63. Amanda

1K 87 3
                                    


Nos besamos nuevamente, tan ávidas y frenéticas como minutos antes para culminar haciendo el amor de una forma presurosa, pero no por eso menos satisfactoria. Después que terminamos cogí su rostro con mis manos y bromeé con ella, diciéndole que la haría enojar más seguido sólo para poder reconciliarnos de esta manera, ella me advirtió que quizá la próxima vez no sería así.

– Te amo Alba, te amo – le dije finalmente, ya no podía callármelo más.
– Yo también te amo Natalia – respondió haciéndome sumamente feliz.

Otra vez nos fundimos en un beso, pero esta vez sin segundas intenciones, cargada de emoción, de ternura y porque no decirlo, de amor, ambas nos queríamos y esa era una manera de demostrarlo, después nos abrazamos fuertemente y de pronto ella se separó y me miró un tanto asustada señalando el hecho de que no había usado condón esta vez, lo había olvidado, no me había llevado ninguno a Londres porque sabía muy bien que no los necesitaría y a decir verdad, no me importaba si la embarazaba, porque sería el fruto de nuestro amor y así se lo hice saber, aunque no exactamente con esas palabras porque el miedo seguía presente en su cara, tal vez no se sentía preparada para eso y le afirmé que seguiría usando si eso la tranquilizaba.

Me preguntó cuando volvía a Londres y no me gustó para nada su comentario ni el tono de su voz cuando le expliqué los motivos por los cuales estaría sólo un par de días en Madrid.

– Alba, yo no te voy a dejar sola, ¿ok?, siempre he sabido administrar mi tiempo y debes creerme cuando te digo que nada es más importante que tú, nunca, grábatelo bien, nunca mis negocios han estado por encima de las personas que quiero, tengo todo planeado y organizado para poder pasar el fin de semana entero en Miami para la boda de Elena, a la que tú me vas a acompañar, por cierto.

Le expliqué y una traviesa sonrisa se dibujó en su rostro y me respondió que todavía no sabía si iría, así que le comuniqué que estaría ahí sin importar como, entonces aceptó acompañarme, pero agregó que la dejara trabajar. Yo aproveché para llamar a Londres y revisar mis mails en el móvil, había algunos urgentes y los respondí.

Una hora y media después salimos de su oficina, ella me sacó una foto cargando al oso mientas se reía, me encantaba verla así de contenta, adoraba su sonrisa. Le pregunté si podía quedarme en su casa, ya que María me había enviado un mensaje pidiéndome permiso para quedarse en el mío porque habían fumigado el suyo, así que no una era opción ir ahí porque no quería que nada nos interrumpiera estos días que estaríamos juntas, sabía que sería poco el tiempo que compartiríamos porque Alba estaba trabajando y yo quería que esos momentos fueran perfectos.

Al llegar a casa dejé el oso en su habitación y después me dijo que no tenía nada para cenar, así que le sugerí que pidiera una pizza, mientras lo hacía yo le besaba el hombro por encima de la blusa, pero ella me hacía gestos para que me detuviera porque no se podía concentrar en hablar por teléfono. Cuando me dijo que llegaba en media hora le indiqué que era tiempo suficiente.

– Eres insaciable Natalia, ¿te tomas algo?
– Tú eres mi mejor estimulante y esta noche lo único que quiero es hacerte feliz, amarte como mereces
– respondí, a decir verdad me tomaba unas vitaminas, que aunque no fueran estimulantes sexuales, me ayudaban.

La despojé de su blusa y de su sostén, mi lengua impaciente recorrió uno de sus pechos y jugueteé con su pezón, mordiéndolo y succionándolo, después hice lo mismo con su otro seno en tanto mis dedos se abrían paso por su centro que se humedecía poco a poco y sus gemidos se dejaban escuchar. Bajé lamiendo por su abdomen, me entretuve en su ombligo y luego le quité el resto de la ropa, dejándola completamente desnuda. Le abrí las piernas para sumergir mi cabeza y mi lengua fue recorriendo su cavidad, sus paredes y su clítoris que lamí y saboreé como el mejor de los manjares.

– Oh, Nat, ah, – exclamaba Alba estimulándome a seguir.

Era tan fascinante escucharla decir mi nombre con la voz entrecortada, así que continué dándole placer hasta que sentí que llegaba al orgasmo y bebí sus líquidos como si se tratara de una ofrenda de su parte mientras la escuchaba chillar por el intenso momento que estaba experimentando.

Llegó la pizza y cenamos mientras veíamos televisión, después ella se fue a lavar los platos y al regresar se sentó en mi regazo y fue besándome el cuello, excitándome, entonces la cargué y la llevé a la habitación. Le hice el amor luego de recorrer su cuerpo con besos y caricias, al terminar me acosté a su lado.


/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*

Después de que Alba subió al taxi para ir a trabajar, volví a casa y me dormí, necesitaba recuperar energías que había gastado de manera exquisita la noche anterior con ella. Desperté justo a tiempo para ponerme de acuerdo con ella y encontrarla para almorzar juntos. Me di una rápida ducha y me dirigí al restaurante que me indicó. Otra cosa se agregaba a la lista de lo que nunca antes había hecho, pedí una mesa sobre la acera, por lo regular pedía en un discreto rincón, pero ahora no tenía nada de qué ocultarme, por el contrario, quería que todo el mundo se diera cuenta de lo feliz que era con Alba.

– ¡Natalia Lacunza! – escuché una voz femenina exclamar y levanté la vista que tenía clavada en el menú – no lo puedo creer, ¿qué haces aquí? – agregó y me levanté para saludarla al reconocerla.
– Esperando a mi novia – respondí extendiéndole la mano y nos dimos un beso en la mejilla.
– Es una broma, ¿verdad? – exclamó incrédula riéndose.
– No, hace un par de meses que tengo novia... formal.
– ¿En serio ha sido cazada la irresistible Natalia Lacunza?
– dijo subiendo sus manos por mi pecho – es una verdadera lástima, aunque – se lamió los labios – eso no es impedimento para que tú y yo algún día volvamos a divertirnos, como en los viejos tiempos – añadió acercándose peligrosamente a mí y giré la cara para evitar que me besara en los labios.
– Buenas tardes – escuché la voz seria de Alba decir.
– Amor, al fin llegas – dije feliz y la cogí de la mano para luego besarla en los labios, quería que quedara muy clara mi relación con ella – mira, te presento a una vieja amiga, Amanda, ella es Alba Reche, mi novia.
– Mucho gusto –
respondió Amanda sin extenderle la mano.
– Igualmente.

Amanda agregó un comentario bastante desagradable y después me dio un beso en la mejilla de despedida, en seguida noté como Alba se enfureció más y tuvo toda la intención de, ¿golpearla?, ¿sus celos podrían llegar a tanto?, quizá era tan psicópata como yo. Traté de tranquilizarla, pero seguía reclamándome, a pesar de mis explicaciones.

– Alba, hace mucho que dejé de estar con otras mujeres – mi cuerpo ni siquiera respondía a otras – grábate esto muy bien aquí – señalé su sien con mi dedo – y aquí – señalé su corazón – la única que me importa eres tú, a la única que quiero es a ti, con la única que me interesa compartir mi cama es contigo – musité en su oído y la abracé – aunque para serte sincera, me da gusto que esto haya pasado, porque tus celos me demuestran cuanto me quieres.
– ¿Y todavía te atreves a dudarlo?
– No, pero me encanta confirmarlo
– aclaré y la besé.
– ¿De verdad no ibas a dejar que te besara?
– Por supuesto que no, te lo juro, entiendo tu desconfianza, pero si de algo debes estar segura es que jamás te engañaría, no tengo ninguna necesidad de hacerlo, ya vamos a comer, anda
.

Desconocidas - Albalia (G!p +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora