Narrador omnisciente:
Mina se sintió decepcionada al despertar al día siguiente y encontrarse sola en su cama, sin un solo rastro de la omega con la que irónicamente se durmió abrazada después de tener sexo de una manera tan "romántica". No podía esperar más de ella, sabía que debía atender sus obligaciones en la empresa y lo más probable es que no quisiera encontrarse con Shuhua para que todo se tornara más tenso de lo que ya estaba entre ellas, por lo que simplemente lo dejó pasar para dedicarse a jugar lo que restaba del día, su compañera de piso volvió tarde en la noche cuando ella ya se había preparado para dormir por lo que decidió que la saludaría a la mañana siguiente. Pero no la vio, ni siquiera supo a qué hora se fue simplemente encontró una nota en la encimera que le deseaba un buen día con una carita feliz, Mina acabó su café y terminó de arreglarse dispuesta a irse a sus clases, pero al salir se encontró con una mujer muy peculiar que la abordó apenas tocó la acera.
—¿Es usted Myoui Mina?—Preguntó con una extraña educación. En su mirada se veía como juzgaba su vestimenta y por su rostro podía deducir de quién se trataba, si era quien pensaba solo significaba que todo se iría por el caño.
—Lo soy. ¿Con quién tengo el gusto?—Cuestionó con su mirada más seria.
La mujer sonrió sin amabilidad, sus ojos eran filosos y desdeñosos, pero no podía negar que se le hacían demasiado familiares.
—Soy Im Boa, creo que no debo dar más explicaciones. Aunque me gustaría que tuviéramos una charla a solas—Contestó con aires de importancia brotando, si no fuera por el parecido con Nayeon pensaría que es una simple mujer que engatusó a un empresario y que tomaba el apellido de este para ser importante, o más bien creerse importante.
Mina mordió su labio inferior sin dejar de mirar a la mujer. Sabía que si hablaba con ella terminaría probablemente con una advertencia de dejar ir a Nayeon, sin embargo, asintió sintiendo que su orgullo de alfa salía a relucir intentando no ser pisoteado por una omega que era tan opulente. Se subió al auto junto a la mujer en el trayecto más incómodo de su vida hasta llegar a un café cercano donde tomó asiento frente a ella esperando que dijera lo que sea que le tenía para decir para poder escapar de sus garras. La actitud de la mujer se sentía hostil y tensionante aunque esta parecía muy tranquila pidiendo una té a la mesera con esa voz elegante que sabía sería como una cuchilla de doble filo.
—No vengo a hacerte perder mucho tiempo. Sé que eres universitaria y que el tiempo de un estudiante es demasiado importante—Comenzó a hablar después de la mesera se retiró—. No sé qué se le pasó a mi hija a la hora de pedirle a alguien tan menor ser su amante. Supongo que no la eduqué lo suficiente—Miró a Mina unos segundos mientras se acomodaba contra el respaldo de la silla con sus piernas cruzadas—. Eres bien vista, eso no lo negaré aunque eso no quita que no te sabes vestir y que vives en un departamento que cuesta lo que cuestan los baños de mis corgis semanalmente—Aprovechó el momento de alardear, la sonrisa presumida en sus labios hizo que Mina cerrara su puño con fuerza bajo la mesa—. Sin embargo, querida, una cara bonita no deja de lado que no estás a la altura de mi hija, la CEO de una de las empresas más grandes de nuestro país quien tiene que ir de la mano de un alfa con estatus. Un alfa que pueda pagar por la boda si se casan, que tenga trajes bonitos y que sepa que mi hija no es una mujer que va a comprar con un simple anillo de Bacardi cuando definitivamente merece uno de Tifanny. Por eso, de la mejor forma, te pido que te alejes de ella—Finalizó sin tomarse un tiempo de respirar adecuadamente. Lo soltó sin ningún remordimiento, aún cuando vio como la expresión de Mina decaía lo suficiente.
—¿Ya terminó?—Cuestionó la japonesa queriendo pararse de esa silla para huir de allí con su corazón destrozado.
Boa negó y se enderezó sin quitarle la mirada de encima.
—De hecho, no. Si aún tienes esperanza de que mi hija te quiere más allá de ser una alfa joven que pudo satisfacerla en su celo, déjame decirte que el sábado salió a cenar con la maravillosa hija de los dueños de la cementera Yoo, si es que alguien como tú la conoce—Hizo una pausa y la miró con desdén—. Se ven tan lindas juntas que yo creería que habrá una boda pronto...
Mina dejó de escuchar. La ira, el dolor y las ganas de llorar la estaban lanzando a un tipo de trance en el que se negaban a escuchar más de lo que decía aquella mujer con tanta maldad que le impresionaba. Ella simplemente prefería que su hija fuera infeliz a que estuviera con alguien como ella, alguien común y mundano que no le daría ni la mitad de lo que tenía.
—...Por favor sigue con tus estudios como lo hacías antes de conocerla. Será lo mejor para ambas—Finalizó con una sonrisa. De nuevo no era amable, parecía de satisfacción al ver lo descompuesta que estaba Mina, pero que intentaba camuflarlo lo mejor posible.
Mina se levantó como si de un resorte se tratara y miró a la mujer tratando de verse fuerte e imponente, como una alfa regular lo haría.
—Puede estar segura de que no haré nada. Hasta luego—Con eso fue suficiente para irse sin siquiera mirar a aquella omega.
Su mandíbula temblaba, pero no se permitió llorar hasta estar lo suficientemente lejos del lugar donde pudo dejar salir todo sin ninguna barrera sintiendo que se desgarraba al recordar las palabras de la mujer. Solo rondaba en su mente que Nayeon tenía a otra alfa, que sí tenía dinero y que sí podía estar con ella sin ningún remordimiento. No pudo evitar sentirse usada culpando de mentirosa a Nayeon por decir que la necesitaba ese día. Tal vez era una despedida. Nunca la quiso. Fue una mentirosa al hacerla creer que ella era una alfa diferente y que sí le importaba lo suficiente, pero solo fue un muñeco.
Uno que se utilizó hasta que apareció el verdadero amor de Nayeon.
—Maldita mentirosa...—Murmuró en un sollozo dejando que el llanto la consumiera.
Im Nayeon sería una desconocida para ella a partir de ese día.
[...]
—Así que corriste a los brazos de Mina después de que Jeongyeon te dejó en tu casa—Rectificó las palabras de su mejor amiga con una sonrisa—. Eres un caso, Nayeon.
La castaña rió después de tragar su bocado de arroz con serenidad.
—Mina es a quien quiero, Jeong es divertida, pero...simplemente no es Mina—Puntualizó ganándose un asentimiento por parte de la pelirrosa.
—Realmente estás enamorandote de esa mocosa, pero puedo entenderlo. Ella es alguien con quien no te topas dos veces en la vida—Contestó Sana antes de llevarle un buen pedazo de carne a la boca.
Habían decidido almorzar juntas cerca de la empresa y lo estaban haciendo con tanta tranquilidad que Nayeon no se había percatado que Yoo le había texteado con anterioridad.
—¿Crees que si le pido formalizar se asuste?—Cuestionó Nayeon dejando sus palillos de lado.
Sana negó con su cabeza mientras fruncía el ceño.
—Apuesto que te dirá que sí sin pensarlo.
Nayeon sonrió con cara de enamorada cosa que Sana aprovechó para burlarse de ella. Ambas siguieron almorzando y riendo totalmente ajenas a que en el otro lado de la ciudad la alfa de la que hablaban estaba con el corazón destrozado gracias a Im Boa.
—No lo estropees, Yoo Jeongyeon—Amenazó la omega apuntando a aquella alfa joven quien asentía con las manos en el aire.
—Lo prometo, Boa. O debería decir, ¿suegra?—Replicó Jeongyeon ganándose una sonrisa cómplice de la mayor.
Ella no permitiría que Nayeon se involucrara más con Myoui Mina.
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I want you.
FanfictionNayeon es una omega autoritaria que después de mucho esfuerzo y de forjar su carácter pudo heredar la empresa de su padre. Sabe que no quiere pareja pero sus celos le piden con desesperación un alfa que pueda calmarlos, parece que ni sus pastillas l...