Capítulo 10

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Camila

En cuanto pude abrir mis ojos por completo la luz que había me cegó aturdiéndome un poco. Intente reconocer donde me encontraba pero por más que luchaba no reconocía nada y mi mente estaba en blanco. No recuerdo nada de lo que me pasó y como pude haber llegado en donde sea que estoy.

Mire la habitación y sus paredes color beige no hacían más que confundirme, hasta que volteo y veo mi mano derecha conectada con claves y una maquina donde yo deduzco mostraba mis signos vitales. Bien, me encontraba en un hospital.

Un misterio estaba resuelto pero todavía falta descubrir como fue que llegue aquí. Como si el destino quisiera responder a mis preguntas, por la puerta entra Marcus con su típico traje negro pero con su corbata echa una mierda y su cabello revuelto.

-Despertaste- su mirada era distante, sus ojos color cafés eran mucho más claros y pude notar arrepentimiento en ellos. -Llamaré al doctor- dicho esto salió de la habitación.

A los minutos entro un hombre algo mayor pero muy atractivo, ya las canas se veían en su cabello notoriamente.

-Hola Camila, soy el Doctor Warren- se presento mirando una carpeta. -Tu jefe el señor Lancaster y su primo están afuera, ¿los hago pasar?- dudaba el porque me preguntaba y parece que mi expresión fue muy obvio ya que me lo aclaro -no hay ningún familiar de sangre que este ahí afuera y como eres una adulta ya lo tengo que preguntar.

-Hágalos pasar- por lo que mi mente deduce es que pude desmayarme en el trabajo y ellos dos me trajeron hasta aquí, así que es lo justo que estén cuando me den mi diagnostico.

En cuanto entraron los dos Lancaster el doctor Warren prosiguió -Lo que dieron los análisis fue que estás a un pasó de la anemia. Todavía no llegas a eso así que tienes la oportunidad de no hacerlo- solté mi respiración. Agradecía el no tener anemia. -Comiendo bien y a tus horas, y claro descansando las 8 horas diarias- concluyo.

Por mi boca no salía ninguna palabra, quería agradecer al doctor pero simplemente estaba ida mirando hacía mis manos pensando en todo y a la vez en nada. Me sentía intimidada pero más que eso estaba muy confundida, por alguna loca y extraña razón solo quería hablar con uno de los dos Lancaster y obvio no era Joan. Pero una duda me invadió y es que no podía hablar con el así porque sí.

Solo tenía una opción y para eso mi boca tenía que moverse y hablar.

-Gracias doctor- pregunté y enseguida mire a los dos apuestos hombres a mi lado. -Tengo una duda, ¿Cómo fue que llegue hasta aquí?- ambos me miraron con una cara de confusión -no recuerdo nada desde anoche- sus caras se deformaron aún más.

-Es normal eso, estabas ya demasiado débil cuando amaneciste y capaz el golpe te causo una laguna mental- hablo el doctor haciendo que Joan, Marcus y yo nos relajáramos.

-Hablaremos de lo que pasó al rato- escuchar su voz hizo que todo mi cuerpo se tensara y una sensación cálida se poso en mi estomago. Mi plan salió mejor de lo que había planeado y ya tenía asegurada una plática con Marcus.

Después de papeleos, trámites y muchas indicaciones de como recuperarme, dieron las 7 de la noche y yo me encontraba en el baño de la habitación del hospital mirándome en el espejo y viendo lo pálida y escualida que me veo. Las bolsa negras de bajo de mis ojos eran aún más notorias y mis labios resecos. La única ropa que Joan me pudo conseguir era de Marcus -lo que faltaba-, así que traía puesto unos pans grises que me quedaban enorme juntos con una sudadera negra, la misma parecía que cabían dos yo en ella, en conjunto con unas calcetas negras y chanclas enormes.

Gracias Joan.

Saliendo mire con cara de fastidio a Joan -Que lindo atuendo me escogiste- lo dije con toda la intención de que el sarcasmo se notara en mi voz.

Pero todo el sarcasmo y desagrado por mi vestuario se esfumo cuando vi a mi adonis adornar su cara con una sonrisa burlona. El brillo en sus ojos me desarmó.

-Es hora de irnos. Camila dame tu dirección- hablo de nuevo Joan y sus palabras me decepcionaron un poco porque creí que iría con Marcus y podríamos hablar.

-Claro, te la doy en el auto.

Estando en la puerta de mi casa me despedí de ambos amablemente y les agradecía por toda la ayuda que me habían dado.

-Camila- la esperanza volvió a llenar mi cuerpo cuando escuche lo escuche hablar -recuerda que puedes tomarte los días que necesites- y todo se fue al carajo.

-Lo haré, gracias- dije más bruscamente de lo que espera y salí del auto hacía la puerta de mi casa.

Entrando me quite esas chanclas que literalmente eran dos pies míos, me dirigí a mi cocina a buscar comida y agua para tomarme los medicamente y vitaminas recetadas por el doctor.

Ha pasado casi una hora desde que llegue y solo había comido dos tortas y un licuado pero mi estomago pedía más, el único problema es que no había más en mi nevera así que tendría que pedir comida a domicilio. Estaba en mi sofá buscado para satisfacer a mi estomago cuando el timbre sonó, algo irritada ya me dirigí a la puerta y mi corazón junto con mi pulso se detuvo por un momento para después comenzar a latir con fuerza.

-Traje una ensalada, junto con carne y postre- soltó con una voz tan dulce que me sorprendió oírla en el.

-Pasé- me moví para que pudiera pasar. -Le agradezco la cena pero- me detuvo.

-No me hables de usted, no estamos en el trabajo- menciono algo brusco y eso me molestó un poco.

-Ahora si quiere hablar, estuve buscándote para hablar toda la semana y hasta que me vio en este estado quiere hablar- dije sacando todo mi enojo acumulado en esta semana -pues yo no quiero hablar- concluí.

El me miraba perplejo como si no hubiera estado preparado para esa respuesta mía. Yo estaba lista para que sacara ese lado cruel que me había mostrado estos días pero lo que hizo ocasiono que mi estabilidad y en mi estado hicieran que mi cuerpo me fallara y me mareara un poco.

-Lo entiendo- su voz volvió a estar suave y su mirada neutra -solo déjame acompañarte a cenar- y sonrió. Sonrió de una manera tan genuina y hermosa, jamás lo había visto sonreír así.

¿Qué te pasa adonis?

Siempre fuiste tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora