Problemas paternales

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Obvio hay que ambientar este capítulo con Daddy issues, sentía que era pecado no poner la canción mientras escribía.

Narrador omnisciente:

Desde que tenía memoria, Mina se había llevado mal con su padre, sobre todo cuando descubrió que era alfa a los dieciséis años cosa que fue un orgullo para su padre quien se jactaba de tener un hijo y una hija que eran alfas. Mina fue celebrada por todos como si hubiera hecho la mejor hazaña de su vida por ser una simple alfa, se agobió lo suficiente para ignorar los comentarios de lo alabados que eran los alfas en su familia mientras veía a los omegas siendo sumisos y callados. Era un contraste muy significativo sobre todo cuando se reunían los hermanos de su padre con él, traían unicamente a sus hijos alfas para conversar y dejaban de lado a los omegas e incluso a los betas, cuando le tocaba a su familia ser la anfitriona su padre se sentaba en un sillón junto a su hermano y también con ella mientras su madre se encargaba de estar justo detrás de ellos con la cabeza gacha. Tantas veces le preguntó por qué ni siquiera saludaba a los hermanos de su padre sin una obtener más que un: "Los omegas no debemos hablar a menos de que se nos exiga hacerlo" con eso tenía suficiente para frustrarse y dejar de lado el tema. Al cumplir sus dieciocho había decidido dejar a su familia por su bien, la situación que colmó el vaso fue una donde vio como una de sus primos omegas era golpeado simplemente por levantarse sin que se lo hayan ordenado, fue tanta impresión ver la violencia que ejerció su padre contra él que decidió abandonar la sala al instante. No podía vivir más en esa casa, lo sabía muy bien desde que notó las asquerosas reglas jerárgicas allí.

—¿Planeas ir a algún lado?—Preguntó la voz de su hermano tras ella. Su maleta estaba casi lista bajo la penumbra de la medianoche, era mejor escapar mientras pudiera.

Detuvo sus movimientos para voltear la cabeza, su hermano era igual a su padre o podría ponerlo como peor. Compadecía a la omega que se casara con una escoria como él.

—Sí, lejos de aquí donde no tenga que tratar así a las personas—Contestó con brusquedad volviendo hacia la maleta.

Sunghoon se acercó y la detuvo tomándola por la muñeca.

—¿Acaso eres idiota? No vas a tener la misma vida yéndote de aquí. ¿El dinero no es razón suficiente para aguantar?—Cuestionó con seriedad. Mina se zafó con fuerza sin importar que su hermano se tambaleara por esta.

Lo miró a los ojos unos segundos antes de responder.

—Prefiero vivir como una persona común que tener que ver como agreden a un omega solo por existir. ¿De qué sirve tener dinero si eres una mierda de persona? Dime, Sunghoon.

El pelinegro se quedó en silencio unos segundos en la misma posición, afuera solo se escuchaban las copas de los arboles moviéndose con fuerza por los vientos que hacían en las noches de verano.

—Siempre me pregunté por qué no actuabas como papá esperaba. Ustedes dos son muy parecidos aunque quieras negarlo...Aún así eres tan débil y vulnerable como una omega en vez de ser una alfa que demuestre su dominancia con los omegas—Se acercó más y la tomó de los hombros. Mina lo miraba fijamente con sus ojos azabaches—. ¿Por qué no puedes ser una alfa normal, Mina?

Aquella pregunta resonó en la cabeza de Mina. Apretó sus labios con nerviosismo y se hizo para atrás buscando que su hermano no viera el momento en que flanqueó, él no la estaba deteniendo del todo porque sabía que estaría más que complacido con quedarse los millones que tenía su padre en propiedades, pero eso la tenía sin cuidado. No le interesaba el dinero de su padre en lo absoluto. Se apresuró a cerrar la maleta y caminó a la puerta decidida a irse, pero antes de cruzar umbral se volvió hacia el alfa.

—La diferencia entre ustedes y yo es que yo si veo a los omegas como personas valiosas mientras ustedes los ven como un objeto con el cual realzar su falsa importancia—La mirada en la cara de su hermano era indescifrable, no sabía muy bien si estaba sorprendido, enojado o simplemente serio—. Diselo a papá. No me tomaré la molestia de despedirme de él.

Con esas últimas palabras se fue exactamente cuatro años atrás. No miró atrás ni un solo segundo, con sus ahorros llegó a Corea y subsistió gracias a que consiguió un trabajo en una cafetería cercana a Gangnam. Mucho después de ganó la beca para estudiar lenguas modernas en la universidad de Seúl, ahí conoció a Chou Tzuyu quien se volvió su amiga inseparable. La misma a la que veía dormir con tranquilidad en ese momento, había decidido quedarse con ella unos días mientras su enojo disminuía, pero ya estaba pensando seriamente en mudarse, definitivamente Shuhua no le gustaba y nunca la vería como su omega. Sabía que había cometido un error al darle cuerda a su enamoramiento pasando su celo junto a ella, pero estaba en el momento justo para alejarse de ella sin sufrir más daños. En cuanto a la empresaria, estaba demasiado confundida por sus acciones, esos días había reflexionado lo suficiente para aceptar que estaba enamorada de Im Nayeon, aunque no estaba segura de si el sentimiento seguía siendo mutuo.

Con calma salió de la cama de Tzuyu, caminó hasta el sillon donde tomó unos pantalones y una camiseta para después salir de la casa de su amiga en busca de despejarse un poco. Eran las siete de la mañana, el viento fresco golpeó sus cabellos azabaches mientras ella seguía su camino a la cafetería más cercana en busca de un buen capuccino que la despertara. Caminó unas cuantas cuadras hasta que sintió que la seguían, pensando en que sería de nuevo Moon decidió voltear dispuesta a darle un buen puñetazo de una vez, pero en vez de eso se encontró con un hombre alto con su cabello oscuro perfectamente peinado y con su traje gris oscuro reluciendo. Sintió un leve mareo, sus ojos no podían creer que después de cinco años lo estaba viendo frente a ella.

—Hola, Minari. Papá te extrañó—Habló con esa voz gruesa perfectamente reconocible mientras abría los brazos hacia ella.

Un escalofrío la recorrió. ¿Por qué su padre había dado con ella cuando Seúl era una ciudad tan grande? No tuvo que pensar mucho para recordar que era un hombre ágil y de contactos.

—¿Qué pasó? ¿No estás feliz de verme? Parece que el gato te comió la lengua—Bufó con diversión y su mano guantada cayó sobre su tenso hombro—. No has cambiado nada estos años, Mina. O bueno, sí, ahora eres una alfa que orquesta peleas entre omegas—Una sonrisa se escapó de sus labios.

Carajo. Ya lo sabe todo; pensó Mina tragando saliva. Akira al ver que su hija no respondió se limitó a hacerle una seña a uno de sus guardaespaldas que esperaba en una distancia considerable, el hombre se acercó y usando un poco de fuerza hizo que Mina caminara hacia el Aston Martin parqueado al otro lado de la calle.

Debía ser una jodida broma.

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