20. No soy tuya

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Tragué saliva, tratando de ordenar las ideas en mi cabeza y aclarar mi garganta, abrí la puerta de golpe, él se dio la vuelta y me miró asustado, guardó silencio unos segundos, me dio una sonrisa fingida y siguió hablando.

– Tengo que irme hermanita – volvió a guardar silencio, supuse que estaba escuchando al interlocutor – está aquí Alba, yo le doy tus saludos, sí, ella también te manda saludos, un beso y mañana hablamos – agregó y finalmente colgó – buenos días cariño – dijo dándome un beso pero yo moví la cabeza y me lo dio en la mejilla – era Carla, está de vacaciones.

No le respondí nada, sólo asentí con la cabeza, ¿desde cuándo Issac le llamaba princesa a su hermana?, ¿por qué me sentí mal al escucharlo?, si me engañaba yo le estaba haciendo lo mismo, creo que al final lo que duele es el orgullo o quizá yo era la que me seguía haciendo rollos extraños en la cabeza por el peso de la culpa, la pregunta era ¿qué sentía yo por Issac?, tenía que encontrar la forma de averiguarlo.

Cogí su cara con mis manos y lo miré a los ojos, se veía nervioso, trataba de esquivar mi mirada y entonces lo besé dulcemente, él titubeo, pero al final puso sus manos en mi cintura y yo corrí las mías hacia su cuello, terminó por abrazarme completamente y el beso se intensificó un poco, yo bajé mis manos a su espalda y de pronto, se escuchó un fuerte carraspeo que nos hizo romper el beso, pero permanecimos abrazados.

– Lamento la interrupción – dijo Natalia visiblemente molesta, con el ceño fruncido, apoyada en la puerta con los brazos cruzados y los puños cerrados.
– No te preocupes Natalia, lo dejaremos para después, ¿verdad amor? – respondió Issac sin soltarme y me dio un corto beso en los labios.
– Pueden aprovechar más tarde cuando María y yo vayamos al supermercado – exclamó en tono sarcástico y pude notar como apretaba más los puños.
– Voy a preparar café – dije separándome de Issac y pude sentir la mirada asesina de Natalia aun estando de espaldas.
– Issac, ¿me puedes dar las llaves del Audi?, por favor.
– Claro, voy por ellas, las dejé en la habitación.

En cuanto Issac salió de la cocina, Natalia me sujetó fuertemente por el brazo y me hizo girarme para mirarla.

– ¿Qué parte no te quedo clara de que no permitieras que te tocara? – recriminó furiosa.
– Es mi novio, no puedo estar rechazándolo cada dos por tres sin razón.
– Eres mía Alba, sólo mía y si no quieres que le tumbe los dientes al imbécil ese, vas a buscarte un pretexto muy bueno para que ni siquiera te mire.
–Suéltame que me estás haciendo daño, solo te digo dos cosas, no soy de nadie y no eres nadie para exigirme nada, recuerda que lo nuestro es sólo sexo sin compromiso, fue fácil conseguirlo y con esa misma facilidad se puede acabar.
– Estás muy equivocada si piensas que te voy a dejar ir con facilidad, me perteneces, no lo olvides.
– Que dejes de decir que te pertenezco, sigue siendo así de gilipollas y esto se acaba a la voz de ya. No soy un objeto Lacunza, puedo tomar mis propias decisiones, no lo olvides tú.

Se escucharon los pasos fuertes de Issac y entonces me solté. No supe de donde saqué fuerzas para decirle eso, lo que había entre Natalia y yo no era sólo sexo, al menos no de mi parte, y debía reconocer que por un lado me sentía feliz por esa pequeña insistencia de Natalia de dejarme ver que le importaba, pero estaba muy equivocada si pensaba que íbamos a llegar a algo siendo así de posesiva y celosa, aunque no sabía si los provocaban un sentimiento afectivo o sólo era su orgullo de alguien herido.

Issac y María entraron a la cocina, ella abrazó de nuevo muy efusiva a Natalia y sentí un dolor en el pecho, después me saludó a mí muy entusiasta como siempre, yo le sonreí, pero la tensión se sentía en el aire.

Desayunamos ahí, casi en silencio, sólo María e Issac hablaban de vez en cuando. En cuanto terminé, subí a mi habitación a cambiarme, me puse unos vaqueros y un suéter. Issac subió después y me abrazó por detrás, pero me separé argumentando que no estábamos solos y que no era nuestra casa. Él aceptó sin recriminaciones y empezó a cambiarse de ropa y yo bajé. Escuché las risas de María provenientes de la parte trasera de la casa, resoplé y caminé hacia allá, estaba jugando ping pon con Natalia, quien se puso seria al verme.

Minutos después llegó Issac y entonces María propuso que jugáramos los cuatro. El juego empezó tranquilo, pero de repente, Natalia empezó a golpear la pelota demasiado fuerte mandándosela a Issac que le respondía de la misma manera, María y yo nos quitamos al ver lo agresivo que se estaba poniendo el asunto. Natalia miraba con rabia a Issac y se notaba que tenía todas las intenciones de golpearle con la pelota y si no hubiera sido porque Issac era muy hábil para devolvérsela, lo habría conseguido.

María me sugirió que entráramos a casa y no muy convencida lo hice ya que ella prácticamente me arrastró al interior, pero yo estaba sumamente nerviosa por lo que pudiera pasar entre ellos si se quedaban solos. Ella encendió el televisor y empezó a cambiar de canal en canal hasta que encontró algo que le llamó la atención, era un partido de fútbol y gritó emocionada porque su equipo favorito estaba jugando. Más tarde entraron Natalia y Issac y éste también se entusiasmó porque era gran aficionado de ese deporte, así que se sentó al lado de María en el sillón.

– ¿A caso te gusta el fútbol? – preguntó sorprendido.
– Uy sí, desde pequeña, mi padre jugaba, aunque nunca estuvo en un equipo profesional.
– ¿Y a qué equipo le vas?
– Al Atlético de Madrid.
– ¿Bromeas?, yo también.
– Choca esos cinco amigo
– exclamó entusiasmada y le extendió la mano que Issac se la chocó– ojala que ganen, acaba de empezar el partido.
– María, ya habíamos quedado en ir al supermercado
– dijo Natalia seria.
– Pero baby, sabes que cuando el Atlético juega el mundo desaparece para mí, vamos cuando termine, ¿sí?
– Y tú sabes que a mí eso me aburre.
– A Alba también
– intervino Issac.
– Entonces vosotras, par de aburridas, id a hacer las compras mientras mi amigo Issac y yo vemos el partido.
– Sí, es buena idea y de paso traen unas cervezas
– agregó Issac.

Natalia me miró y entró a la cocina por las llaves del coche, que había dejado ahí cuando se las entrego Issac. Yo no estaba muy segura de ir, lo que menos quería era que empezara con reproches otra vez, pero al ver que María y Issac estaban ensimismados viendo el televisor y yo no encontrar otra cosa que hacer, decidí acompañar a Natalia, al fin que iríamos a un lugar lleno de gente.
Caminé hacia el coche y Natalia me abrió la puerta para que subiera, ella rodeó el coche y entró, sin decir nada, lo puso en marcha y la radio empezó a sonar.

I'm looking through you
While you're looking through your phone
And then leaving with somebody else
No, I don't want your body
But I'm picturing your body with somebody else


– Perdóname, no debí tratarte así en la mañana – empezó a decir mientras la canción seguía sonando – pero, me enferma la idea de pensar que él te toque, sé que es tu novio y que yo sólo soy una extraña en tu vida, que ni siquiera nos conocemos bien – guardó silencio mientras le tocaba un semáforo en rojo – sólo no puedo procesar esa idea, lamento mucho haber perdido los estribos Alba, por favor, perdóname.
– No me gusta que me trates como un objeto, sé que nuestra... lo que sea que tengamos, empezó de forma extraña, pero eso no te da derecho a que me trates así.
– Lo sé, estoy muy arrepentida.
– Y después, ¿qué fue todo ese despliegue de... lo que sea que fuera eso en el ping pon?
– Una forma muy infantil de... demostrar quién es el mejor.
– Eso no se demuestra así Natalia, no necesito un súper machomen a mi lado.
– ¿Me perdonas?
– preguntó con cara de arrepentimiento.
– Lo voy a pensar y ahora sí es en serio.
– ¿Qué tengo que hacer para que me perdones?
– Comportarte como la adulta que eres y pensar con la cabeza y no con el pene.
– Lo intentaré.
– Cuando lo hagas, entonces hablamos
– dije firme y miré por fuera de la ventanilla.

Llegamos al supermercado y Natalia se bajó a abrirme la puerta, me tendió su mano para que me apoyara, no pude negarme a su gesto y cuando salí del coche quedamos cerca mirándonos, pero yo desvié la vista y comencé a caminar sin esperar a que cerrara la puerta del coche. Después me alcanzó y entramos al lugar. Tomó una canastilla y me guio por uno de los pasillos.

Desconocidas - Albalia (G!p +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora