Capítulo 8

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Decir que estaba nerviosa era poco, me sudaban las manos y por alguna razón me temblaban. Siempre fui muy penosa pero confiada en mi misma, sin embargo, ahorita parece que mi confianza se fue por el caño. Ese hombre solo me ha besado una sola vez y me logra poner de esta forma, no es normal y me asusta. Anoche que hable con Stephi jamás admití nada, acepte esto pero no me puse a pensar lo que realmente estaba pasando y no con Marcus, si no con mis sentimientos. Realmente tengo que pensar bien que me hace sentir, admitirlo y poder hacerlo algo.

No lo estás haciendo ahorita.

Cierto, en estos momentos que estoy nerviosa en mi escritorio esperando a que llegue solo pienso en aventarme y decir... ¿Qué carajos diré?

Bien no pensé bien esto. Tengo que correr. Tengo que hablar con Stephi y justo cuando me levantó para dirigirme con mi amiga paro en seco al ver a mi adonis enfrente de mi, a una distancia prudente. Desgraciadamente.

Se ve tan hermoso como siempre. Trae su traje negro habitual pero esta vez en su camisa blanca no hay ninguna corbata. A mi parecer eso lo hace ver más sexy y casual.
Y recuerdo lo de ayer, me pongo roja como tomate y cuando iba a decir justamente lo que sentía por primera vez y admitirlo en voz alta, el habló.

-Podría por favor dejarme pasar a mi oficina señorita López- su semblante serio no se tambaleo ni un poco. Su cara estaba sin ninguna expresión, como si no recordará nada de lo de ayer. Como si no sintiera nada. ¿Qué le pasa? ¿Por que actúa así? ¿Acaso no le gusto como beso? -Otra vez usted y sus lagunas mentales- volvió a hablar y me hizo aterrizar.

Me hice a un lado sin decir y el se dirigió a su oficina, eso me había decepcionado y creo que hasta me dolió un poco pero ¿por qué?.

Lo confirmo, es un idiota.

No le mostraría lo que me afecto su actitud, el actuó como si nada pues yo igual lo haría. Me reprendí por quedarme como boba cuando me habló pero de los errores se aprende y ya no volvería a pasar.

Era casi medio día y era la hora de mi almuerzo así que esta vez iba directo con mi amiga para decirle que el plan se había ido a la mierda, pero Marcus Lancaster no solo puede arruinarme el inicio del día, si no también el inicio de la tarde.

-Señorita López necesito que vaya a buscar mi almuerzo al restaurante de enfrente- apareció enfrente de mi. De nuevo.

-¿No tiene servicio a domicilio ese restaurante? Queda justo al frente de aquí.

-¿Quién le ha dado derecho de contradecirme?- su voz salió más ronca de lo normal y eso hizo que me tambaleara un poco. No me lo esperaba.

¿Qué mierda le pasa? Un día antes me besa y ahora me trata de esta forma.

-Disculpe no fue mi intensión que se malinterpretara lo que dije- no me iba a sacar de mis casillas -Solo quería decir que también es mi hora del almuerzo.

-Pues pídase usted algo ahí también mientras me pida el mío- soltó tan cómodo y distraído.

Con los precios de ese lugar solo me iba a poder un agua y creo que ni eso, pero sin duda no le diría eso. Lo que menos me gustaba era que la gente supiera mis problemas económicos, no estaba mal de dinero pero ese lugar era de alta gama y solo los jefes -no todos- pedían ahí.

-Esta bien- no le di ni una sonrisa amable ni nada, me sentía muy incomoda y pues hoy no almorzaría.

Llegue al local y pedí lo que usualmente suele pedir Marcus, me senté en un taburete a esperar la comida mientras que me comía unas galletas que me dieron mientras me traían el pedido. Al menos no tendré el estomago vació.

-Camila ¿Qué haces aquí?- Joan se acerco y se sentó a mi lado.

Me puse roja de inmediato porque me acorde que el había visto nuestro momento y capaz si no el hubiera llegado ahora fuera un caso diferente e incluso más incomodo, así que no se si agradecerle o maldecirlo.

-Vine a pedirle el almuerzo a Mar...-las palabras se atoraron en mi boca -al señor Lancaster- el notó mi arrebato de llamarlo por su nombre pero le agradecí que lo ignoro.

-¿Y tu que pedirás?- otra vez ese momento incomodo.

-Oh nada, yo no tengo mucha hambre.

-Vamos Camila, a mi no me engañas y lo sabes- Joan me atrevía casi a llamarlo compañero, era muy amable y a mi parecer tiene como un sentido arácnido. -Se el porque no comerás nada. Pide lo que quieras yo invito.

-No te molestes en serio. Gracias pero estoy bien- en mi voz se notaba la determinación.

-No me gusta recibir un no como respuesta pero en parte entiendo y comprendo- como lo dije, Joan tiene ese sentido arácnido -pero te haré compañía hasta que te den la comida de mi primito- una sonrisa pícara adorno su cara y era obvio que iba a hacer un comentario por lo que vio pero fue el único comentario que hizo en el rato que estuvimos platicando.

Marcus

Estaba en mi oficina esperando que mi almuerzo sea traído por mi asistente. Mi asistente que bese ayer y que si no hubiera sido por el idiota de Joan la hubiera tomado y por fin satisfacer los deseos que tengo, pero no, parece que ese beso incrementó todo eso. Es como una droga que entre más la pruebas más adictivo te vuelves.
Después de que literalmente Camila huyera maldije a mi primo por haber interrumpido semejante beso y el solo se reía.

-Oye pero es que si así te ibas a disculpar con ella me hubieras dicho desde un principio- no podía ni hablar de tanto que se estaba riendo.

-Joan porque no te vas a la mierda y sales de mi oficina.

-Pero es que yo ya me iba para que siguieran en los suyo, solo que Camila huyo antes que yo- se acerco y me toco el hombro. -Estas jodido primito- ¿Qué mierda?

-¿Por qué cojones dices que estoy jodido? Fue un simple beso- solté tajante y le quite la mano de mi hombro.

-Oh si claro, un simple beso que te dejo con una erección monumental- mierda.

Y así fue como esa pequeña castaña de ojos bonitos me dejo caliente y como mi mejor amigo que también es mi primo me vio el paquete.

-Primoooo- hablando del rey de roma
-Aquí está su almuerzo- la pequeña figura de Camila hizo aparición detrás del saco de carne que es Joan.

-Con permiso- Dijo después de poner el almuerzo en mi mesa y salió.

-Podrías ser más amable- soltó mi amigo tomando un semblante serio de la nada.

-Salió casi corriendo de mi oficina y ni tiempo me dio de darle las gracias- y era cierto, cuando me di cuenta ella ya estaba fuera de la oficina.

-Me refiero a que pudiste pedir tu almuerzo o invitarle uno a ella- ¿Pero qué?

-Le dije que podía comprar su almuerzo y comer.

-Marcus no se si eres idiota o te haces. Ese lugar es muy caro para ella, no se si estés enterado pero la posición económica de Camila no es igual a la tuya- no había pensado en eso, para mi comprar ahí es algo tan normal que eso no me paso por la cabeza.

Un sentimiento de culpa y de remordimiento apareció en mi pecho. Todos mis músculos se contraen y es la primera vez que siento esto, más me digo a mi mismo que no haré nada al respecto porque ella no es solo más que mi asistente.

Siempre fuiste tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora