Decepcionada

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Narrador omnisciente:

Mina miraba en silencio a las cuatro chicas que estaban en dos celdas diferentes con varios moretones, aruñazos y con el cabello enmarañado. Tzuyu hablaba con el oficial a cargo, demasiado avergonzada para siquiera darle una mirada a su novia. Habían sido avisadas por una de las chicas del equipo de béisbol así que corrieron a la estación de policía más cercana encontrándose con que todo era verdad.

—Escuché que se estaban peleando por un alfa—Las voces de uno de los policías de la estación hablándole al otro la hizo voltear disimuladamente—. Imagina tener esas cuatro bellezas peleando por ti, ¡woah!, ese alfa es afortunado.

Mina estaba más que avergonzada, al contrario de lo que pensaba el policía. Ella causó esa tonta rivalidad por no saber poner límites, ni siquiera había sido sincera con sus sentimientos por lo que sentía que toda la culpa estaba recayendo en ella.

—Ya le dije que no es posible sacarlas a las cuatro, por precauciones es mejor que solo se vayan dos con usted y las otras dos las saquen un familiar o alguien cercano—Repitió el oficial a Tzuyu quien tenía una cara larga, Mina podía deducir que su relación con Miyeon peligraba en ese punto—. Así que, escoja dos y lárguense.

Mina se recostó contra uno de los escritorios vacíos, iban a ser casi las nueve de la noche y la estación estaba casi vacía. La alfa castaña suspiró sonaramente antes de acercársele con una cara de estrés, le dio una mirada a Mina antes de meter las manos en sus bolsillos buscando un cigarrillo.

—¿Cómo carajos terminamos en esto? Deberíamos dejarlas en esta maldita estación hasta mañana para que aprendan a ser personas civilizadas—Espetó con malhumor poniendo el cigarrilo en sus labios.

Mina se quedó en silencio unos segundos mientras volvía a ver hacia las celdas.

—¿A quiénes te llevarás?—Cuestionó.

—Es más que obvio que a Miyeon y a Shuhua, pero te juro que no las quiero ni ver, hicieron un espectaculo por semejante estupidez—Apretó el puente de su nariz y dejó salir el humo de sus belfos—. No sé si tú quieras sacar a Nayeon, aunque sería una buena lección para ella. Apuesto que no ha pisado un lugar como estos en su vida.

Y no se equivocaba, por ver la cara de preocupación de la castaña sabía que no la estaba pasando tan bien. La japonesa suspiró rascándose la cabeza, respondería que sí la sacaría, pero no pudo por escuchar como un hombre entraba de golpe por la puerta e iba directamente hacia el oficial de cargo con una mirada prepotente y una postura amenazadora.

—Deje salir inmediatamente a Im Nayeon y a Minatozaki Sana—Ordenó con voz mandona.

El oficial alzó su mirada unos segundos dejando de lado los papeles que estaba leyendo. Mina analizó a aquél hombre, tenía un traje costoso y le parecía haberlo visto en otro lugar solo que no podía recordar en dónde.

—¿Quién es usted que se cree que puede venir a dar ordenes como si nada?—Cuestionó el oficial con el ceño fruncido.

El hombre sonrió falsamente mirando al oficial.

—Soy Im Kenzo. Te recomiendo que las saques inmediatamante o con una sola llamada te tendré en la jodida calle—Amenazó y el hombre se apresuró a levantarse para dirigirse a la celda.

El aura dominante del castaño no pasó desapercibida por Mina, se sintió tonta por no ver el gran parecido con la omega y como sus actitudes eran similares, aunque Nayeon no era tan prepotente como él. Mina apretó su mandíbula escuchando como las rejas se abrían haciéndose a un lado y al instante salían las dos mujeres como si la celda quemara como una llamarada. Sus ojos se encontraron efímeramente con los de Nayeon quien apartó su mirada al instante con vergüenza. Tzuyu levantó una de sus cejas sin quitar la mirada de Sana quien parecía más tranquila que su mejor amiga a pesar de tener un gran rasguño en su mejilla y su nariz hinchada.

—Perdone las molestia señor Im. Esperamos que sea la última vez que veamos a alguien como la señorita Nayeon en este lugar—El oficial hizo una reverencia y volvió a su sitio.

Kenzo atajó a su hija al instante tomándola con fuerza de su brazo, comenzaron a salir del lugar sin dirigirle ni una palabra a Mina. La japonesa decidió desviar su mirada hacia la otra celda hasta que escuchó como la puerta se abría de golpe nuevamente, creyó que ya se habían marchado, pero para su sorpresa una pelinegra alta revisaba a Nayeon con preocupación en su rostro mientras Kenzo la miraba más apasible.

Su mente al instante conectó las cosas. No había que pensar mucho para concluir que ella era la alfa de la que habló Im Boa, se veía tan atractiva y con esa ropa tan fina que intimidó a Mina. Nayeon huyó levemente del tacto de la alfa diciendo un "estoy bien" y terminó por ser tomada de la mano por Jeongyeon, no sin antes mirar a Mina por unos segundos como si ya supiera quién es. Desaparecieron por la puerta dejando a Mina allí parada sintiéndose derrotada, no supo cuánto estuvo así; pero cuando volvió en sí, vió como Miyeon salía junto a Shuhua de la celda.

Una mirada decepcionada bastó para hacerle saber a Shuhua que no la quería ver después de que saliera de la estación de policía.

[...]

Nayeon tenía su vista fija a la alfombra de la sala de estar de la casa de sus padres, escuchaba los pasos de un lado a otro de su madre quien murmuraba cosas para ella misma. Los vídeos del espectáculo que dió en la universidad ya se habían viralizado y habían reconocido que ella había sido una de las participes de semejante acto bochornoso, su padre bebía whisky furioso en un extremo de la habitación mientras su hermano solo la miraba en silencio. Jeongyeon se había marchado apenas la dejó en la casa de sus padres oliendo los problemas y la bronca que se le vendría encima.

—¡No me cabe en la cabeza que hayas hecho esa estupidez por un alfa!—Espetó su madre parando en seco unos segundos. Se veía histérica como si fuera la reputación de ella la que se viera afectada.

—Mamá...

—¡Shh! No quiero escucharte decir nada. ¿Qué excusa darás para eso? Parece que no tuvieras clase rebajándote con esas universitarias como si fueras cualquiera. ¿EL TÍTULO DE CEO NO TE ALCANZA?—Su voz se quebró por la cólera justo al final. Kenzo se levantó de su lugar y caminó hacia su mujer intentando calmarla, habló por lo bajo para que solo ella escuchara mientras Nayeon miraba a su hermano.

Jaebum no decía nada. No parecía querer participar ante algo así, sobre todo por el rencor de sus padres ante sus decisiones para dejarle el puesto a su hermana. Finalmente, Boa cedió saliendo de la sala, Kenzo se acercó a su hija menor mirándola con severidad.

—Esta vez será muy difícil cubrir eso. Simplemente no sé en qué pensabas, pero si tienes que hacerlo por un alfa siento que no vale la pena—Con eso salió tras su mujer dejando a los hermanos solos en la sala.

El silencio perduró varios minutos. Nayeon se sentía cada vez más pesada en su sitio con sus ojos fijos en la alfombra. El pelinegro suspiró mientras se levantaba para caminar hasta donde estaba ella y en vez de decirle algo hiriente como lo hicieron sus padres simplemente la abrazó.

Nayeon dejó salir el llanto que había apresado todo ese tiempo siendo consolada por su hermano mayor como en los viejos tiempos.

I want you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora