Capítulo 31 (Sombra)

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—Oh, mi niña pero que te han hecho. — dijo la doctora Hanna, con su acento del Norte, mientras me revisaba la parte de la herida de la cabeza.

—Nada — Hice una pausa. — Tuve una pelea.

—Esto parece más que una simple pelea. — me tomó del mentón para verme a los ojos. — querida, sabes bien, que, si te están buscando o estás en riesgo, solo no debes salir del edificio y estarás más que segura.

—Lo sé, pero esto no es de alarmarse, sé cómo llevarlo.

—Se nota. — la doctora, retiró su mano de mi mentón, vertió un líquido en un algodón y me puso en la herida, eso me ardió una vida, para no gritar me mordí el labio.

La doctora continúo con el trabajo de limpiar y tratar, después con mucho cuidado me coloco la red y la peluca.

—Muy bien, estás como nueva.

—Gracias Hanna.

—De nada, aunque sé que no me harás caso, te voy a decir que guardes reposo, no te arriesgues de nuevo y no salgas del edificio. — me guiñó el ojo. Caminó hasta el escritorio y sacó una carpeta.

—Bien pequeña con que nombre te registras esta vez.

Coloqué mi dedo índice en el mentón, haciéndome la que pensaba el nombre, pero ya lo tenía en la punta de la lengua.

—Luna.

La doctora se rio y luego anotó el nombre.

—La otra vez fuiste Estrella ahora eres luna, espero que el otro mes seas Sol.

También me reí. Anotó el nombre, me dio unos medicamentos y me recordó que guardara reposo, aunque la herida no era nada grave, igual tenía que tener cuidado porque podría volverse algo grave.

Salí de la clínica y caminé por los pasillos del edificio, su decoración era negra y plateada, las puertas no tenían número, solo los pasillos, lo que provocaba que te confundieran de puerta si llegabas borracha al edificio, por eso decidí vivir con Rossana.

Pero había un truco que solo los residentes del edificio sabían ocupar, era alumbrar en la parte superior del tomó de la tarjeta de entrada y ahí aparecía el número de tu departamento, ahora haz este truco con el alcohol hasta las nubes. Sorpresa, nunca funciona.

Subí en el ascensor hasta el piso 6, caminé hasta el final del pasillo, me acerqué a mi puerta, pasé la tarjeta y entré.

La habitación estaba fría, dejé la tarjeta en la encimera de la entrada, me fui al sofá. Estar aquí me traía unos pocos fragmentos del primer año...

*****

Jerry abrió la puerta del departamento, yo aún me sentía desorientada y débil caminé hasta el sillón y me acosté en posición fetal, Jerry se puso de puntillas, y mientras acariciaba mi cabello corto decía.

—Bueno, este será tu nuevo hogar, hasta descubrir si lo del accidente fue eso o estuvo planeado, la seguridad de este edificio es inquebrantable, vas a tener todo lo que necesitas, no debes salir del edificio.

Todo lo que necesito.... Y donde estaba ella.

Me di la vuelta dándole la espalda, él suspiró y se levantó del piso, me puso una manta y después salió. Minutos, horas o ... días después una enfermera apareció, se encargaba de mis vendajes, de limpiarme y de asegurarse de que comiera, no recuerdo cuántas veces le grité o tiré los platos, solo sé que quería estar sola... las drogas me la habían quitado y aunque al principio no sentí los efectos de la abstinencia, gracias a los medicamentos, los temblores pronto aparecieron, las ganas de absorber algo era incontrolable, empecé a cortarme de nuevo, la enfermera siempre evitaba que me hiciera más daño del que mi cuerpo pudiera aguantar.

Entre Sombras Y Acordes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora