Capítulo 29

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Marcus

3 meses después

Camila estaba a unos días de pasar al ultimo trimestre del embarazo, mi pequeña estaba bien y sana solo que la doctora decía que venía en una posición rara pero que estaba sana y en perfecto estado al igual que su madre. Porque claro que también le hacían chequeos a Camila.

La barriga de mi mujer había crecido exorbitantemente, todavía faltaban 3 meses y parecía que iba a explotar, por esa razón es que ya no va al trabajo y se queda en casa descansando. Yo igual le dejaba un poco de mi trabajo a Joan para estar más tiempo con mi hija y su madre.

Por otro lado, ya ha pasado una semana desde que nos mudamos oficialmente a nuestra nueva casa, a Camila le había encantado y estaba fascinada. Habíamos tardado un poco en mudarnos porque deje que ella decorara a su gusto su espacio y el cuarto de nuestra niña.

Ambos nos estabamos alistando para una comida que tendríamos de inauguración de nuestro hogar, vendrían mis padres, mi hermana, Joan y Stephi. Camila había invitado a su prima y a la mamá de esta, también a su primo junto con su mujer e hijos, pero decidieron esperar y venir cuando nuestra niña venga al mundo.

Estaba embobado viendo a la mujer que vino a alegrar mi vida, estaba con un vestido tipo bata color rosa palo y unas sandalias café. Por alguna razón ver esas prendas tan sencillas en ella me hacían creer que las prendas más hermosas del mundo, pero en sí, la más hermosa del mundo era ella.

-Marcus me estás desvistiendo con la mirada- hablo sin mirarme mientras se ponía sus aretes frente al espejo.

Era cierto, habíamos dejado el sexo un mes atrás porque como ya mencione, nuestra Alice se expandió demasiado y preferíamos así. Sin embargo eso no me quitaba las ganas de devorarla, como ya dije, dejamos el sexo más no dejamos de darle placer a nuestros cuerpos.

-No puedo evitarlo, te ves jodidamente hermosa y sexy así- mi voz se puso ronca sin poder evitarlo y juro que si no hubiera tocado el timbre me la hubiera devorado en ese mismo momento.

-Vamos- agarre su mano y bajamos, no me gustaba que bajara sola las escaleras, solo por prevenir.

《》

Ya estaba anocheciendo y la comida había pasado de maravilla, me sentía tan feliz en estos momentos y no creí que un ser pequeño que apenas se estaba formando podía llenarme de la forma en que lo hace, pero eso no era todo, la mujer que llevaba a mi pequeña en la panza la amaba con el alma. Me enamore de ella sin pensarlo, sin darme cuenta, baje todas mis paredes y me mostré tal cual soy con ella, mis miedos y lo que me hacía vulnerable, de igual forma lo que me hacía fuerte.

Me distraje de mis pensamientos al ver como Camila se tensó a mi lado y tocaba su barriga.

-¿Estas bien?- susurre en su oreja.

Su cuerpo se tensó aún más llamando la atención de todos que nos preocupamos aún más cuando soltó un quejido.

-Nena ¿Qué tienes? ¿Qué pasa?- solté preguntas de montón pero ver su cara de dolor me preocupo demasiado.

Todos nos empezamos a relajar cuando mi mujer se relajo y su cara dejo de hacer muecas.

-Nuestra hija va a hacer futbolista- habló por primera con una sonrisa en su rostro.

No había mencionado que nuestra pequeña se movía demasiado.

La noche siguió pasando normal, Camila no tuvo otro contratiempo pero de igual forma agendamos una cita para mañana mismo con la doctora, ella decíamos que nos me esperara a la cita que era en unos días pero no, ni loco. Posiblemente este exagerando pero es que esas dos mujeres eran mi vida y las iba a cuidar siempre.

《》

-La pequeña Alice sigue en la misma posición- la doctora Millie nos estaba explicando como estaba nuestra hija -. Soy sincera, me parece extraño que venga así, como si cubriera algo.

-¿Que podría estar cubriendo?- sus palabras activaron mi sistema.

-Tranquilo señor Lancaster, puede ser que tenga una fuerte conexión con su madre y solo este protegiendo a Camila- me tranquilizo -, sin importar la posición en la que viene, ella esta sana.

Camila agarro mi mano y sonrió, se que ella estaba igual de preocupada que yo pero se hacía fuerte y de cabeza fría por mi, porque entre ella y yo, yo era el más nervioso.

Saliendo de aquel consultorio mire a la chica a mi lado, era la mujer más hermosa que mis ojos habían visto y la amaba con la vida. Aún no tengo explicación de como fue que llegue a enamorarme de ella, de como paso de ser mi asistente a la madre de mi hija y futuro hijos, porque si, había pensando que quería más hijos.

-¿Sabes que he pensando?- hable arrancando el coche.

-¿Qué has pensando?- Me respondió juguetonamente y eso hizo que me girara a verla con una sonrisa.

-Esa risilla tuya significa peligro.

-¡Claro! Ahora follar conmigo es peligroso- la sinceridad con la que hablo me sorprendió.

-¿Quieres que te folle Camila?- le respondí de la misma forma en la que ella me hablo, directamente y sin tapaderas.

-Si, eso quiero Marcus.

Habíamos dejado la actividad sexual por no lastimar su barriga, pero sabíamos que el sexo no le afectaba en nada a nuestra pequeña. Así que, solo teníamos que encontrar una posición cómoda tanto como para ella que como para mi.

Obedeciendo como niño chiquito en cuanto llegamos a nuestra casa nos lleve directo a la habitación donde la bese con vehemencia y ella respondió de la misma forma, yo se que no pasado mucho tiempo desde la ultima vez que estuvimos juntos pero ella es como mi droga, soy tan adicto que cada vez que la pruebo la necesito más y más.

Comencé a desnudarla lentamente, torturándola un poco. Teniéndola desnuda y vulnerable frente a mi la bese de nuevo trazando un camino de besos desde su cuello hasta que llegue a sus pechos los cuales ataque sin ternura, pensé en bajar a su zona palpitante pero su voz me detuvo.

-Marcus te quiero ya- exigió y quien era yo para no cumplir lo que pedía.

La puse de lado y me acomode detrás de ella, haciendo que mi pecho chocara con su espalda, le alce su pierna derecha y me acomode en su entrada.

-¿Lista para mi, nena?- ronronee en su oído y antes de que ella respondiera la embestí sin avisarle.

Después de un rato donde mi mujer gimió como loca provocando que mi cuerpo me traicionara al igual que el de ella, ambos llegamos a nuestro clímax llenándonos de emociones y sensaciones que nos hicieron tocar el cielo aún pegados en aquella cama, nuestra cama.

Siempre fuiste tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora