Capítulo 49 El lenguaje de las Flores

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Siempre había percibido algo diferente en aquellas mujeres que lucían tan similares, pero su esencia era diferente, sin embargo ahora su desconfianza era evidente en su rostro

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Siempre había percibido algo diferente en aquellas mujeres que lucían tan similares, pero su esencia era diferente, sin embargo ahora su desconfianza era evidente en su rostro. En una primera instancia no mostró incomodidad de que aquella persona se apareciera en la playa, pues bien podría tratarse de una coincidencia, a pesar de que sintiera que era lo contrario y más ahora al escuchar su nombre salir de sus labios

— No había preguntado hasta ahora porque pensé que podría tratarse de una coincidencia, pero ya no puedo seguir pensando lo mismo —habló Ririka con una expresión fría— ¿cómo es que usted sabe mi nombre?

— No hay coincidencias, al contrario estaba destinado que tu y yo nos encontráramos —respondió Flanna con una corta reverencia— soy una adivina y manejo hilos para leer a las personas

— ¿Quieres decir que un hilo te trajo hasta mi? —inquirió la peliverde intentando no sonar sarcástica

— Quien sabe, es algo difícil de explicar —rió la mujer, sin embargo Ririka sabía que estaba ocultando algo

— Interesante, antes ya he recibido una ayuda por parte de Nadora... —comentó la joven poniéndose de pie y acercándose— ustedes deben estar relacionadas ¿no?

— ¡Bingo! —festejó Flanna dando un saltito— Nadora es mi hermana mayor y como bien debes haber visto es bastante tranquila ¡parece una abuelita que va a darte dulces!

— Dijiste antes que me darías una respuesta, pero no creo que ofrezcas tu ayuda sin algo a cambio ¿no?

— En realidad no habría nada en este mundo que puedas darme para pagarme —rió la mujer divertida por la expresión de confusión en Ririka— no soy una bruja, así que pedir cosas como que me des tu alma o amor no me sirven, son intangibles

— Eso quiere decir que no te interesa el dinero

— Claro que no, aunque Nadora dice que es necesario para subsistir —negó Flanna ladeando la cabeza— probablemente estés pensando que soy extraña ¿no?

— Me has quitado las palabras de la boca

— ¡Soy una adivina después de todo!

— No, también puede ser sentido común

— Los Yamamotoyama parecen ser por naturaleza desconfiados

— Ya me estás asustando y mi voz interior me dice que debería llamar a la policía

— Puedes hacerlo, pero si lo deseo ellos no vendrán —negó la mujer soltando un suspiro— de nada sirve amenazarme, pues puedo ver todo

— ¿Qué o quién eres? —inquirió esta vez Ririka sin rodeos— no pregunto por tu nombre, sino la verdadera razón por la que pareces saber cosas de mi

— Ya lo dije antes, solo soy una adivina y tu... —añadió señalando a la joven— puedes ayudarme a recuperar algo que he perdido

— ¿Ah? ¿Por qué yo?

𝙁𝙧𝙖𝙜𝙖𝙣𝙘𝙞𝙖 𝙙𝙚 𝙋𝙚𝙧𝙖 - 𝙍𝙚𝙣𝙜𝙤𝙠𝙪 𝙆𝙮𝙤𝙟𝙪𝙧𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora