32. Quédate

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Le respondí con una gran sonrisa, no pude decirle nada más, me emocionaba la idea de pertenecer a esa familia, era como siempre había deseado tener una. Elena anunció que en una hora empezaría el ensayo, así que apenas teníamos tiempo para arreglarnos.
Natalia me cogió de la mano y subimos las escaleras hasta el tercer piso, la última habitación era la suya. Tenía las paredes blancas, la enorme cama estaba pegada a la pared del lado izquierdo, al frente estaba el tocador y al lado había un par de puertitas que supuse eran el armario, del lado que entramos había un mueble con un enorme reproductor de cd, varios libros y cd, y otra puerta que debía ser el baño, lo más bonito era el gran ventanal así que me asomé y luego salí al balcón, el mar en todo su esplendor lucía tranquilo. Natalia me abrazó por atrás.

– ¿Te gusta?
– Mucho, la vista es preciosa.
– Y contigo aquí lo es mucho más
– con su mano movió mi cabeza para poder besarme en los – como tenemos poco tiempo es buena idea bañarnos juntas.
– Precisamente porque tenemos poco tiempo, no es buena idea, te conozco, así que mejor nos bañamos separadas.
– Prometo portarme bien.
– Eso dijiste la última vez y llegué tarde al trabajo, así que hoy no me arriesgaré
– le di un ligero beso en los labios y me separé.

Me di una rápida ducha y salí envuelta en una toalla, Natalia tenía puesto solo su bóxer y me miro pícaramente, pero yo moví negativamente la cabeza, cambió su mirada a una de súplica y yo miré hacia el techo, pero aun así me abrazó.

– Nat, basta, por favor – dije mientras me besaba el cuello – tenemos que estar listas en 35 minutos – repliqué mientras mi temperatura se elevaba.
– Es suficiente tiempo, podemos hacerlo rápido como en el avión – respondió metiendo su mano por debajo de la toalla para masajear mi nalga.
– No, tengo que vestirme bien, quiero verme guapa – refuté quitando su mano.
–Alba, ya eres guapa, no necesitas hacerte nada – dijo acariciando mi mejilla – corazón, por favor, un mes de abstinencia fue mucho tiempo, estoy muy ansiosa de ti.
– Yo también Natalia, pero no podemos dejar que el fuego nos nuble la razón, no podemos hacer esperar a tu familia, además, recuerda que dormimos juntas.
– Corrección Alba, compartiremos la cama, pero ni creas que te voy a dejar dormir y menos si me dejas con las ganas ahora.
– Está bien, no dormiremos por la noche, pero ahora tenemos un compromiso que cumplir, por favor, piensa en Elena... además, ¿no vamos a ensayar la canción?
– Está bien, sólo porque vas a cantar conmigo, voy a ducharme.
– Y de preferencia con agua helada.
– Que cruel eres conmigo, pero en la noche me voy a desquitar
.


Moví la cabeza sonriendo mientras sacaba mi ropa de la maleta, me puse la interior y encima un sencillo vestido beige de tirantes que me llegaba a la rodilla, unas sandalias del mismo color y después cepillé mi pelo, empezaba a maquillarme cuando Natalia salió del baño y se me quedó viendo.

– ¿Qué?, ¿hoy tampoco podía usar un vestido de este color?
– No es eso, levántate por favor
– dijo extendiéndome sus manos, yo las cogí y me levanté mirándola extrañada, me hizo darme una vuelta – joder, estás preciosa.
– Pero si todavía me falta maquillarme.
– No lo necesitas, ya eres preciosa.
– Aduladora.
– Encantadora.
– Venga date prisa, anda.

Me dio un beso en los labios y empezó a vestirse mientras me explicaba las instrucciones para la canción. Yo estaba muy nerviosa por eso, no sé cómo pude aceptar, empecé a hacer respiraciones con los ojos cerrados y Natalia me abrazó por la cintura y me aseguró que todo saldría bien, abrí los ojos y fue mi turno de asombrarme, Natalia se veía guapísima, con un pantalón y una camisa blancos que hacían resaltar sus ojos, notó la expresión en mi rostro y me sonrió para luego darme un pequeño beso en los labios, entrelazó mi mano y bajamos.

Atravesamos un gran salón en el que había varias personas corriendo de un lado a otro arreglando unas mesas y unas sillas, salimos a la enorme terraza que ya estaba prácticamente lista para la boda, había un pasillo en medio de una cantidad considerable de sillas y una chica le estaba dando unas indicaciones a Elena, supuse que era la organizadora. Había otras parejas además de la familia y cuando Elena se desocupó me los presento, eran la madrina, las damas y sus respectivos novios, así como los padres de Maiquel y Marta. El sacerdote llegó y nos acomodamos en nuestros lugares para ver el ensayo que dio inicio, tanto Elena como Maiquel tenían ropa de color durazno. Sus votos fueron muy conmovedores y en cuanto terminó pasamos al salón.

Sólo había dos mesas preparadas y en ese momento me invadieron los nervios y me mordí el labio inferior. En una nos sentamos la familia y en la otra las amigas de Elena, y nos sirvieron la cena. Santi estuvo bromeando casi todo el tiempo y acariciando las mejillas de Marta que sólo se reía por las ocurrencias de su marido. Elena y Maiquel derramaban miel y casi podría estar segura que no sabían de qué estábamos hablando. Claudia y Pablo estaban sonrientes mirando felices a sus hijos y yo entré en pánico cuando sentí la mano de Natalia recorrer mi muslo por debajo de la mesa y la miré casi fulminándola, en cambio, ella me sonrió mientras me apretaba suavemente el muslo casi a la altura de la ingle y la miré aún más seria, pero contrariamente a lo que quería lograr, ella estaba de lo más divertida deslizando su mano por mi pierna hasta que afortunadamente la madrina dijo que era el turno de que hablara la madrina y entonces Natalia tuvo que ponerse de pie, levantó la mano y en ese momento entraron cuatro personas con un piano.


– Bueno, como la verdad no soy muy buena para los discursos y como sólo tengo el oficial, hoy haré algo diferente – anunció y fue a sentarse frente al piano y probó el micrófono – pero, para esto necesito la ayuda de la señorita Alba, mi novia, por cierto, un aplauso, por favor.

Yo sentí que me ardían las mejillas por el intenso rubor que había en ellas mientras todos los presentes aplaudían y yo me ponía de pie mucho más nerviosa que en un principio y camine hacia ella que me esperaba con una gran sonrisa, me senté a su lado y puso la hoja con la letra de la canción sobre el piano.

– Esta canción es dedicada a los novios, espero que os guste – empezó a tocar y en la nota precisa comenzó a cantar.

Natalia:

¿Quién sabrá si tú serás, si tú serás?
La flor más bonita
De este diciembre, frío diciembre

Coge abril de mi cajón
Dibuja cada sol de mayo en mi cadera
Hasta que llegue al fin la primavera


Ambas:
Quédate
Mánchame de ti
Mánchame de ti

Quédate en esta casa gris
Llena de grietas
Asusta la tormenta


Alba:
Corre tapa con tu luz
Repara con amor cada fallo en mi sistema
Pega por favor todas mis piezas


Natalia:

Y vuelve tras cada sol
Repara con amor cada fallo en mi sistema
Llora con mis ojos todas tu penas


Fuimos acercándonos mientras cantábamos y al terminar estábamos tan juntas que nuestras narices se rozaban, me olvidé de todo, sólo estaba concentrada en la letra de la canción y en su mirada fija en la mía, creo que hasta me había olvidado de respirar.

– Repara con amor cada fallo en mi sistema – musitó Natalia en mi oído– soy capaz de cruzar el Atlántico nadando sólo para llegar a ti, estoy profunda y totalmente enamorada de ti, Alba – añadió y me quedé sin habla.

Los aplausos fueron los que me devolvieron a la realidad y sonreí recordando donde y con quienes estábamos. Natalia me dio un dulce beso en los labios ante el grito de todos los presentes y nos levantamos y volvimos a la mesa.

Nos felicitaron por la canción, Elena estaba sumamente emocionada y nos abrazó agradeciéndonos el momento, yo estaba en shock por las palabras de Natalia, no me las esperaba. Estuvimos hablando un rato más y Claudia nos dijo que a la mañana siguiente nos esperaban a las 9:30 para desayunar. Poco a poco se fueron yendo todos hasta que nos quedamos solas Natalia y yo.

Me tomó de la mano y caminamos al piano, nos sentamos en el largo banquillo. Empezó a tocar una dulce y sensual melodía mientras yo la miraba, al terminar me besó humedeciendo primero mis labios hasta que su lengua alcanzó la mía y se unieron en una sincronía perfecta de movimientos, en tanto su mano subía por mi costado levantando un poco el vestido para luego posarse en uno de mis pechos que acarició al tiempo que su lengua recorría mi cuello. Cerré los ojos sintiendo como mi pulso y mi respiración se elevaban.

– Natalia, alguien puede vernos – dije al sentir su mano en mi entrepierna.
– Eso tiene solución.

Se levantó y puso el seguro en ambas puertas y corrió las cortinas del lado que daba a la terraza. Volvió a sentarse a mi lado con sus piernas a los costados del banquillo me rodeó por la cintura y comenzó a besar mi hombro.

– Natalia, estamos en tu casa y tu familia también.
– Tranquila, nadie se dará cuenta te lo aseguro, pronto estarán dormidos.
– Mejor vamos a la habitación.
– Después vamos, te dije que esta noche no dormirías
– susurró en mi oído mientras con la punta de su lengua recorría mi oreja.

Su mano acariciaba mi muslo hasta que llegó a la ingle y en automático abrí las piernas, comenzó a frotar mi sexo encima de la ropa interior excitándome lo suficiente para querer sentirla ya dentro de mí, así que me levanté y me senté sobre ella con mis piernas a sus costados. Besó la base de mis pechos que sobresalían del vestido en tanto nuestros sexos se rozaban.

Me pidió que me levantara y eso hice, me cargó y me colocó sobre el piano, subió mi vestido y después me quitó la ropa interior, hundió su cabeza entre mis piernas y comenzó a recorrer mi parte más íntima con su lengua, empecé a jadear mientras me sostenía de mis antebrazos con la cabeza hacia atrás.

Desconocidas - Albalia (G!p +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora