65. Retraso

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– Es que – guardó silencio y se mordió el labio – Natalia... tengo un retraso, debí tener mi período un día después que te fuiste, ya han pasado diez y nada...
– ¿Eso significa que puedes estar embarazada? – exclamé sorprendida.
– Sí... no nos cuidamos, hace mucho que dejé de tomar pastillas y...
– Tranquila amor, no tienes nada de qué preocuparte, no estás sola, me tienes a mí, yo no voy a dejarte sola, un hijo tuyo sería un regalo, un pedacito de ti y de mí.
– Que cosas dices Natalia
– exclamó sonrojada.
– Es la verdad, ¿no te gusta la idea?
– No es eso... aún no me siento preparada para esa responsabilidad, un hijo no es un juguete, es algo para toda la vida y siento que todavía no soy capaz de cuidar y educar a alguien.
– Nadie nace sabiendo eso Alba, se aprende con el tiempo, ¿por qué no te haces la prueba para salir de las dudas?
– Me da miedo.
– Pero no puedes estar angustiada pensando si estás o no embarazada, no te van a salir antenitas para saberlo, tienes que confirmarlo y, por favor, piensa que yo te apoyaré al 100%, ¿vale?, jamás evadiré mi responsabilidad, es algo que hicimos las dos y nos haremos cargo las dos, te amo, recuérdalo.

Me respondió aliviada con una sonrisa. Esa noche casi no pude dormir pensando en esa posibilidad, hasta pensé en Santi, la cara que pondría al enterarse que yo sin estar casada sería madre, en cambio él seguía sin heredero, una sonrisa traviesa se dibujó en mi cara imaginando su reacción. Mis padres seguro nos iban a apoyar y Elena sería la más feliz, cada vez que tenía oportunidad le preguntaba a Santi y Marta cuando la harían tía, así que su sueño se vería cumplido por mí.

Si a Alba le tranquilizaba, le propondría el que nos casáramos, aunque fuera algo sencillo e íntimo, moví la cabeza, ¿en qué momento mi vida y mis pensamientos habían cambiado tanto?, hace no muchos meses yo era de ir de flor en flor, una Casanova y ahora estaba pensando en comprar pañales, en efecto, Alba había llegado a cambiar mi vida de cabeza y había sido lo mejor que me había pasado, ella había descongelado mi corazón y logrado que volviera a latir por amor.

Ese día anduve ansiosa en todo momento, así que cuando vi que era una hora prudente en Madrid llamé a Alba, me contestó y me dijo que la prueba había salido negativa, que sólo había sido una falsa alarma, mis planes se desvanecieron, pero, ya habría tiempo para eso, las cosas llevaban un orden, aunque no era reglamentario, nos casaríamos en un futuro y cuando ella se sintiera lista vendrían los hijos.

Al fin había llegado el ansiado día en que volvería a Madrid, me encontraba en el taxi camino a casa de Alba casa, para luego irnos al aeropuerto y volar a Miami. En cuanto me abrió la puerta se tiró a mis brazos y nos fundimos en un beso frenético, cargado de emociones, como añoraba sus besos, sus caricias, había sido muy divertido el jueguito de la webcam, pero nada comparado con tenerla en la realidad, embriagándome con su sabor y disfrutando de su olor, la pañoleta lo había ido perdiendo paulatinamente, estar entre sus brazos era mi paraíso personal y que ganas de hacerla mía, de hacerle el amor, sin embargo, teníamos un vuelo que coger.

Al llegar al aeropuerto registramos las maletas y caminamos hacia la sala de espera, Alba se sentó y yo fui a comprar unas chuches. Debí tardarme menos de cinco minutos y al girarme para regresar a su lado la vi muy sonriente abrazando a un tipo que después la sostuvo de las manos, la sangre comenzó a hervirme y la ira me inundó por completo, ¿quién demonios era ese idiota que se atrevía a tocar a mi mujer?

– De verdad luces maravillosa y radiante – le dijo muy entusiasmado.
– Porque la felicidad se refleja en el rostro – intervine abrazándola – y Alba y yo somos muy felices, ¿verdad corazón?, por cierto, ¿no me vas a presentar?
– Sí, claro, el, un ex compañero de la preparatoria, ella es Natalia Lacunza...
– Su novia...
– me enfureció más el que ella no lo aclarara.

Reconoció mi apellido y empezó a alabar a Santi, ¿estaba pretendiendo quedar bien conmigo?, ¿pensaba que por eso iba a pasar por alto lo que acababa de ver? Cuando se marchó no pude evitar recriminarle a Alba, la muy inocente no se había dado cuenta de las miraditas de ese idiota, me importaba muy poco si habían estudiado juntos, eso no lo eximía de haberle coqueteado. En respuesta, Alba me recriminó lo de Amanda, entonces respondí sin pensar con un muy desagradable e hiriente comentario del que fui consciente al momento de sentir la fuerte bofetada que ella me dio con toda la razón.

– No quiero volver a verte en mi vida – exclamó enfadada y se alejó.
– Perdóname Alba, por favor, perdóname no quise decir eso – dije corriendo y abrazándola.

Había sido una idiota, pero no tenía idea de cómo manejar los celos, me cegaban completamente y perdía totalmente el raciocinio, no sabía cómo canalizarlos y la herí sin proponérmelo, me odié en ese momento por ser tan estúpida, mi única justificación era el inmenso amor que sentía por ella y haría lo imposible por lograr su perdón, no me importaba arrodillarme y recorrer todo el aeropuerto de esa manera con tal de que me perdonara, la amaba con todo mi ser y me aterraba la idea de perderla, mucho más si yo era la causante por mis estupideces.

Accedió a subir al avión, pero no me dirigió la palabra para nada, eso me dolía, aunque no podía esperar que su actitud fuera diferente después de la gran estupidez que le había dicho, me daban ganas de romperme yo solo la boca por no saber tenerla cerrada. Se levantó y supuse que iba al baño, esperé unos minutos y después la seguí, otra de mis locuras se había hecho presente en mi mente y, más que nada, estaba buscando reconciliarme con ella, así que toqué discretamente la puerta del baño, me respondió que estaba ocupado y seguí insistiendo hasta que me abrió y la obligué a entrar, me dijo que estaba loca y le respondí que sí, por ella, no había otra verdad.

Comencé a besarla, pero su boca permanecía cerrada, sin un pequeño atisbo que me indicara que en algún momento me correspondería, mis manos recorrían su cintura y sus muslos, las de ella estaban a sus costados y ese rechazo me dolió mucho más que la bofetada que me había dado. Pero no me iba a rendir, no quería que siguiera enojada conmigo, mi lengua recorría sus labios tratando de entrar a su boca y mis manos subieron a sus pechos, entonces Alba se rindió finalmente y su lengua recibió la mía que se unieron presurosas al tiempo que ponía sus manos en mi cuello y lo hicimos con urgencia en ese estrecho baño, cuanto había echado de menos su cuerpo.

Volví a pedirle perdón y me pidió que no abusara de eso con ella, le di mi razón, aunque quizá no era suficiente para que me perdonara y finalmente me dijo que dependería de mi comportamiento, como deseaba volver el tiempo atrás para cambiar las cosas.

Volvimos a nuestros asientos y la abracé, después le entregué la letra de la canción y le comenté mis planes de cantársela a Elena, pero se negaba a aceptar porque le daba vergüenza cantar en público, hasta que debido a mi insistencia terminó por decirme que lo pensaría. Después le conté la historia de amor de Elena y ella me hablo sobre sus padres, la información que me dio yo ya la sabía, lo que ignoraba era la relación tan fría y distante que mantenía con ellos.

Llegamos a la casa y cogí su mano para entrar, de inmediato sentí sus nervios al ver a toda mi familia en la sala, se la apreté para infundirle confianza, yo sabía muy bien que la recibirían cálidamente. Todos la abrazaron y yo estaba emocionada viendo las muestras de cariño para con ella, no podían faltar las bromas de Santi, pero, ni siquiera me incomodaron, toda mi atención estaba puesta en ella, que no daba crédito a la actitud de los Lacunza.

Desconocidas - Albalia (G!p +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora