Cena familiar

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Narrador omnisciente:

Nayeon terminó de ponerse sus pendientes bajo la mirada atenta de Sana quien estaba recostada en su cama.

—Te ves muy bien, parece que fueras a una gala antes que a una cena. Además el flequillo te sienta espectacular—Comentó la pelirrosa.

La coreana volteó a mirar a su amiga con una sonrisa de agradecimiento, no lo había dicho en voz alta, pero se sentía nerviosa de ver a su hermano después de tanto tiempo y por fin conocer a su pequeño sobrino.

—Espero que sea una cena pacífica y que mi madre no saque sus garras a relucir—Murmuró tomando su cartera.

—Oye, todo estará bien. No hables más de la cuenta con tu mamá y simplemente disfruta de la cena. No ves a Jaebum desde hace cuatro años—Recordó levantándose para darle un abrazo que la reconfortó.

—Eres la mejor amiga—Le dijo Nayeon con una sonrisa.

—Lo sé, nena, lo sé. Ahora ve a esa mansión e impresiona a todos—Le dio unas palmadas en la nalga que hicieron que Nayeon frunciera el ceño y riera.

Sana se quedaría en su casa ese día, Nayeon no tenía mucho problema con eso así que simplemente se fue en su Audi favorito. Iba con un vestido rojo, unos tacones negros y con su cabello perfectamente arreglado con el flequillo, se preguntaba si a Mina le gustaría su cambio de look, si le diría que estaba linda y le daría un beso por eso. Su relación poco a poco se estaba volviendo simplemente en tener sexo y olvidarse por dos semanas, la última vez que tuvieron una conversación medianamente decente fue después de que abandonaron la casa de Gangnam en el trayecto hasta su casa. Después de eso eran simples mensajes al aire, aunque Nayeon tenía presente que la japonesa había vuelto a sus clases lo que explicaba su falta de tiempo. En cambio, su lado posesivo le decía que podría estar pasando más tiempo de lo necesario con Shuhua y le molestaba demasiado, ella notó en los ojos de esa omega el deseo por su alfa.

No es tuya, idiota. Mina no es tu alfa; se reprendió a ella misma. Sabía que Mina le gustaba, pero no quería admitirlo, era inevitable que ella al ser omega no se interesara por un alfa, sin embargo, había forjado con tanto sacrificio su independencia de estos que simplemente no quería ser la simple "omega" de uno. Tarde o temprano tendría que casarse con uno, pero no ser su sombra.

Entró por el gran portón de la mansión siendo verificada por el guardia quien no tuvo que pedirle siquiera que bajara su ventana para saber que era ella, se estacionó fuera y pronto salió siendo recibida por una de las empleadas quien la saludó con una reverencia.

—Señorita Im, qué grata su presencia—Le dijo con una sonrisa.

—También es bueno verte, Degu—Saludó Nayeon entrando a la casa.

La empleada comenzó a seguirla hacia el comedor, la castaña escuchó voces cada vez más cercanas hasta que hizo acto de presencia en el amplio comedor. Las voces se apaciguaron casi al instante, lo primero que Nayeon divisó fue a un pequeño castaño que era cargado por su padre y después fue hasta el pelinegro quien no dudó en salir corriendo hacia ella para abrazarla.

—Te extrañé tanto—Dijo en su oído una vez enrolló sus fornidos brazos en su espalda.

Nayeon cerró los ojos con fuerza mientras sentía esa emoción por tener devuelta a su hermano. Habían sido muy unidos la mayoría de la vida y el hecho de que se haya ido del país había sido un golpe para la coreana.

—Yo también te extrañé.

Escuchó una leve risita antes de que se separara para darle un beso en la frente. Estaba más alto que antes, su cabello seguía siendo igual de revoltoso y su sonrisa la réplica de la suya.

—¡Qué agradable reencuentro! Cuñada, yo también me fui. ¿No me estrañaste a mi?—La pelicorta salió detrás de su hermano para darle un beso seguido de un abrazo, Nayeon la recibió con una cálida sonrisa. Jihyo seguía siendo la misma solo que con el pelo rubio y con sus facciones más marcadas, tener un hijo la hacía verse más madura.

Los tres caminaron al comedor donde esperaban sus padres con su sobrino y también con una rubia que Nayeon no reconoció. ¿Quién era? Sin duda una alfa por la energía dominante y fuerte que soltaba.

—Ella es Jeongyeon, una amiga de Australia. También es coreana—Le presentó Jaebum. La alfa se levantó de la silla y le sonrió haciendo una reverencia, era atractiva, lo que más cautivó a Nayeon era su mirada—. Como te conté esta es mi hermana menor, Nayeon—Esta vez se dirigió a Jeongyeon quien extendió la mano.

Nayeon la estrechó con timidez ante la sonrisa que esta le brindó.

—Parecen gemelos, unos muy atractivos—Halagó aquella con una voz animada—. Me perdonarás Jae, pero tu hermana es mucho más hermosa—Con eso dio un beso en su mano que hizo que la castaña se sonrojara.

¿Quién es esta alfa y por qué se ve tan interesante?; se cuestionó mientras escuchaba a su madre pedirle que tomara asiento para que la comida pudiera servirse. Mucha coincidencia era que su asiento estaba justamente al lado de la visitante, notó la mirada de su madre quien intentaba disimularse hablando con Jaebum sobre Australia y su trabajo allí. No me digas que tú planeaste esto, Boa; miró con interés a su madre unos segundos antes de que Jeongyeon volviera a llamar su atención.

—Jaebum me ha hablado mucho de ti—Contó con entusiasmo—. Ha dicho que eres extraordinaria, que amas ser la que lidere todo y que has roto muchas reglas que han impuesto a los omegas. Debo decir que admiro eso—Halagó haciendo que la coreana sonriera.

—Ese tonto solo sabe hablar de mi—Le contestó con diversión—. Pero sí, ha estado en lo correcto. Odio a los omegas que son sumisos ante los alfas—Miró de reojo a su madre quien, por suerte, no la estaba escuchando—. ¿Qué te parece eso a ti?

La rubia levantó una de sus cejas. Su expresión era entre juguetona y carismática, algo que estaba interesando más de la cuenta a la coreana. ¿No debería sentirme mal por Mina? ¿Ella pensará lo mismo cuando habla con Shuhua? Pensar en el simple hecho de que ambas tuvieran una conversación coqueta le hacía hervir la sangre.

—Todos deberíamos ser iguales, los alfas no podrían subsitir sin los omegas y tengo muchas pruebas sobre eso—Replicó—. Y no es por quedar bien contigo, he convivido con más omegas que con alfas en mi vida y puedo dar fé de que son más que máquinas de parir hijos como dicen los viejos.

Con eso finalizó la conversación ya que comenzaron a servir la comida y con eso la conversación familiar que no delataba mucho por la invitada, tal vez su madre estaría tirando las peores indirectas a Jaebum si no fuera porque allí estaba Jeongyeon. Lo cuál fue un alivio, la cena fue bastante pacífica y todos pudieron hablar con tranquilidad. Nayeon salió un rato al jardín después, intentó llamar a Sana, pero al parecer esta ya estaba dormida o demasiado entretenida, tal vez viendo películas en su pantalla plana. Escuchó unos pasos tras ella, pensó que sería su hermano o su madre, en vez de eso se encontró cara a cara con la alfa. Al estar a solas con esta no pudo evitar sentirse nerviosa, esa mujer no era cualquier alfa y lo sentía con esa abrazadora imágen de ser fuerte con solo ver sus facciones y la forma en la que estaba allí mirándola.

—¿Problemas de pareja?—Preguntó con sus cejas levantadas.

—¿Qué te hace pensar que tengo una?—Preguntó Nayeon guardando su teléfono en su cartera.

La rubia rio levemente acercándose más a la coreana.

—La pregunta sería ¿es posible? Quiero decir, no hay que ser muy inteligente para saber que es una omega hermosa que debe tener muchos pretendientes y obviamente algún acompañante amoroso—Era tan refinada a la hora de hablar que Nayeon sentía que hablaba con un diplomático.

—Me agradas—Le dijo evadiendo responder directamente la pregunta que hizo.

—Eso me agrada.

Se miraron unos segundos más antes de que Yoo volviera a hablar.

—¿Quieres caminar un poco?—Preguntó mirándola.

Nayeon mordió su labio inferior pensando en la respuesta, quería vacilar y decir que no, pero su cuerpo parecía querer otra cosa.

—Está bien.

I want you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora