Visita de madre

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Narrador omnisciente:

Cuando Mina abrió la puerta de su habitación se dejó caer en la cama con cansancio, sus piernas dolían por haber hecho ejercicio varias horas.

—Estás bien?—Preguntó Shuhua desde el umbral de la puerta.

Mina abrió los ojos pesadamente y después contestó sin mucho animo.

—Lo estoy.

La omega se quedó allí otros minutos más solo mirandola hasta que volvió a hablar.

—Quiero decirte algo...

La japonesa se sentó en el borde de su cama con dificultad.

—¿Qué es?—Cuestionó mirándola con cansancio.

Shuhua caminó hasta la cama y allí se sentó al lado de Mina. La japonesa solo miraba un punto fijo en en su armario cuando sintió la mano de la chica sobre la suya supo por dónde iba la situación.

—Me gustas, Mina.

Hubo un silencio, Mina apretó la sábana de su cama con su mano izquierda sin saber qué decir, ella no correspondía a la taiwanesa y dudaba que pudiera hacerlo.

—Shuhua, yo...—Intentó hablar mirando a la castaña, pero esta negó.

—No digas nada, Mina. No necesito una respuesta—Le sonrió con serenidad y se levantó antes de que Mina pudiera decirle algo más.

¿Qué tenía realmente con Nayeon en aquél punto? No tenía idea. La coreana volvería a desaparecer, pero ella no podría quejarse porque no eran más que pareja de cama.

—Carajo...—Mina se dejó caer en su cama de nuevo y esta vez sí pudo dormir.

Así no pensaría en todo lo que rondaba su cabeza. Ni en Nayeon, ni en Shuhua ni en nada que quitara su paz.

[...]

Nayeon volvió a su departamento en Gangnam sin mucho humor, dejó sus tacones negros en la entrada para después caminar hacia la sala.

—Señorita Im—Hyenju, su empleada dosméstica, la recibió con una reverencia—. ¿Quiere algo para almorzar?—Preguntó con amabilidad.

—Quiero que me hagas el mejor ramen que sepas hacer—Le pidió Nayeon sin ánimos, había estado así desde su encuentro con Mina en la oficina—. Con una malteada de chocolate, sí—Quería romper la dieta, hacer algo diferente que la animara—. También quiero un pedazo de tarta glaseada. Prepáralo mientras me baño, ¿bien?

Hyenju asintió y se retiró a la cocina, Nayeon subió las escaleras a la segunda planta arrastrando un poco sus pasos. Vivía en el penthouse del Hendall Palace justo en el corazón de Samchong donde tenía la mejor vista de la ciudad. Mientras se bañaba, trataba de despejar sus pensamientos ante lo ocurrido con la japonesa. Terminó y se vistió con un camisón que le llegaba a la mitad de los muslos, bajó con el cabello húmedo muriendo de hambre, pero al ver a una mujer de cuarenta y cinco años en su sala de estar mirando minuciosamente cada detalle de su departamento puso su cara más seria de lo que ya estaba.

Pensaba que iba a pasar desapercibida, sin embargo, apenas tocó el segundo escalón la mujer miró en su dirección.

—Ah, ahí estás. Pensé que tendría que subir para encontrarte—Im Boa, omega pelinegra de actitud obstinada, miraba a su hija con mal humor—. ¿Qué tipo de trapo sucio traes encima? Vives en el mejor departamento que hay en Seúl y te pones cualquier trapo. Qué desprestigio.

Nayeon terminó de bajar y se acercó a la mujer quien nunca había visto mal arreglada en su vida, Boa había sido una omega respetada y admirada por sus ropas finas que nunca tenían nada barato, hasta el mínimo botón valía más arriba de los diez mil wones.

—¿A qué se debe tu visita, madre?—Cuestionó ocultando du molestia. Usaba el tono más modesto con su madre porque no se le permitía uno más informal.

Boa se sentó en el sillón individual cruzando sus piernas y señaló el doble para que su hija menor se sentara. Nayeon se sentó sin quitarle la mirada, le traía mala espina la visita de la omega.

—Quería visitarte ya que parece que se te olvida que tienes una madre—Le espetó en un tono de reclamo con su mirada clavada en ella—. Y a recodarte que tu hermano viene la próxima semana por lo que estoy organizando una cena para los seis.

Nayeon había olvidado por completo que su padre le contó en el evento que su hermano vendría a presentar a su hijo, el cuál ya tendría unos tres años y del que no sabían mucho más que su nombre. Su madre no se veía tan feliz con la idea de tener que volver a ver a Jihyo a quien le tenía profundo desprecio desde que "amarró" a su hermano a una vida miserable por un hijo.

—¿Solo viniste a eso?—Preguntó.

Boa levantó una de sus cejas dándole una mirada desdeñosa.

—¿Hay otra razón además de esa? Bueno, no habían más hasta que entré a la cocina. ¿Cómo dejas que esa criada te envenene con esa comida? ¡Te engordará! Despídela—Despotricó con un tono molesto aún cuando Hyejun venía con las manos temblorosas trayendo una tetera y dos tazas pulidas en una bandeja de plata.

—Te quiero pedir, madre, que no insultes a Hyejun. Ella solo hace lo que le pido—La desafió indirectamente. pero para Boa no fue algo para inmutarse, tomó el té que sirvió Hyejun y con una seña le pidió que se fuera.

—No sé cómo puedes ser mi hija cuando te rebajas así, primero esas fotos vulgares y ahora esto. ¿Piensas tirar nuestro prestigio por la borda? ¡Los ojos de los demás están en nuestra familia, en nuestra empresa!—Bramó con enojo la pelinegra.

Nayeon le dio una mirada de enojo a su madre.

—¿Acaso tratar bien a quien me ayuda con la comida es rebajarme? ¡Ja! Y sobre las fotos, parece que tú no fueras una omega que sabe lo que se pasa en los celos—Arremetió contra la omega, no había estado ni estaba de humor para aguantar sus ofensas.

Boa se levantó como si de un resorte se tratase y lanzó de mala gana su taza contra la mesa de centro.

—Ten cuidado con lo que me dices, sigo siendo tu madre y puedo reprenderte aunque tengas veintiseis—Le advirtió señalándola con su dedo. Se enderezó poco después aclarando la garganta—. Ponte algo bonito para la cena y no seas indecorosa. Además hazte un cambio, no sé, sácate el flequillo o ponte un tinte, no quieres que tu hermano te vea siendo la misma cara de hace cuatro años.

Con eso salió del departamento con paso elegante y femenino que siempre tenía, Nayeon suspiró cuando escuchó que la puerta se cerró para después subir de nuevo a su habitación.

El apetito se había desvanecido completamente gracias a su madre.

I want you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora