Capítulo 63 Tu me destruiste

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¿Ser capaz de obtener la victoria, puede ser realmente algo sencillo? Muchas veces no solo es necesario tener confianza en que podrás ganar, sino también saber anticipar lo que podría hacer tu enemigo

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¿Ser capaz de obtener la victoria, puede ser realmente algo sencillo? Muchas veces no solo es necesario tener confianza en que podrás ganar, sino también saber anticipar lo que podría hacer tu enemigo. Si llegas a caer en una trampa, entonces tu también deberías convertirte en la suya porque es posible que tu oponente recurra hasta el método más bajo y sucio con tal de que caigas porque en la batalla, no existe el honor

El lugar se mantenía bastante oscuro, pero aquello no era un problema para un demonio, sin embargo Yushiro maldijo por lo bajo al intentar visualizar el ultimo tramo del mapa, debía reconocer que con el pasar de los años se iba sintiendo más débil como si su parte demoniaca quisiera abandonarle. Finalmente llegaron al lugar en donde dos hombres con mascaras custodiaban la entrada con dos faroles en mano

"La seguridad es pésima"

— Yushiro-san ¿va a hacer eso? —inquirió Himejima casi que arrodillado en el suelo debido a su gran altura

— Tenemos que deshacernos de ellos o podrían armar un escándalo —declaró antes de moverse con rapidez para sorpresa del contrario y lograr tirar al primero al suelo, quien asustado trataba de forcejear y lastimar a su atacante

Todo ocurrió en una fracción de escasos segundos en los que Yushiro noqueó al primero y Himejima logró apresar al segundo con sus grandes brazos, necesitaban que esa persona les confirmara la información, por lo que le arrastraron al interior del viejo lugar y obligaron a entregarles a las mujeres. El hombre temblaba de pies a cabezas y pronto se resignó a guiarles hacia una puerta que conectaba con una especie de sótano

El aire era pesado y parecía que no había sido limpiado en mucho tiempo, Yushiro chasqueó la lengua molesto al pensar en las terribles condiciones que esos bastardos se habían atrevido a poner a su amada Tamayo, definitivamente luego los torturaría lentamente hasta que pidieran perdón por nacer. Al parecer ese lugar era como un calabozo, ya que había un total de seis celdas

Himejima instó al hombre a llevarles con ambas y cuando llegaron a la última, ambos se les heló la sangre, ya que la luz de la farola les permitió observar a una mujer de facciones suaves y sencillas, sin duda parecía alguien que no merecía estar en tales condiciones. Su kimono estaba totalmente sucio por la tierra y su cabello parecía haber sido cortado por alguien al igual que su rostro golpeado

— G...Gyomei-san... —susurró la mujer entre lágrimas, pese al dolor que probablemente debía estar sintiendo

— ¡Beru! —exclamó el hombre desesperado al ver como su amada era retenida por aquel hombre

— Himejima, debes calmarte —le instó Yushiro al percibir la furia en su compañero— si actuamos precipitadamente, solo la pondremos en peligro

— ¿Peligro? —inquirió el hombre mientras obligaba a la mujer a ponerse de pie— ¡ustedes son solo sucias ratas que han decidido arrastrarse en este lugar! ¡¿Cómo se atreven a molestar a nuestra señora?!

𝙁𝙧𝙖𝙜𝙖𝙣𝙘𝙞𝙖 𝙙𝙚 𝙋𝙚𝙧𝙖 - 𝙍𝙚𝙣𝙜𝙤𝙠𝙪 𝙆𝙮𝙤𝙟𝙪𝙧𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora