43. A la carcel

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– ¿Cómo soy tan idiota de no haberme dado cuenta? – exclamó María aun llorando.
– Dicen que el amor es ciego, no en vano nunca me cayó bien, aunque jamás me imaginé que tuviera esas tendencias.
– Eso es lo que más me duele, si me hubiera engañado con una mujer creo que hasta lo hubiera perdonado, pero un hombre...
– Ya no llores, por favor, no vale la pena que estés así, no por él.
– Es que no sabes el shock tan grande, además ve los papeles, es un estafador profesional.
– Pero sus días de vividor han terminado.
– Eran todos mis ahorros Natalia, tengo muchísimas deudas.
– No te preocupes por eso, yo te ayudaré a cubrirlas.
– No, ni de coña, no lo voy a permitir, te lo agradezco, pero no es justo que tú pagues por mis errores.
– Para eso somos los amigos y yo estoy en deuda contigo.
– Ni lo menciones, sabes que eres otra hermana para mí.

La seguí abrazando y cuando se quedó dormida la llevé a su habitación, yo también estaba en shock, nunca me hubiera pasado por la mente que David fuese bisexual, lo había visto infinidad de veces con chicas en la universidad, jamás pensé que se sintiese atraído por hombres, ¿sería reciente su cambio?, ¿o simplemente era bisexual? Hablaría con él, esto no se podía quedar así.

Estaba acostado al lado de María viéndola dormir cuando de pronto una imagen vino a mi mente, el rostro de la chica de la noche anterior, me pregunté que estaría haciendo, si también ya estaría dormida, ¿volvería a verla?, pero, ¿por qué pensaba en ella?, eso no estaba bien, ¿acaso rompería las reglas esta vez?, cerré los ojos tratando de dormir.

Cuando desperté, María ya se había ido a trabajar, me dejó una nota en la mesa de noche diciéndome que me sintiera en casa y desayunara lo que quisiera, me levanté y me dirigí a la cocina, abrí el refrigerador y saqué un bote de leche, me serví en un vaso y después cogí las galletas del armario de arriba, me senté frente a la mesa y al terminar le marqué a David y lo cité a las seis en el restaurante del Rose Imperial.

Después fui a mi casa, me bañé, me arreglé y luego fui a la oficina a ver qué pendientes tenía.
A las dos almorcé con María, me alegró mucho verla más tranquila, eso siempre se lo había admirado, no se estancaba mucho tiempo en las emociones, las vivía al máximo y en poco tiempo las hacía a un lado.


Más tarde me dirigí al Rose Imperial, pasé a saludar a Erika y me quedé poco más de una hora hablando con ella y su mamá, estaban tan felices y agradecidas las dos, me alegraba poder contribuir con esos momentos.

Iba saliendo de su habitación cuando el móvil sonó, era un poco temprano para esas llamadas, sin embargo, lo saqué y miré sorprendida el número, una sonrisa se dibujó en mis labios al ver de quien se trataba.

– Hola.
– ¿Estás libre esta noche?
– me sorprendió escuchar su tono sensual y me gustó.
– Sí, te veo en el mismo lugar a las ocho, ¿te parece?
– ¿No podría ser más temprano?, ¿a las 6:30?
– ¿por qué querría verme más temprano?, ¿tendría algo que hacer más tarde?
– Lo siento, me es imposible a esa hora – otra razón más para querer golpear a David.
– Vale, entonces a las ocho – respondió un tanto desilusionada.
– A las ocho, en el lobby, cerca de los ascensores.

Colgué porque se habían abierto las puertas del ascensor y entré, presioné el botón de planta baja y sonreí ante la expectativa del encuentro nocturno, no estaba muy segura si volvería a buscarme y no imaginé que llamara tan temprano, de haberlo sabido hubiera citado a David a la hora del almuerzo, pero pensaba llamarla yo después de terminar de arreglar ese asunto, quería volver a verla antes de ir a pasar el fin de semana a casa de mis padres.

Puntualmente llegó David, me saludó como siempre con su típica sonrisa y un abrazo, evite pegarme mucho a su cuerpo, ya no lo veía con los mismos ojos que antes. Pedimos de cenar y un par de cervezas.

– Que sorpresa Natalia, ¿cuánto tiempo sin verte cómo supiste que estaba en Madrid?
– Todo en esta vida se sabe David, tarde o temprano, no hay nada oculto bajo el sol, por más que uno trate de esconderse
– respondí serio y frío.
– ¿Y cómo van los negocios? – respondió mirándome extrañado.
– Muy bien, ¿y los tuyos?
– Bien, gracias.

Nos llevaron la cena y estuvimos hablando de cosas triviales, le coqueteó descaradamente a la mesera que se sonrojó, yo moví la cabeza reprobatoriamente. Cuando terminamos de cenar abrí el sobre que traía y saqué las fotos, las fui poniendo una a una sobre la mesa.

La expresión de su rostro fue cambiando conforme las veía de sorpresa, a nervios, a vergüenza, a coraje, simplemente no tenía precio verlo así.

– No sabía que habías cambiado a las mujeres, ¿te hartaste después de todas las que tuviste en la universidad?
– No, no las he cambiado – respondió nervioso juntando las fotos, pero lo detuve.
– A mí me importa muy poco con quien te revuelques, sea mujer u hombre, pero, este tipejo abusó y utilizó vilmente a alguien sumamente preciado por mí y eso no se puede quedar así y tú vas a ayudarme, si no quieres que estas fotografías sean distribuidas entre las chicas de la sociedad a la que pertenecemos o peor aún, que lleguen a la editorial de una importante revista de sociales.
– Natalia, no es lo que piensas, no he dejado a las mujeres, me encantan, tú lo sabes, pero, en una fiesta ya con muchos chupitos encima un tipo se me acercó y probé y...
– Ya te dije que eso a mí no me interesa, lo que quiero es que este individuo pague por la canallada que hizo.
– Está bien, ¿qué debo hacer?
– preguntó sintiéndose acorralado.
– Hundirlo, quiero verlo en la cárcel, aprovecha tus encantos y dale confianza, deja que te estafe, porque si no lo sabes, a eso se dedica en la vida, hasta te estoy haciendo un favor – moví la cabeza – después refúndelo en prisión.
– ¿Y por qué no lo hace la persona que mencionas?, yo buscaré las pruebas necesarias.

– Porque no pienso permitir que pase por ese proceso, ya suficiente daño le hizo.
– ¿Se trata de Elena?
– No y no es de tu incumbencia quien sea... tienes tres meses David, o esto saldrá a la luz
– dije determinada en tanto recogía las fotos y las guardaba de nuevo en el sobre.
– De acuerdo, muy pronto estará en prisión.
– Eso espero, buenas noches David.

Desconocidas - Albalia (G!p +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora