y Acordes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora