34. Tragedia

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Abrí los ojos con dificultad cuando sentí los tibios rayos del sol tocar mi espalda desnuda y me encontré con la imagen más hermosa frente a mí que me hizo despertar por completo, Natalia con su pelo revuelto estaba tumbada de lado mirándome y, al darse cuenta de que ya estaba despierta, me sonrió y acarició mi mejilla.

– Buenos días, corazón – dijo y me dio un tierno beso en los labios.
– Buenos días, mi amor – respondí en sus labios sonriéndole.
– Me encanta como suena eso.
– ¿Hace mucho que te has despertado? –
pregunté mientras le acariciaba la mejilla.
– Como diez minutos, te ves tan hermosa dormida, tan pacífica.
– Tú me das esa paz
– aseguré acariciando ahora sus labios – ¿qué hora es?
– 8:15
– respondió y luego besó mis dedos.
– Hora de levantarse.
– Sí, ¿quieres bañarte primero?
– Estaba pensando que... podríamos bañarnos juntas.
– Esa idea me fascina.


Nos levantamos y entramos al baño, nos lavamos los dientes. Después dejamos correr el agua de la bañera y mientras salía caliente nos besamos, luego nos colocamos debajo de ésta y nos enjabonamos el pelo mutuamente, nos enjuagamos y luego ella cogió la esponja y comenzó a restregarme la espalda, bajó a mis piernas, me giré y me lavó los pechos, el abdomen y los brazos, posteriormente yo hice lo mismo con ella. Una vez que terminamos nos abrazamos y nos besamos bajo el chorro de agua tibia, la sensación era maravillosa, excitante, pero sabía que nos estaban esperando y no intenté nada más ni ella tampoco. Cerré la llave, cogió una toalla, me secó, y luego yo a ella.

Salimos y nos vestimos, yo me puse una camisa ligera y unas bragas, ella una camisa y un pantalón. Me cepilló el pelo y yo a él, sin decirnos nada, era un momento mágico en el cual las palabras salían sobrando. Cuando terminamos bajamos con las manos entrelazadas. En el comedor estaba toda la familia y me enterneció tanto ver que Santi le estaba dando fruta a Marta en la boca, quien estaba encantada de que su marido la consintiera.

– Buenos días – dijimos Natalia y yo al mismo tiempo.
– Buenos días, hijas – respondió Claudia con una tierna sonrisa.
– Vaya, pensaba que os iba a costar más levantaros, par de... tórtolas – exclamó Santi,
– Amor, es muy temprano para que empieces a tocar las narices – dijo seria Marta.
–Cierto, mi hijo no debe enterarse de las travesuras de sus tías – señaló mientras le acariciaba el abdomen – aunque quizá pronto podrías tener con quien jugar – añadió.


Marta tomó un trozo de piña con el tenedor y se lo puso en la boca a Santi mientras todos nos reímos. Natalia y yo nos sentamos en una esquina de la mesa, frente a Elena y Maiquel que se veían nerviosos.

– ¿Listos para el gran momento? – les pregunté.
– Sí, más que lista – respondió Elena entusiasmada.
– Yo también, aunque la verdad, tengo un poco de nervios – exclamó Maiquel.
– Es comprensible, pero estoy segura que os va a ir muy bien, se ve que os queréis mucho.
– Eso sí, esta hermosa niña me conquistó desde la primera vez que la vi.
– Y tú a mí, nunca imaginé pasar mi vida con alguien más.
–La la la la la
– empezó a tararear Santi la canción Historia de amor.
– No me no me, que te que te– dijo Elena y le sacó la lengua – o te grabo dándole de comer a tu esposa y lo subo al Youtube para que te vean tus seguidores – agregó riéndose.
– Pequeña malévola, no serías capaz.
– Sabes muy bien que sí, no me pongas a prueba.
– Tranquilos chicos, no les tomes en cuenta Alba, creo que les dimos demasiada libertad cuando eran pequeños y por eso ahora se comportan así
– aclaró J.Pablo.
– No te preocupes, yo soy hija única y me hubiera encantado tener hermanos, supongo que nos llevaríamos así.
– Pues ya nos tienes a nosotros –
aseguró Elena guiñándome un ojo.
– Gracias, la verdad estoy muy sorprendida, pensé que eran la típica familia millonaria que no se prestaba atención y que cada quien iba por su lado.
– No Alba, a nosotros nos interesa mucho la integración familiar y desde pequeños se la inculcamos a nuestros hijos, sé que se molestan entre ellos porque es su forma de demostrarse cuanto se quieren
– dijo Claudia.
– Eso es bonito.
– Corazón, no sabes lo que acabas de decir, le estás dando armas al enemigo.
– ¿Me estás llamando enemigo Natalia Lacunza?, no le hagas caso Alba, no lo soy, al contrario, te admiro porque lograste conquistar a la soltera más codiciada del mundo hotelero... aunque tengo una ligera sospecha de cómo fue que sucedió
– exclamó en tono pícaro levantando las cejas.
– Amor, deja de darle ese ejemplo a nuestro hijo – intervino Marta dándole un ligero golpe en la cabeza y todos nos reímos de la expresión de Santi.

Seguimos desayunando entre bromas y anécdotas, me sentía tan a gusto rodeada de todos ellos, era una verdadera familia y deseé con toda el alma pertenecer a ella. Natalia me miraba y me sonreía, creo que estaba feliz por la aceptación que yo había tenido y por lo rápido que me había integrado a ellos. Elena nos pidió a las mujeres a excepción de Natalia que a mediodía fuéramos a su habitación para que nos arreglara el estilista que había contratado. Mientras tanto Natalia terminó por mostrarme el resto de la casa.

Como cinco minutos antes de las doce entré a la habitación de Elena que estaba sola y, me puse a curiosear las fotos que tenía en su mueble, me llamó la atención una donde Natalia se veía muy sonriente abrazando a una chica, ambas lucían muy jóvenes, debían estar en la adolescencia.


– ¿Quién es? – pregunté y Elena se acercó a mí.
– Noelia, su primera novia, ahí tenían unos quince años.
– Es muy guapa.
– Sí... lo era y una gran chica también
– ¿Lo era?
– pregunté asombrada.
– Fue una trágica historia, ¿no te la ha contado Nat?
– No, no hemos tocado ese tema.
– Espero que no me mate por decírtela, siéntate.


Me arrimó una silla y ella se sentó en la cama.

– Noelia era una pariente lejana, su familia pasaba con nosotros todas las navidades y desde pequeñas ella y Natalia eran estaban unidas, hasta que Nat le pidió que fuera su novia cuando ambas tenían catorce años, se adoraban, pero ella una vez me confesó que Natalia jamás se lo había dicho, que era súper tierna y cariñosa, sin embargo, no había pronunciado te quiero, yo se lo sugerí a mi hermana y cuando cumplieron un año de novias finalmente le dijo las dos palabras, esa foto es de ese día – hizo una pausa y suspiró con tristeza – a la mañana siguiente, que ella iba a la escuela, la atropellaron y murió instantáneamente porque se golpeó la cabeza en el filo de la calle.
– Que me dices– exclamé acongojada.
– Jamás he visto llorar a mi hermana como esa vez, quedó totalmente destrozada, incluso cayó en un estado catatónico, dejó de comer, de hablar y de dormir muchos días, a diario iba al panteón y era el único momento en el que hablaba, le decía una y otra vez que la amaba, mis padres estaban muy asustados, temían lo peor, Natalia se estaba dejando morir de a poco y no aceptaba la ayuda de nadie.
– ¿Y entonces qué fue lo que la ayudo a superarlo?
– María, ella era nuestra vecina y desde pequeñas jugaban, incluso ella se quedaba a dormir en nuestra casa y Nat en la de ella, hasta llegaron a salir juntas, con sus respectivas parejas, cuando pasó la tragedia, María estaba en Canadá y al volver se encontró con un zombie y se propuso sacarla adelante, la consolaba cuando lloraba, le compró libros de tanatología y se los leía, lo obligaba a comer, a hablar, a salir, hasta a dormir y afortunadamente Nat se dejó ayudar por ella y poco a poco lo fue superando y volvió a ser ella aunque no igual, cuando entró a bachiller empezó a salir con una y otra chica, pero sin engancharse de ninguna, supongo que le daba miedo volver a tener una pérdida, así que jamás volvió a tener novia, hasta ahora que sale contigo.

– Dios, cuanto debió sufrir, pobrecita – miré hacia el techo afligida – ahora comprendo porque está tan unida a María.
– Sin ella Natalia no estaría aquí, yo hasta llegué a pensar que se casarían algún día
.
– Bueno, nadie sabe lo que pasara en el futuro, aún son jóvenes ambas.
– Alba, me extraña muchísimo que digas eso, Natalia te adora, se nota a simple vista por la forma en que te mira, no había tenido una novia en doce años y ahora estás tú aquí, con su familia, nunca llevó a la casa ni siquiera a amigas y aunque yo te haya invitado, en ese momento Nat no tenía ninguna razón para traerte, además la canción que cantasteis ayer, a pesar que nos la dedicó a Maiquel y a mí, estoy segura que la hizo pensando en su amor, no en el mío, le agradezco el detalle, sin embargo, esa canción era para ti, no sé cómo lo has conseguido, pero con la única mujer que Natalia quiere estar es contigo, a María la quiere mucho, pero como hermana, he visto cómo se tratan y a ella jamás la mirado como a ti, así que no seas tontita, Nat sólo se casará contigo.

– Pero... ¿Natalia y María alguna vez tuvieron algo que ver?
– Creo que sería mejor que yo te respondiera esa pregunta
– exclamó María desde la puerta.

Desconocidas - Albalia (G!p +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora