𝘾𝙐𝘼𝙏𝙍𝙊

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>> Vi toda mi vida como si ya la hubiera vivido, un interminable desfile de fiestas y bailes, yates y partidos de polo. Siempre con gente intolerante y la misma plática vacía. Me sentía como si estuviera al borde de un gran precipicio sin nadie que me ayudara. Nadie se preocupaba, ni se daba cuenta.<<

Sin resistir más, Jimin salió corriendo de aquella cena tan sofocante. Si alguien prestase un poco de atención a algo más que el costo del vino y los vestidos, podría escuchar las botas de tacón bajo del pelirrojo resonando en la madera.

Estaba en su límite. Sin querer se llevó a unas cuantas personas por delante, incluyendo a un guardia que intentó llamar su atención, sin éxito alguno. Las lágrimas brotaban sin parar y los esfuerzos de Jimin por acallar su llanto eran cada vez menos.

A tropezones llegó a la popa del barco, la zona de la tercera clase. Tan silenciosa y callada, claro que el joven estaba tan abrumado por la ansiedad que no prestó atención a las personas que pudiesen estar cerca, específicamente, un hombre de cabello rubio que fumaba tranquilamente recostado en un banco viendo las estrellas.

Llegó hasta el borde del lugar y vio el mar, escuchó el sonido de las olas, dio una última mirada hacia atrás y subió el barandal, apoyándose de una cuerda que colgaba de un tubo de metal que tenía al lado. Pasó un pie a la vez, hasta estar al otro lado del barandal. Muy difícil no era adivinar qué era lo que este iba a hacer. Parecía ser la única opción que le quedaba para escapar de aquel estilo de vida tan miserable, tenía que serlo.

Se inclinó levemente hacia el agua sin soltar el barandal, dio unas cuantas respiraciones y se preparó lo que iba a pasar.

— No lo haga. — Jimin volteó y vio como un rubio se acercaba lentamente hacía él.

— No camine. — Advirtió. — No se acerque más.

— Por favor. Solo deme su mano, le ayudaré a subir. — Aceleró su paso y extendió su mano para que Jimin fuese capaz de alcanzarlo. O tal vez para que YoonGi pudiese alcanzarlo si el pelirrojo cometía una locura.

— ¡No! Quédese donde está o me suelto. Lo haré. — YoonGi levantó su cigarrillo, le dio una última calada y lo tiró al mar, aprovechando todo eso para estar más cerca del menor. Metió ambas manos en sus bolsillos y miró a Jimin.

— No lo hará. — Dijo confiado. Confianza que pareció irritar a Jimin

— ¿Qué quiere decir con eso? No presuma de saber lo que haré y lo que no haré, no me conoce

— Bueno, ya hubiera saltado. — Dijo con simpleza.

— Me está distrayendo ¡Váyase!

— No lo haré. Ya soy parte de esto. Si se suelta yo tendré que saltar detrás de usted. — YoonGi comenzó a quitarse uno de sus abrigos y lo tiró al suelo.

— No sea absurdo. Morirá.

— Soy buen nadador. — Apoyó su pie en el ancla y se dispuso a desamarrar sus trenzas.

— La caída lo mataría. — Dijo esta vez el pelirrojo más relajado, como si no estuviese a punto de saltar al agua.

— Si dolerá. No digo que no. A decir verdad me preocupa más que el agua esté tan fría. — Se quitó el zapato izquierdo y repitió el mismo proceso con su otro zapato. El pelirrojo pareció dudar de sus acciones.

— ¿Qué tanto?

Con desinterés casi genuino el rubio respondió: — Congelada. Un par de grados bajo cero ¿Alguna vez ha estado en Wisconsin? — Jimin frunció el ceño, parecía confundido.

— ¿Qué?

— Ahí tienen uno de los inviernos más crudos. Yo crecí ahí cerca de Chippewa Falls. Recuerdo cuando era niño, mi padre y yo fuimos a pescar en hielo al lago Wissota. — Jimin ya había perdido el rumbo de la conversación y YoonGi solo intentaba evitar una muerte. Parecía que Jimin no iba a contestar. — Pescar en hielo es cuando-

— ¡Sé lo que es pescar en hielo! — Gritó.

— Lo siento. — Levantó las manos en señal de disculpa. — Es solo que parece usted un chico con clase. En fin, yo... — Pareció dudar de si continuar con su historia pero Jimin volteó interesado en escuchar. — Me caí a causa del hielo delgado y créame que agua tan fría como la de ahí golpea como cinco mil cuchillos hiriéndonos por todo el cuerpo. No puede respirar, no puede pensar, no en algo que no sea el dolor por lo menos. — Dejó de mirar el mar y se separó del barandal. — Por eso no me ilusiona mucho tener que saltar detrás de usted. Pero como dije, no tengo elección. — Se quitó su último abrigo y lo tiró junto al resto de sus pertenencias. — Espero que reconsidere y suba por la barandilla. Y me libere de esto. — Si lo que acababa de hacer no funcionaba, YoonGi no sabría qué más hacer.

— Está loco. — Tal vez no iba a funcionar.

— Eso es lo que muchos dicen pero. — Nadie sabe en qué momento se había acercado tanto al pelirrojo pero así fue. — Con todo respeto señor, no soy yo el que está colgado de la popa. Por favor, deme su mano. — Volvió a extender su mano solo que esta vez al lado del pelirrojo. — Usted no quiere hacer esto. — Y como si todos sus rezos hubiesen sido escuchados, Jimin le dio la mano a aquel extraño que había demostrado más preocupación que toda su familia. Se acomodó lentamente hasta estar frente a frente con el rubio. — Soy Min YoonGi.

— Jimin DeWitt Bukater.

— Va a tener que escribirme su apellido. — Una risa nerviosa fue lo que salió de Jimin y una sonrisa sincera era lo que YoonGi le ofrecía.

— Es broma. Soy Park Jimin.

— Me alegra saber que su humor está intacto en momentos como este. Vamos. — El menor intentó subir la barandilla pero la humedad del clima fue su enemiga. Se resbaló y el pánico invadió a ambos jóvenes. Jimin se aferraba a la mano de YoonGi y YoonGi intentaba mantener la calma y reunir toda la fuerza que no poseía para salvar a Jimin. Las lágrimas volvieron a brotar en los ojos del pelirrojo solo que esta vez acompañadas de gritos de auxilio que no ayudaban mucho a los intentos del rubio por levantarlo. — Lo tengo. Vamos. Suba. — Jimin intento subir sosteniendo una de las barandillas y no se sabe si fue el sudor de sus manos o el hecho de que el metal estuviese mojado. Se volvió a resbalar, esta vez, siendo víctima de un miedo mayor al de la primera resbalada.

A lo lejos los guardias pudieron escuchar los gritos de Jimin y salieron en su búsqueda, mas no llegarían a tiempo para salvar al joven. YoonGi hizo un intento por callar a Jimin, le aseguró que jamás lo soltaría y por poco probable que sonase, el menor se calmó e intentó subir por segunda vez.

Jimin se sostuvo de YoonGi por encima de sus hombros y bajo el fuerte agarre que YoonGi ejercía sobre su cintura, cayeron al suelo. Uno encima del otro. Los guardias llegaron y lamentablemente malinterpretaron dicha escena. Cómo no hacerlo: Jimin tenía partes de su pantalón rasgado, parte de la camisa desabotonada y la respiración tan acelerada como la del rubio; YoonGi se quitó de encima de él apenas llegó la seguridad pero ya todo había sido malinterpretado.

— ¡Da un paso atrás y no te muevas! 

𝑻𝑰𝑻𝑨𝑵𝑰𝑪 | 𝒀𝑴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora