64. Desconocidas

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Nos sentamos y en tanto nos llevaban la comida, Alba me contó lo que le había dicho su jefe sobre mí, indudablemente el mundo era un pañuelo, jamás me imaginé que él fuera familiar de una de las chicas con las que salí. Entonces opté con aceptar mi realidad frente a Alba, le expliqué que en efecto era así, pero que había cambiado por ella, que ya ni siquiera tenía el teléfono al que me llamaba cuando éramos un par de desconocidas y le di mi número de teléfono.

Cuando terminamos de comer la acompañé a su trabajo. Había decidido preparar algo especial para la cena, así que fui a comprar todo lo necesario, incluido un precioso arreglo de alcatraces, que coloqué en la mesa al igual que los cubiertos para dos personas. Me dirigí a la cocina y me puse manos a la obra. En cuanto terminé fui por ella a la oficina y al volver a casa la sorprendí gratamente, ya que no se esperaba que yo preparara la cena ni mucho menos que supiera cuáles eran sus flores favoritas.

Le serví y hablamos mientras comíamos, le comenté mis planes de llegar desde el viernes a Miami para el ensayo de la boda de Elena, ya que era una de las madrinas, ella hizo un comentario gracioso sobre que era mi novia y después me cuestionó el por qué le había dicho eso a Amanda y luego de una serie muy divertida de preguntas que nos hicimos ambas para no dar una respuesta concreta le expliqué que aunque no se lo hubiera preguntado así la consideraba.


Me hizo saber sus temores sobre lo que mi familia pensaría de ella por no ser de mi nivel económico, eso eran tonterías, ella era mucho mejor en todos los aspectos que cualquier niña mimada de sociedad y caprichosa. Alba era toda una mujer en el sentido extenso de la palabra, trabajadora, entregada, comprometida, me había dado cuenta de esas virtudes en el desfile de Elena, así que aunado a su belleza y a su sensualidad la colocaban muy cerca de la perfección y era mía, por fin podía decir que era sólo mía y, que al igual que yo, mi familia la adoraría, porque si algo nos habían inculcado mis padres era a no tener prejuicios y tanto ellos como mis hermanos eran las personas más cálidas, amables y amorosas que existían en el mundo y estaba segura que no le pondrían ningún pero a mi Alba. Además, ya la conocían.

No la dejé lavar los platos, hoy me tocaba a mí, al día siguiente regresaría a Londres y pasaría un mes completo alejada de su lado, así que estas horas las haría mágicas para ella. Había terminado de lavarlos cuando sonó mi teléfono y me sorprendió ver que era ella, "¿qué tenía en mente mi ángel seductor?", pensé mientras sonreía y le contesté.

– ¿Estás libre esta noche? – preguntó con ese tono sensual que tanto me gusta.
– La verdad es que no, estoy en casa de mi novia – respondí siguiéndole el juego.
– Es una verdadera lástima – exhaló de manera excitante – ardo en deseos de verte, acariciarte, besarte, desnudarte, recorrer tu cuerpo.
– Uf, no sigas que me harás hacer algo que no quiero
– dije mientras sentía como mi miembro empezaba a endurecerse sólo de escuchar sus insinuaciones.
– Vamos, no tiene por qué enterarse tu novia... además lo prohibido es más excitante, ¿no crees?
– Definitivamente
– y con ella podría probar todo lo prohibido que existiera.
– Me han dicho que eres un dios en la cama y me encantaría comprobarlo y por tu tono creo que no exageraron, tienes una voz endemoniadamente sensual, has despertado más mi deseo por ti.
– ¿En serio piensas que mi voz es sensual?
– Demasiado
– exhaló de nuevo – mi cuerpo ha empezado a...– hizo un extraño ruido incitador–...alterarse sólo de escucharte.
– Tu voz también es muy sexy, ¿así eres tú?
– ¿Por qué no vienes y lo compruebas por ti misma?
– Está bien, ¿cómo te reconozco?
– Sólo traigo puesto un abrigo negro.

Escuché que colgó y salí de la cocina, la miré de pie bajo el umbral de la puerta del dormitorio, mirándome sensualmente en tanto se lamía los labios, me encantaba que fuera así, atrevida, sugerente, traviesa, entonces recordé las palabras que me había dicho mi tío años atrás:

"¿Quieres saber el éxito de un matrimonio?, la fidelidad, que tu pareja pueda ser tu esposa y tu amante a la vez y para encontrarla tienes que conocer a muchas mujeres hasta que encuentres a la que tenga esa cualidad".

Sin duda alguna Alba la tenía, se mostraba de una forma ante la gente y su lado pasional y sensual sólo me lo mostraba a mí y no es que fuera hipócrita, simplemente reservaba esa parte para los momentos íntimos que compartíamos como el que a continuación seguiría.

Hicimos el amor jugando a ser dos desconocidas, recordando nuestros primeros encuentros, cuando ignorábamos el rumbo que tomarían, que se convertirían en algo mucho más poderoso que sólo sexo, que se transformarían en un profundo e inmenso amor, aún sin conocernos demasiado, pero, ¿quién dijo que para amar a alguien había que conocerle por completo?, con lo que sabía me bastaba para adorarla, para querer compartir mi vida con ella y se lo manifesté.

– Al demonio con las reglas, me fascinas Alba, me vuelves loca y cada vez tengo más ansias de ti – musité en su oído abrazándola.
– Tú también me enloqueces como nadie Natalia, te amo
– sonreí al escuchar esas dos palabras, mi corazón brincó de gusto y emoción.
– Yo te amo más – le aseguré y la besé.

A la mañana siguiente seguimos con el juego, sonriente aceptó que nos bañáramos juntas y lo hicimos lentamente, entre besos y caricias furtivas, enjabonando mutuamente nuestros cuerpos y después la vestí y ella a mí, como si fuéramos niñas pequeñas, definitivamente ella podría ser mi esposa y mi amante, era la primera vez que pensaba en el matrimonio y podía visualizarme llevándola al altar y compartiendo una vida juntas, llena de amor y aventuras.

Desayunamos casi en silencio, un tanto angustiadas porque se avecinaba la separación, deseando que el tiempo pasara velozmente para poder estar juntas de nuevo. Tomamos el mismo taxi y nos dirigimos a su oficina, la acompañé a la entrada del edificio y nos besamos, después nos abrazamos fuertemente.

– Te amo Alba, te voy a extrañar mucho.
– Yo también te amo y te extrañare, pero me consuela el hecho de que podremos vernos por la webcam.
– Tienes razón, así no será tan tortuoso estar alejadas, cuídate mucho por favor.
– Tú también, pórtate bien, ¿sí?
– Eso ni siquiera tienes que mencionarlo, la única con la que me puedo portar mal eres tú
– respondí frotando su nariz con la mía y le di un corto beso en los labios.

Subí de nuevo al taxi y me llevó al aeropuerto. Llegué a Londres y cumplí con mis compromisos laborales y sociales. Elena estuvo cinco días conmigo y le conté que Alba y yo ya éramos novias, me abrazó emocionada y me felicitó por haber decidido finalmente rehacer mi vida amorosa, no era mi intención francamente, el destino hizo de las suyas y me colocó frente a la mujer que me transformaría en lo que ahora era.

Una noche cogí papel y pluma, la inspiración me había llegado y escribí la canción para la boda de Elena, recordando la plática que habíamos tenido aquella vez que anunció su compromiso, aunque debía reconocer que me había inspirado en Alba y nuestra historia, junto a ella no había ningún camino que no pudiera recorrer, sentía que mi pecho podía estallar de todo lo que sentía por ella y no buscaba ninguna explicación para eso, nuestro amor era real y seguro.

Otra noche nos encontrábamos frente a la webcam y de inmediato noté su cara de angustia, jugaba con sus manos y evitaba mirarme, me sonreía, pero sus ojos lucían apagados.

- Alba, ¿qué pasa? – pregunté preocupada.
– Nada, ¿por qué? – respondió evasiva.
– Porque estás visiblemente nerviosa y asustada, ¿qué pasa?, dímelo con confianza.

Desconocidas - Albalia (G!p +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora