La búsqueda del alfa

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Narrador omnisciente:

Zapatos de tacón, vestido negro del mejor diseñador totalmente ceñido a su cuerpo, su cabello castaño cayendo perfectamente liso hasta los hombros y una mirada feroz que hacía correr a cualquiera que se le interpusiera entre su camino desde el elevador a su oficina. Im Nayeon era la única omega de aquél piso ya que siempre estaba rodeada de betas y de alfas que solo le causaban molestias por ser unos idiotas inútiles a su punto de vista. Para su suerte su secretaria y amiga era una beta que parecía más omega que ella por lo que no hubo problema cuando llegó al escritorio de esta quien al instante se levantó para dejarle su café en la mano junto con su agenda del día.

—Buenos días, Sana.

La pelirrosa hizo una leve reverencia y le sonrió.

—Buenos días, señorita Im—Devolvió el saludo con efusividad—. En su agenda están sus dos reuniones con el CEO de la empresa farmacéutica Hangkok y con la estudiante de la universidad de Seúl quien pidió entrevistarla para hacer un trabajo sobre la empresa.

Nayeon ojeó la agenda asintiendo, por un momento dejó eso de lado mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie estuviera cerca para que no escucharan lo que le diría a Sana.

—¿Conseguiste lo que te pedí?—Preguntó en un tono de voz bajo, dando una mirada menos seria y más brillosa a su secretaria.

Sana sonrió con picardía bajando la mirada buscando algo en su escritorio.

—Busqué en todos los sitios que ofrecían esos servicios aquí en Seúl pero no hay muchos alfas que tengan el perfil que me dijiste, tengo unos cuántos en esta carpeta—Le entregó dándole una carpeta de plástico que la castaña recibió.

Nayeon suspiró resignada, tomó su café con su agenda para entrar a su oficina pero antes le dijo a Sana:

—No quiero que nadie me moleste hasta que llegue el CEO de Hangkok.

Se adentró a su oficina donde se sentó en su silla giratoria sintiendo como sus músculos se relajaban por unos segundos cerrando sus ojos permitiéndose unos segundos de paz antes de empezar su tediosa rutina. Las leves palpitaciones en su pelvis le recordaban que solo quedaban tres días para su celo y que además no tenía un alfa que la ayudara a calmarlo, había pasado sola esos días desde su primer celo a los dieciseis pero ahora tenía veintiseis y sentía que si seguía usando pastillas su libido moriría. Se había empeñado tanto en estudiar para heredar el puesto de su padre que ahora que lo tenía se daba cuenta de que no había estado con la primera pareja sexual en su vida lo que era en efecto lamentable. Su búsqueda por un alfa que la ayudara con sus celos a cambio de dinero había comenzado desde el celo pasado que fue tan fuerte que ni un dildo pudo calmarlo, Nayeon había estado encerrada una semana en su casa llena de sudor, excitada y adolorida porque los efectos de las pastillas no pasmaban lo suficiente su celo. Por eso fallidamente había buscado alfas por su cuenta pero todos eran idiotas que creían poderla mandar como si aquello fuera una relación formal. Ojeó los perfiles que le envió Sana pero ninguno realmente le convencía, había algo que le faltaba pero no sabía qué era por lo que tenía en mente buscar uno que le gustara en ese plazo de tres días, si no lo encontraba seguramente llamaría al primer idiota que estuviera en aquella lista.

Suspiró antes de cerrar la carpeta de un golpe. Pensó que podría relajarse un poco más pero un alboroto afuera y la puerta abriéndose en seco la hizo levantarse con rapidez.

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