27. Quedarme en tu casa

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Me dio otro pequeño beso en los labios y nos soltamos, deslizó la silla hacia atrás para que me sentara, y seguí trabajando en el ordenador. Se sentó frente a mí y sacó su móvil. Hizo un par de llamadas mientras yo seguía trabajando con el logotipo, después vi que escribía y escribía en el móvil. Cuando terminó con sus asuntos, movió la silla para sentarse a mi lado, le expliqué un poco lo que estaba haciendo, luego respondí unos mails y terminé un par de cosas más. Y finalmente como a las ocho salimos de la oficina, cogió al oso y después tomo su pequeña mochila que había dejado en recepción, mientras yo me reía divertida, saqué mi teléfono y le tomé una foto con el oso en las manos.

– ¿Podemos ir a tu casa?, ahora María está en el mío y no quiero que nadie sepa que estoy aquí – dijo al salir del edificio.
– No lo sé, podrías quedarte en alguna suite del Hotel Rose Imperial.
– Por supuesto, siempre y cuando tú te quedes conmigo, recuerda que vine única y exclusivamente para estar contigo.
– Claro que te puedes quedar en mi casa
– respondí sonriendo.

Le hice la parada a un taxi y subimos los tres, porque al oso lo pusimos en el asiento de adelante, al lado del conductor que nos miró extrañado, le sonreímos y subimos a la parte trasera, íbamos abrazadas sin decir nada, escuchábamos la música de fondo que traía el taxista.

Al cabo de unos veinte minutos llegamos a mi casa, Natalia volvió a coger el oso y yo volví a reírme, se veía tan guapa, entramos y le indiqué donde estaba mi habitación para que lo dejara ahí en tanto yo entraba a la cocina a ver que había para cenar, pero no tenía nada en la nevera y se lo dije, entonces propuso pedir una pizza y se sentó en el sillón mientras le servía un vaso de agua. Se lo llevé y me acercó para que me sentara en sus piernas, me quejé porque no alcanzaba el teléfono y me lo pasó, pedí una pizza de pepperoni mientras no dejaba de besarme el hombro, yo le recriminaba con la mirada, pero ella seguía y se reía por mis expresiones.

– Listo, en media hora llega – dije entregándole el teléfono de vuelta.
– Bien, tiempo suficiente– exclamó acostándome en el sillón y se colocó encima de mí.
– Eres insaciable Natalia, ¿te tomas algo? – exclamé acariciando su pelo.
– Tú eres mi mejor estimulante y esta noche lo único que quiero es hacerte feliz, amarte como mereces – respondió para luego besarme apasionadamente mientras sus manos se deslizaban por mi cuerpo.


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Aún estaba perdida en la intensa sensación del clímax que acababa de alcanzar, gracias a su habilidad con la lengua, cuando tocaron la puerta, miré asustada a Natalia y me dio una gran sonrisa y un ligero beso en los labios.

– Yo abro, no te preocupes – dijo y se levantó del sillón.

Yo me quedé ahí, sumida para evitar que el repartidor me viera y cuando Natalia cerró la puerta me enderecé, cogí mi blusa del suelo y me la puse, aún seguía dándome vergüenza que Natalia me viera desnuda y más si ella estaba completamente vestida, puso la pizza en la mesa del comedor mientras yo me levantaba.

– ¿Adónde vas, corazón?
– A ponerme algo encima.
– ¿Para qué si te lo voy a quitar?
– exclamó divertida y sensual.
– Bueno, no voy a comer desnuda mientras tú estás vestida.
– Eso se arregla muy fácil, ahora me quito la ropa.
– No te atrevas, eso es algo que quiero hacer yo con mis propias manos.
– Uy, siendo así no moveré un dedo y te obedeceré.

Le sonreí y entré a mi habitación, me puse una camiseta larga y amplia, aproveché para ver lo que realmente me interesaba, el calendario, no quería llevarme una sorpresa, no estaba preparada para una responsabilidad tan grande y menos sin planearla, además, aún no sabía exactamente el rumbo que tomaría la relación con Natalia, así que para que tomar riesgos innecesarios, sólo esperaba que estuviera preparada como siempre si resultaba que estaba en uno de esos días peligrosos para tener relaciones sin protección. Afortunadamente no lo estaba, y me hice una nota mental de llamar al día siguiente al ginecólogo para sacar una cita.

Salí y me senté a su lado, que estaba en el sillón mirando el televisor, me dio un pedazo de pizza y ella cogió otro. En eso pasaron un sensual comercial de Santi y Marta, donde anunciaban una marca de preservativos que de inmediato reconocí.

– ¿Seguro que no eres la dueña de la empresa?
– No, cuando hicieron el anuncio parte de su pago fue en especie y como Santi no los necesita, porque está casado, me los regalo a mí.
– Ahora comprendo porque siempre estás tan preparada.
– Si supieses todo el dinero que me he ahorrado gracias a eso
– respondió divertida.

Terminamos de comer y fui a lavar los platos mientras ella terminaba de recoger la sala. Volví y me senté en sus piernas de nuevo, me abrazó por la cintura y yo recargué mi cabeza en su hombro, comencé a darle pequeños besos en el cuello y ella suspiró, fui desabrochando su camisa y apagó el televisor, me cargó y me llevó a la habitación , cerró la puerta con su pie y me colocó en la cama, yo me levante y terminé de quitarle la camisa, le besé uno de sus pechos en tanto le desabrochaba el cinturón y el pantalón, lo bajé al igual que su bóxer, entonces me detuvo.

–Te dije que te haría feliz, esta noche es sólo para ti – exclamó quitándome la blusa y luego terminó de quitarse su ropa.

Miró mi cuerpo completamente desnudo, entrelazamos las manos y frotó mis labios con los suyos para después besarme dulce y apasionadamente mientras apretábamos las manos como si quisiéramos fundirlas en una sola. Después me hizo acostarme en la cama y tomó una de mis piernas, empezó a besarla desde el tobillo, en tanto una de sus manos bajaba por ella acariciándola suavemente, subió besando hasta mi pantorrilla, ahí se entretuvo un rato y después siguió hasta la parte trasera de mi rodilla, cada beso y cada caricia elevaban mi pulso y mi respiración, era tan cierto eso de que sabía exactamente donde tocarme y cómo hacerlo, la miraba hacer su ritual y eso me excitaba más, realmente estaba disfrutando del sabor de mi piel.

Llegó a mi muslo y se concentró en él; besándolo, lamiendo, succionando para luego detenerse en mi entrepierna, sentía su aliento sobre la piel y se me erizaba, a cada momento más anhelaba por sentirla dentro de mí. Pasó por mi pelvis, se detuvo en mi ombligo, yo doblé la otra pierna y la acarició con las yemas de sus dedos y después delicadamente con sus uñas, la sensación me hizo arquearme y volvió a pasar sus uñas a lo largo de toda mi pierna, para este punto mi respiración era totalmente errática y los jadeos escapaban cada vez con más frecuencia.

Llegó a mis pechos y estuvo besándolos y acariciándolos en tanto mis manos se entretenían con sus pelos finos y sedosos. Siguió subiendo dejando besos entre mis pechos y continuó con su camino de besos ahora en mi cuello, con sus dientes jugó con él y yo apretaba su espalda, continuó hasta el lóbulo de mi oreja y luego exhaló en ella, todo mi cuerpo se erizó ante su tibio aliento, besó mi frente, mis párpados, mis mejillas, mi nariz y finalmente mis labios que la devoraron con impaciencia. Se separó escasos milímetros mirándome con pasión y deseo, pero había algo nuevo en su mirada, algo aún más excitante, un brillo que en nada se parecía al de nuestro primer encuentro.

– Natalia, hazme el amor – musité con voz apenas audible.

Me respondió con una gran sonrisa en su rostro, tomó mis piernas y las subió para que quedaran sostenidas en sus hombros y entró en mí, esta vez dejé que el gemido se escuchara, volvió a sonreír mientras entraba y salía en un delicioso ritmo que me hizo apretar el coño. Nos mirábamos fijamente, ambas estábamos sumergidas en el inmenso placer que experimentábamos, el no poder besarnos intensificaba aún más la excitación y el goce del momento, además, que podíamos observar plenamente las expresiones retorcidas de la otra, en tanto, nuestros gemidos se mezclaban en el aire envolviendo la habitación. Natalia aumentó el ritmo de sus movimientos más y más, enloqueciéndome, haciendo que me perdiera completamente en el deleite que su cuerpo me proporcionaba y de pronto una nueva y cálida sensación recorrió mi interior cuando ella llegó al orgasmo y sus fluidos me inundaron provocando que yo también llegara al éxtasis emitiendo un intenso grito que se unió al de ella.

Volvimos a hacer el amor un par de veces más, casi sin descanso, nos cubrimos de besos y caricias, repetíamos nuestros nombres sin cesar, a la par de apasionadas palabras que antes no decíamos y que hacían que la experiencia fuera aún más satisfactoria.

– Hasta mañana Nat – dije con la voz adormilada y los ojos casi cerrados.
– Hasta mañana mi amor – me dio un pequeño beso en la mano – te quiero.
– Yo también te quiero.

Nos quedamos dormidas con las manos y las piernas entrelazadas. La alarma incesante del despertador sonó y a mí me parecieron que habían pasado apenas cinco minutos desde que me había dormido. Me estiré para apagarlo y sentí su brazo aferrado a mi cintura y su cuerpo pegado al mío, era inevitable que una sonrisa se dibujara en mi cara. Cogí su mano para retirarla y levantarme, pero me apretó más contra ella.

– Nat, tengo que ir a trabajar – repliqué.
– No vayas.
– Amor, qué más quisiera que quedarme aquí contigo, pero de verdad que no puedo, estoy llevando casi la mitad de las cuentas de la agencia y hay mucho que hacer
– dije colocándome encima de ella.
– Llama diciendo que estás enferma, por favor – suplicó acariciando mis brazos.
– En serio que no puedo, además, recuerda que Scott nos vio ayer juntas, seguro no lo creería – respondí enmarañando aún más su pelo.
– Alba, no debe preocuparte el quedarte sin trabajo, yo tengo muchos contactos, podría recomendarte en la mejor agencia de Toledo.
– Te lo agradezco Natalia, pero prefiero ganarme las cosas por mí misma, no quiero que digan que si tengo trabajo es por ti y no por mi talento.


Me sonrió, deslizando su dedo pulgar por mis labios y luego me besó en tanto su mano bajaba aún más allá de la cintura haciendo que mí pulso se elevara mientras sentía como su cuerpo reaccionaba bajo el mío.

– Nati, por favor, tengo que ducharme – objeté en un susurro.
– Sólo otro beso, ¿sí? – respondió dando la vuelta para quedar sobre mí.

Desconocidas - Albalia (G!p +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora