Capítulo 6

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Marcus

Esos ojos que siempre tiene ese brillo especial, donde puedo ver cualquier emoción que ella sienta, en este mismo momento están nublados por las lagrimas que está conteniendo.

No sé porque me comporte así, me desquite con ella el enojo que nació en la sala de reuniones. Sentí una punzada en el pecho y me revolví en mi lugar. Mierda porque le dije eso. Ni siquiera me di cuenta cuando salió de mi oficina pero se que ya no está enfrente mío y creo que esta vez si la cague pero realmente no se porque. Ella si cometió una falta de respeto al ir a mi departamento a esa hora y hacer lo que hizo ya que soy su jefe, sin embargo, la relación que ha habido entre nosotros nunca se ha sentido de jefe a empleada, es como si fuéramos algo íntimo pero al mismo tiempo no lo somos, como si supiéramos que estamos ahí siempre para el otro para hablar en los buenos y malos momentos porque no lo niego, cuando me moleste con Patrick quise venirme con ella y contarle todo, tan solo de ver esos ojos me tranquilizaría pero entro en mi más furia saber que ella fue a mi ayer pidiéndome que no trajera a su ex novio aquí, ¿Acaso aún siente algo?.

-Te dije que no te desquitaras con ella, es solo tu asistente y no tiene la culpa de nada- Joan entro a mi oficina a regañadientes -¿Qué carajos te pasa?

Se dio cuenta. Mierda.

-Te gusta Camila.

-Claro que no que te pasa- me paré frustrado -Solo que si la trate un poco mal- solté admitiendo mi culpa.

-Escucha, siempre que alzas la voz es porque verdaderamente te molesta algo pero siempre buscas sonar como el jefe y no como un idiota, jamás has tratado mal a alguien de esta forma como a ella- él tenía razón -si la trataste así fue por algo más personal y no solo porque ya venías enojado, te enojaste más al verla y exijo saber porque.

Definitivamente no, si le contaba todo a Joan sería admitir que ella me gusta y no me gusta, es solo un capricho sexual y ya.

-Ve a hacer el trabajo que te toca- volví a tomar mi forma seria y neutral, sin ninguna expresión o muestra de sentimiento.

-Volvió mi primo- irritado y algo molesto salió por fin.

Camila

Dada las 7 yo estaba recogiendo mis cosas para irme a mi casa, pero antes tengo que darle los papeles a mi amable jefe. No quería entrar ahí pero no tenía otra opción.

Camine hasta llegar y tocar la puerta -Adelante- se escucho su voz detrás de la puerta y me tardé unos segundos en reaccionar y tomar valor.

-Aquí están los papeles que me pidió, de igual forma también ya hice los de mañana y acomode su agenda para mañana pero me hace falta saber sus citas, si me las manda por correo electrónico se la agrego y se lo envió para que usted sepa- lo mire directamente a los ojos.

Siempre con la cabeza en alto.

-Trae tu computadora y te diré ahorita- ¿Qué? Son las 7.

-Mi hora de salida es a las 4 y ya son las 7, lo puedo a hacer en mi casa.

-Te pagaré las horas extras pero necesito ver yo mi agenda- alzo la voz. Bien.

-Por eso le dije que yo se la enviaría en cuanto estuviera lista- se levanto y camino hasta quedar en frente a mi.

-Soy tu jefe y yo soy el que da las órdenes- por cada palabra que dio se acerco más que tuve que alzar mi cabeza para mirarlo a la cara.

Me veía pequeña comparada a su altura pero aún así le sostuve la mirada y no se si fue una buena idea ya que nuestras caras estaban a solo centímetros, nuestros alientos se mezclaban y sus labios.

Sus labios estaban tan cerca de los míos que solo bastaba con que me alzara muy poquito para tocarlos. Por instinto entre abrí mis labios y su mirada bajo a estos.

Quieres besarlo.

Si, quiero besarlo y demasiado pero no lo hago, solo me quedo mirándolo pasando mis ojos de los suyos a sus labios hasta que decido hablar porque no creo aguantar estás ganas ni un minuto más.

-Bien, usted es el jefe tiene razón- seguíamos en la misma posición -iré por mi computadora- cuando intente moverme su fornido brazo me agarro de la cintura y me atrajo hacía su cuerpo.

Solo milímetros eran lo que separaba nuestros labios.

-Amn yo debería ir...- esos labios, quería probarlos -por mi computadora.

-Deberías pero no te has ido- por fin hablo y me sorprendió el tono de su voz tan seductora y ronca.

Te excitaste.

¿Cómo no lo haría?

Sentí el deseo correr por todo mi cuerpo hasta que lo mire y su mirada se volvió pesada y lo hizo.

Lo hizo.

Rompió la distancia entre nosotros y me beso. Su labios se sentían demasiado suaves y su roce con los míos eran como tocar el cielo. Su lengua delineo mi labio inferior pidiendo permiso para entrar y armar una batalla con la mía, mientras sus manos se aferraban a mi cintura de una forma posesiva pero al mismo tiempo delicada. Mis manos viajaron a su cara y la sostuve para acercarlo más a mi si es que eso era posible.

Estamos tan cerca que sentíamos el calor de nuestros cuerpos, como ardían con el simple roce que teníamos y por encima de la ropa.

Jamás sentí algo parecido, lo deseaba a el como nunca había deseado a nadie y aunque solo he estado con una persona yo creí que no desearía a nadie como lo hice con Chris, pero justo ahora con Marcus su toque me quema y mi lívido crece. Esto es nuevo y no se si es por mi ausente vida sexual o es que verdaderamente algo nuevo esta naciendo en mi.

Me asusta porque se siente como si me pusiera vulnerable y aunque jamás he tenido miedo al amor, está vez es diferente.

Tengo tantas dudas pero justo ahora solo disfruto de este beso que sabe a gloria. El toma con más fuerza mi cintura y me sube a su escritorio, me pongo alerta y sacó mi lado razonable pero lo ignoro porque esto me sobrepasa.

Le abro las rodillas para que tenga más acceso y de nuevo vuelvo a sentir ese marcado cuerpo junto al mío. Baja lentamente las manos de mi cintura hasta mis muslos y el beso se vuelve más lento.

Me mira esperando mi aprobación.

-Sigue.

Siempre fuiste tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora