Capítulo 38 (Leila)

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A la mañana siguiente, Diablo se había encerrado en la cabina de sonido, me fui a verlo, se había quedado dormido, el bloc de notas descansaba en su pierna derecha, el bolígrafo estaba a la altura de su pecho, tenía un aspecto chistoso y adorable, me acerqué para retirar las cosas. Me acerqué a tomar su mano y abrió los ojos de repente, se sobresaltó, yo di un brinco del susto, parpadeo varias veces.

-Ah eres tú reina. - dijo mientras se le salía un bostezo.

-Deberías descansar.

-Estoy de maravilla. - me sonrió con todos los dientes.

-Mentiroso. - le acusé con la mirada.

-Si miento, pero no estoy así por el cansancio físico solo. - miró el bloc.

-¿Solo qué?

-Nada.

Se levantó de ahí y se fue, suspiré y lo seguí. Practicamos durante unas horas más, el disco completo, todas las canciones nos salían a la perfección, Diablo estaba dando todo en cada canción y nosotros también, cuando llegábamos a las últimas canciones, nadábamos con la venda puestas aun así sonaban increíble, la tercera canción era un suplicio, la cambiaba constantemente, y siempre sonaba bien, no sabía que quería llegar a trasmitir en esas canciones y aquello me estaba partiendo la cabeza, por tratar de entenderlo.

Al final se resignó y solo modificó el solo con el piano, hizo que la batería sonara más fuerte en el puente del primer y segundo estribillo.

Estábamos practicando la tercera canción con el nuevo cambio y de pronto nos hizo parar en seco, se rasco la cabeza, propinó una maldición y salió corriendo del estudio.

Ay ese hombre, hoy amaneció con la luna

Todos sabíamos que había salido corriendo no fue por nosotros, algo en esa canción lo atormentaba, y no era la excepción, con la primera se ponía tímido y titubeaba en sus balbuceos, solo la segunda estaba seguro, por eso era la que menos trabajo nos costó entenderla.

Espere unos minutos a que volviera, no lo hizo Tom se levantó, para ir a buscarlo. Me adelante a la puerta.

-Segura. - pregunto.

-Si, yo me encargo del neurótico.

Salí del estudio y subí las gradas hasta la terraza, esas gradas tenían pequeñas ventanas me asomé a una de ellas, Selegana era increíble, siempre estaba en movimiento y sus atardeceres definitivamente eran alucinantes, pues gracias a los edificios tan altos y sus ventanas, los rayos del sol, proyectaban un juego de luces que cubría a la ciudad, era bellísimo, baje un poco mi vista a la acera del edificio y vi a un moto morada parqueándose, el conductor se sacó el casco, la reconocí era la chica que estaba con Diablo en la cárcel, era muy atractiva, y tenía seguridad en sí misma se notaba solo en la forma en la que colocaba el casco en el asiento, a pesar de eso note que estaba titubeado por algo, me hizo acuerdo a Diablo, piezas en mi cabeza encajaron cuando nuestras miradas se cruzaron, supe que debía hacer...

Seguí caminando hasta llegar a la terraza, él estaba ahí fumando, me senté a su lado.

-¿Qué me pasa? - dijo botando humo.

-Creme, nadie lo sabe. - le sonreí.

-Creo que Tom sí... la verdad es que. - miró el cielo naranja. - perdí mucho tiempo con alguien, y ahora no estoy seguro si quiero repetir lo mismo, ni siquiera sé si valga la pena, no estoy seguro, con la otra persona. - me miró a los ojos. - siempre estuve seguro de lo que sentía. - se lamió los labios. - pero ahora todo es confuso. - apartó la mirada.

Entre Sombras Y Acordes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora