57. Chantaje

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– Quita esa cara, no puedes impedir que duerman juntos – exclamó María al ver la expresión que tenía.
– Me molesta la idea de pensar que quiera tocarla – dije golpeando la mesa.
– Pues, eso es lo más normal, es su novia, la cosa es si ella lo va a permitir.
– No me digas eso porque no voy a ser capaz de dormir.
– Ya os habéis acostado, ¿verdad?
– Sí, pero no la juzgues.
– No lo estoy haciendo, como ya te había dicho, la atracción entre vosotras es evidente, le gustas demasiado y me estoy ganando su odio de gratis, todo por ayudarte.
– ¿Qué te dijo en la cocina?
– Que estaba muy cansada por el viaje y que mejor iba a ordenar sus cosas, pero le vi la rabia en los ojos, estaba sumamente celosa, tenía ganas de ahorcarme.
– Gracias, te quiero
– exclamé y la abracé.
– Claro, como no eres tú la que está quedando mal.
– Ya le aclararé las cosas, no te preocupes, sé que acabareis llevandoos de maravilla.
– Eso espero, francamente me cae muy bien.
– Es un encanto, ¿verdad?
– Eso no lo sé, sólo te puedo decir que se ve que es una buena chica.
– Ayúdame a ver si se pone celosa de Issac, por favor.
– ¿Qué estás insinuando Natalia?
– preguntó abriendo los ojos como platos.
– Ten algún acercamiento con él para ver cómo reacciona ella.
– Eso es demasiado, no voy a hacerlo, va a pensar que soy una roba novios.
– No te estoy diciendo que lo seduzcas, sólo que te le acerques.
– Estás completamente loco, no lo haré.
– Por favor, por favor, en verdad necesito saber si se pone celosa de él.
– En serio que te desconozco
– me zarandeó de los brazos – ¿quién eres y que le hiciste a mi amiga de toda la vida?, devuélvemela.
– Soy la misma, sólo... estoy pasando por un período extraño
.
– Pero muy extraño, mejor trataré de hablarle sobre él, no me voy a insinuar a Isaac, ni siquiera me gusta y aunque ese fuera el caso no voy a quedar como una cualquiera frente a ella sólo por ayudarte, por mucho que seas mi mejor amiga.
– Está bien, perdón, sé que me estoy comportando como una psicópata.
– La verdad me alegra verte así, al fin estás sentando cabeza y dejando de ser la Casanova, estaba empezando a preocuparme por ti, pero el amor te ha llegado y lo mejor es que estás dispuesta a que no se te vaya, aunque tus recursos sean bastante retorcidos.
– Lo sé, no creas que no me doy cuenta... me asusta el no saber de qué puedo ser capaz con tal de tenerla.
– Bueno, el amor siempre implica riesgos y locuras, aunque creo que tú las estás llevando al extremo
– me abrazó fuertemente – te quiero hermanilla, me voy a dormir.
– Yo también te quiero hermanilla, no sé cómo agradecerte el que siempre me apoyes.
– Ya encontraré la forma de que me recompenses algún día, buenas noches.
– Buenas noches, por cierto, ahora te quedarás en la habitación de enfrente a la que siempre usas, porque ellos están en esa.
– Entendido, hasta mañana.

Subió y yo me dejé caer en el sillón para pensar, tenía que encontrar la forma de que Alba me eligiese a mí, la deseaba y la necesitaba, no iba a desaprovechar la oportunidad de tenerla en la misma casa y no hacerla mía, entonces recordé que traía su pañuelo en mi maleta, así que recurriría al chantaje con tal de que estuviera conmigo, aunque fuera retorcido y un poco cruel. Subí por ella, me metí a la cocina para llamarla.

– Hola – respondió sorprendida.
– Tienes cinco minutos para bajar a la cocina o subo y le cuento todo a Issac, recuerda que tengo una prenda que te pertenece – le advertí y colgué.

Me apoyé al lado del lavabo y olí su pañuelo que aún estaba impregnado con su perfume, instantes después ella bajó y la miré desafiante.

– ¿Qué pretendes? – exclamó cruzándose de brazos.
– No quiero que él te toque – le hice saber en un tono bastante serio.
– Es mi novio, ¿lo olvidas?, ¿acaso yo te estoy prohibiendo que lo hagas con tu novia?
– ¿Cuántas veces tengo que decirte que María no es mi novia?
– Que cínica eres, ¿cómo te atreves a negarla después de lo que he visto hoy?
– Pues no se compara con lo que he visto yo
– de sólo acordarme quería golpearlo.
– Pues yo no niego a Issac, sabes perfectamente que es mi novio.
– No me lo recuerdes, no me hagas recordar que lo vi dándote un beso.
– Pues eso es lo que hacen los novios, ¿no?, no sólo cocinan y cantan juntos y se toquetean frente a otros –
dijo caminando hacia atrás y topando con el frigorífico.

Me hizo tan feliz ese comentario, era la confirmación de sus celos, entonces la acorralé y cuando me dijo que a Issac también lo conocía de toda la vida no le agradó el comentario que le hice sobre el porqué me buscaba y quiso abofetearme, pero le atajé la mano y luego empecé a acariciarle su cuello y bajé hasta uno de sus pechos, me pidió que me detuviera, pero, otra vez, no hacía nada para que en realidad eso sucediera.

Así que después acaricié su nalga y me pegué a su cuerpo que tanto deseaba, lamí sus labios y levanté su pierna para que el roce de nuestros sexos fuera más contundente, ella jadeó y eso fue mi pase para besarla con desesperación, la cargué y la dirigí hacia la habitación de la lavadora para hacerla mía ahí mismo, no importaba cuántas veces lo hiciéramos, mi cuerpo no se cansaba de ella, por el contrario, con cada encuentro la deseaba con mayor fuerza y anhelaba con que llegara el día de que fuera mía y de nadie más, que durmiéramos y despertáramos juntas.

– Nadie te ha hecho vibrar como yo y nadie jamás podrá hacerlo, soy el único que conoce el mapa de tu cuerpo y sabe exactamente qué lugares tocar y cómo hacerlo – le aclaré cuando terminamos de hacerlo.
– Lo sé, lo sé y me asusta – aceptó haciéndome más feliz.
– No tienes nada que temer Alba – le aseguré mirándola a los ojos.
– Esto es una locura Natalia.
– Sí, la más maravillosa que he cometido en toda mi vida.


Me besó con dulzura hasta que nos hizo falta el aire y después nos vestimos en silencio, antes de que saliera de ahí volví a pedirle que no permitiera que la tocara y me pidió que yo tampoco lo hiciera con María así que le aclaré que no compartía la habitación con ella. Muy a mi pesar se marchó prometiéndome que sólo dormiría con él y me dio un pequeño beso en los labios.

Me quedé unos minutos apoyada en la pared, reviviendo en mi mente lo que acababa de hacer con ella, en verdad me tenía loca como jamás lo había estado por nadie y me gustaba la sensación. No pude evitar sonreír, ella también estaba loca por mí, no le había importado que su novio estuviera en la misma casa y me entregó su cuerpo y algo más, en definitiva no era únicamente sexo lo que compartíamos, yo lo había tenido cientos de veces y jamás me había sentido así, entonces fue cuando comprendí lo que ya había escuchado, había una diferencia entre tener sexo y hacer el amor, ahora la reconocía de primera mano y por supuesto que era mucho más satisfactoria, ahí fue cuando me di cuenta que un gran sentimiento hacia ella estaba creciendo dentro de mí.

Desconocidas - Albalia (G!p +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora