59. Al

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– Por dios, Natalia, trata de controlarte – me dijo María en voz baja.
– Es que no soporto verlos así, me dan ganas de contarle toda la verdad.
– Pues hazlo, sería lo mejor para todos, ya me estoy hartando de este jueguito, ten las agallas para pelear por lo que quieres, pero como una persona de verdad, como una rata de dos patas.
– Aunque quiera decírselo, no puedo, está de por medio la reputación de Alba, no puedo hacerla quedar mal frente a él, tal vez no me lo perdone.
– Entonces compórtate, si sigues así, Issac se va a dar cuenta, respira profundo y cuenta hasta cien en alemán.

El comentario de mi amiga me hizo reír, yo no tenía ni idea de ese idioma. Entramos al restaurante del hotel y Alba de inmediato se sentó frente a María, me ganó la risa, ella quería evitar a toda costa que la toqueteara por debajo de la mesa, yo moría por hacerle algo más que eso, pero tenía que esperar hasta la noche, tenía que ir buscando el pretexto para estar a solas con ella otra vez.

Cuando terminamos de comer, Alba fue al baño y me le quedé viendo discretamente. Un par de minutos después yo también fui hacia allá, afortunadamente no parecía que hubiese gente allí, así que entré y estaba vacío, esperé en la puerta y al momento que ella salió, la jalé y la metí a uno de los compartimentos.

– ¿Qué te pasa?, ¿estás loca? – exclamó sumamente nerviosa.
– Ya sabes que sí, no puedo estar un minuto más sin besarte.

Iba a replicar, pero mis labios callaron los suyos por medio de un ansioso beso que ella me devolvió de la misma forma, mis manos recorrieron su cuerpo y se posaron en sus pechos que empecé a masajear, su mano bajó a mi miembro que fue acariciando de a poco, mi lengua viajó a su cuello y se lo mordisqueé ligeramente, un jadeo escapó de sus labios y volví a besarla para evitar que alguien escuchara lo que estábamos haciendo, la adrenalina la sentía al máximo en mi cuerpo, era grandioso hacer cosas prohibidas con ella, como ahora, en un baño público y con el novio cerca.

– ¡Natalia! – Exclamó María tronando sus dedos en mi cara sacándome de la ensoñación – reacciona - agregó y me percaté que no me había levantado de la mesa.
– Perdón, ¿qué decías? – ni siquiera tenía idea si era ella la que hablaba o Issac.
– Que vayamos a comprar las entradas para el espectáculo musical y que mientras empieza podemos recorrer las tiendas a ver que compramos.
– Suena genial
– respondí en automático tratando de recobrar el sentido de la realidad.

En cuanto Alba regresó, salimos de ahí para comprar las entradas del dichoso evento que empezaría dentro de dos horas, las cuales se me hicieron eternas, sólo tenía una cosa en mente y me estaba desesperando, afortunadamente María me distraía, aligerando leventemente la tortuosa espera. Ni siquiera le puse mucha atención al espectáculo, miraba de reojo a Alba, un asiento nos separaba y yo moría por tocarla, por acariciarla y por besarla, pero tenía que seguir esperando a que llegáramos a la casa y aún no se me había ocurrido nada que decirle para volver a encontrarnos en el cuarto de lavadoras.

Cuando finalmente terminó el show fui la más feliz, durante el regreso a la casa fuimos comentando como había estado y una vez que llegamos, cada quien se fue a su respectiva habitación. Yo caminaba de un lado a otro en la mía y luego pegué la oreja en la puerta del baño y escuché ruidos, aunque no me quedaba claro quién era.

Me desvestí y sólo me quedé en bragas con una camiseta enorme, estaba por marcar el teléfono de Alba cuando decidí arriesgarme a asomarme al baño y la vi sin que ella se diera cuenta, regresé por un condón, luego entré y cerré la puerta cuidadosamente, puse el seguro de la que daba a su habitación, dejé el condón en el lavabo y me paré detrás de ella que se llevó un gran susto al verme ahí, alcancé a taparle la boca para ahogar el grito que emitiría y después le expliqué como había entrado ahí.

– Ahora sí enloqueciste por completo, Issac está en la habitación de al lado – exclamó moviendo la cabeza un tanto asustada.
– ¿Y a poco no lo hace más excitante? – ya sentía la adrenalina recorriéndome.

Era excepcional tenerla al fin como lo había deseado durante todo el día, besándola, acariciándola, haciéndola mía, sintiendo su humedad, como su cuerpo vibraba ente el contacto con el mío, era mucho mejor que la pequeña fantasía que había tenido en el restaurante. Veía a través del espejo la expresión de placer de su rostro, lo cual hacía que el mío aumentara al verla disfrutar, como primero se mordía los labios y después chupaba mis dedos. Minutos después llegué a un exquisito orgasmo instantes antes que ella que me mordió los dedos para no gritar.

– Estuve esperando todo el día por esto, me trastornas Alba, cada día tengo más estar contigo – se lo hice saber y luego la besé apasionadamente.

Esa noche dormí mejor que la anterior, a pesar de las muestras de cariño entre Alba y Issac me había dado cuenta que yo ejercía en ella un poder mucho mayor que él, casi estaba seguro que no lo amaba, al menos no como yo creía, yo la ponía nerviosa, se encelaba de María por verla conmigo y se entregaba a mí de una manera suprema, grandiosa y sin tapujos, sin importarle que él estuviera al lado.

A la mañana siguiente bajé a la cocina y me topé con una muy desagradable sorpresa, Alba y Issac se estaban besando y de inmediato sentí como la ira me inundaba por completo, ¿cómo se atrevía a besarla?, ¿cómo ella lo permitía? Atiné a carraspear y rompieron el beso, pero permanecieron abrazados, Issac agregó el comentario de que lo dejarían para después y de nuevo me dieron ganas de golpearlo, seguramente Alba lo notó y se separó de él, entonces le pedí las llaves del coche para que me dejara a solas con ella, en cuanto salió la sujeté del brazo.

– ¿Qué parte no te quedó clara de que no permitieras que te tocara? – exclamé enfurecida.
– Es mi novio, no puedo rechazarlo todo el tiempo – tenía que recordármelo otra vez.
– Eres mía Al, sólo mía y si no quieres que le tumbe los dientes al imbécil ese vas a buscarte un pretexto muy bueno para que ni siquiera te mire.
– Odio que me digan Al y suéltame que me estás haciendo daño, no eres nadie para exigirme nada, recuerda que lo nuestro es sólo sexo sin compromiso, fue fácil conseguirlo y con esa misma facilidad puede acabarse.
– Estás muy equivocada si piensas que te voy a dejar ir con facilidad, me perteneces, no lo olvides
– se lo hice saber aún colérico.
– No soy un objeto Natalia, puedo tomar mis propias decisiones, no lo olvides.

¿Cómo podía decir que lo nuestro era sexo sin compromiso?, para mí no lo era y casi estaba segura que para ella tampoco, ¿qué no se daba cuenta de lo que me hacía sentir?, estaba más que loca por ella y no era únicamente algo físico, los celos que sentía me lo terminaban de corroborar, yo la quería y por ningún motivo iba a permitir que saliera de mi vida, ella me pertenecía le gustara o no.

Instantes después entraron María y ese infeliz que me entregó las llaves y las dejé en la mesa. El desayuno transcurrió casi en silencio, a excepción de pequeñas líneas que decía María y que Issac le respondía. Cuando terminamos, Alba subió y casi de inmediato Issac fue detrás de ella. Entonces María me propuso que jugáramos ping pon para que sacara el enojo que visiblemente se me notaba.

Estaba logrando tranquilizarme hasta que ellos bajaron y se unieron al juego, no pude controlarme y empecé a golpear la pelota con demasiada fuerza dirigiéndosela a él con toda la intensión de darle en la cara, las chicas se dieron cuenta que prácticamente las estábamos ignorando y se quitaron de la mesa. Issac era muy hábil y lograba regresarme la pelota, hubo un momento en el que ellas entraron a la casa, él y yo seguimos jugando, ya había analizado su forma de jugar, así que hice un movimiento que no se esperaba y logré golpearlo en el hombro, me disculpé fingidamente y entonces me dijo que mejor entráramos a la casa, que ya le había dado sed así que dejamos hasta ahí el juego, al menos no me había quedado con las ganas de pegarle.

Al entrar, vi a María mirando un partido de fútbol y resultó que a él también le gustaba, así que se sentó a su lado y cuando le comenté a ella que debíamos ir al supermercado me sugirió que esperáramos a que terminara, pero yo me negué e Issac atinó a decir que a Alba tampoco le gustaba y entonces María sugirió que fuéramos nosotros por al súper. Alba parecía no estar muy de acuerdo con la idea, pero accedió.

Íbamos en el coche en completo silencio, de pronto una canción empezó a sonar en la radio, la letra me llegó, apenas y nos conocíamos, ella estaba con alguien más y lo nuestro era indebido y, tal como decía la canción, yo no podía respirar cuando pensaba en ella, a decir verdad, en lo único que pensaba los últimos días era en ella.

Entonces me disculpé, ella me recriminó y con toda razón, le di mis motivos, aunque me callé lo referente a mis sentimientos, quizá era demasiado pronto para expresárselos, me asustaba su reacción y a lo único que aspiraba en estos momentos era su perdón por mi insensato comportamiento, pero, no sabía cómo manejar los celos, era la primera vez en mi vida que los sentía y me cegaban por completo la razón, sólo esperaba que ella lo entendiera, que se diera cuenta que era mi todo y también debía recordar que no le gustaba que la llamaran Al.

Desconocidas - Albalia (G!p +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora