70. Celos

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Minutos más tarde nos dirigimos a su casa, accedió a que me quedara a dormir con ella, así que aparqué el coche y subimos. Ambas nos pusimos el pijama, tanto en su casa como en el mío había ropa de las dos, luego nos acostamos, era la primera vez que dormiríamos juntas después de las nuevas reglas y sería un reto grande el no tocarla, así que le di la espalda y abracé la almohada.

No sé cuánto tiempo pasó, no podía dormir teniéndola al lado y sabiendo que no podía hacerla mía, claro que había sido mi idea quedarme a dormir con ella. De pronto sentí su mano acariciar mi abdomen y apreté la almohada, comenzó a besarme el cuello, ¿estaba dispuesta a romper su propia regla?, mi miembro empezó a reaccionar a sus caricias y sus besos, ¿me estaba tentando a propósito? Me giré y me miró, analizándome, acaricié su cabeza y se inclinó para besarme apasionadamente, le correspondí unos instantes y luego subió en mí, definitivamente me estaba torturando, pero no estaba dispuesta a caer en su juego, ella había sido la que había pedido que no hiciéramos el amor y ahora tenía que cumplir su dichosa regla. Tuve que recurrir a recuerdos desagradables de mi vida con tal de reunir todo mi autocontrol y rechazarla.

–Alba, para – dije con un hilo de voz tomándola de los hombros y separándola.
– ¿Por qué?, no me digas que no fue esta la razón para quedarte hoy aquí.
– No, fue para poder llevarte pronto a Toledo, Alba, tú fuiste la que puso las nuevas reglas, no puedo creer que tú misma quieras romperlas.
– Pensé que sería más sencillo
– aclaró acariciándome el pecho con sus dedos.
– Recuerda que dijiste que si rompíamos la tercera regla todo se terminaría.
– Ya me he arrepentido, mejor las olvidamos
– exclamó tratando de besarme.
– Ni de coña vamos, me voy a dormir al sofá – dije sentándome en la cama.
– No, quédate... has pasado la prueba – susurró en mi oído.
– Lo sabía, eres increíble, te gusta verme sufrir.
– Por supuesto que no... perdona mis inseguridades.
– ¿Y por qué no?, si tu perdonaste mis actitudes psicópatas, somos tal para cual
– aseguré acariciándole la nariz con un dedo.
– Eso parece – señaló sonriendo – hasta mañana.
– Hasta mañana.


Me acosté y la abracé, Alba puso su cabeza en mi hombro, finalmente nos quedamos dormidas minutos después. Muy temprano la llevé a Toledo y aproveché el viaje para atender algunos negocios. Volvimos por la noche y le conté otra parte de la historia, se sorprendió al escucharla, jamás se imaginó que mi cuerpo no reaccionara ante una mujer y sonrió satisfecha cuando le aseguré que había sido por ella. La dejé en su casa y después yo me fui a la mía, necesitaba desahogarme luego de su pequeña prueba de la noche anterior, así que en cuanto estuve en mi cama, recurrí, cual típica adolescente, a acariciarme yo misma.

Pasó otra semana en la que no nos vimos por la intensa carga de trabajo que tenía Alba, al menos hablábamos por teléfono y nos mandamos mensajes. El sábado la invité al cine para que se olvidara un poco del estrés del trabajo. Estábamos en la fila para comprar las entradas cuando me dio por girarme y vi casi al final de la fila a María hablando muy animadamente con Issac.

– No puede ser – exclamé muy sorprendida provocando que Alba también se girase.
– No tiene por qué seguir cayéndote mal, yo estoy contigo, él ya es parte de mi pasado – dijo tomándome del mentón para que la mirase a los ojos.
–María se merece a alguien mucho mejor que ese tipo.
–Issac no es malo y ambos se están entendiendo y llevándose bien.
– ¿Tú lo sabías y no me dijiste nada?
– En el evento que te comenté iban juntos, no te dije nada porque María me lo pidió, sabe bien que no lo soportas y quería prepararte antes de decírtelo.
– ¿Así que te aliaste con ella para ocultarme información?, ¿eso no rompe la primera regla?
– Por supuesto que no, la rompería si tú me hubieras preguntado si ellos salían y yo te hubiera respondido que no, el ocultar información no es una mentira, además no podía traicionar la confianza de María ni tampoco era cosa mía decírtelo.
– Siempre logras convencerme y salirte con la tuya
– dije abrazándola y frotando cariñosamente su nariz con la mía.
– El hecho de que las cosas entre él y yo no funcionaran no significa que pasará lo mismo con ella, al parecer tienen muchas cosas en común, tú bien sabes que María tampoco ha sido una blanca palomita.
– ¿Y qué paso con la tal Mimi?
– Ya no vive aquí, se ha mudado de nuevo con sus padres, así que lo suyo terminó.
– Espero que eso sea cierto.
– Por supuesto que lo es, ojala que en un futuro cambié tu opinión sobre él.
– Mientras no la engañe todo estará bien.
– No lo hará, se nota gran empatía entre ambos, María ya me había comentado algo en la boda de Elena.
– Ahora comprendo porque se emocionó tanto cuando le tocó el ramo
.

Después de salir del cine fuimos a cenar y me comentó que el viernes siguiente era la fiesta de la agencia, así que quedé de pasar por ella a las ocho a su casa. Me quedé impresionada cuando la vi salir del edificio, llevaba un vestido morado, largo y recto, de tirantes y con escote en la espalda, el pelo recogido y el collar y los aretes que le había regalado. Me sonrió y nos dimos un ligero beso en los labios, le hice saber lo hermosa que se veía y me respondió que yo también me veía muy guapa. Le abrí la puerta del coche y subió.

Llegamos al lugar del evento, había una gran concurrencia y Alba me estuvo presentando a ciertos invitados, me daba cuenta como se le quedaban viendo algunos hombres, sobre todo mayores, me daban nauseas solo de pensarlo, pero sabía que tenía que no podía decir, tenía que recordar la regla número dos, así que respiraba hondo para evitar cometer o decir una tontería que arruinara la noche y lo último que quería era perjudicar a Alba en su trabajo.

Más tarde un señor la sacó a bailar, ella titubeó, pero finalmente aceptó, ya que era uno de los dueños de la empresa. Yo me bebí de un trago la bebida que traía en la mano, la otra mano la tenía cerrada en un puño mientras los veía bailar en la pista, el sujeto la miraba de manera lujuriosa, pero, ¿es que ella podría ser tan ingenua de no darse cuenta o simplemente lo estaba pasando por alto?

De pronto una chica pasó frente a mí y me sonrió cordialmente, yo le devolví la sonrisa, la chica miró varias veces alrededor y se acercó hacia mi decidida.

– Hola– me dijo mientras se ponía a mi lado.
– Hola – dije parándome frente a ella y sonriéndole normal, sin coqueteos.
– Hola – respondió con otra sonrisa.
– Buena fiesta, ¿verdad?
– Sí, aunque la verdad yo vengo de compromiso, mi padre es uno de los dueños y pretende que en algún futuro yo la dirija, aunque a mí lo que en realidad me gusta es la pintura, pero él no lo entiende y me obligó a estudiar empresariales.
– Que mal, uno debe hacer lo que le gusta en la vida, no lo que otros te impongan, aunque sean tus padres, por cierto, soy Natalia Lacunza, y tú eres...
– dije y le tendí mi mano.
–Larissa Gallegos, mucho gusto – respondió estrechándola – ojala mi padre pensara igual que tú.
– ¿Y quién es tu padre?, por cierto.
– Aquel señor que anda bailando con la chica de morado –
señaló y me di cuenta que era el que bailaba con Alba.
– Mira, que casualidad, la chica con la que baila es mi novia.
– ¿Alba es tu novia?, no me lo hubiera imaginado, por eso no te dije su nombre.
– Así es, vengo con ella
– nos quedamos en silencio unos segundos – ¿quieres bailar? – le propuse finalmente.
– ¿No le molestará a Alba?
– No tiene porque, no tiene nada de malo, además ella también está bailando.
– Ok, pero cualquier cosa, te echaré a ti la culpa.

Asentí con la cabeza, le sonreí y le tendí mi brazo, caminamos a la pista y comenzamos a bailar, de inmediato Alba se dio cuenta y abrió los ojos como platos, lo cual me indicó que los celos la estaban embargando, ella era la que había decidido jugar este juego y poner las reglas, así que ahora le tocaba acatarlas, además que no estaba haciendo nada malo.

Continué bailando con Larissa que estaba un poco nerviosa, pero le dije que se relajara, en tanto yo sentía las miradas asesinas de Alba y cuando nuestros ojos se cruzaban le sonreía sarcásticamente, no podía negar que los celos me estaban carcomiendo por dentro, porque a diferencia de mí con Larissa, ese tipo si tenía otras intenciones con Alba, se la estaba comiendo con los ojos, sin siquiera importarle que su hija estuviera presente en el mismo lugar.

Después que la melodía terminó le di las gracias a Larissa y me acerqué a uno de los camareros para tomar una copa de champagne. Alba se puso frente a mí y me recorrió la mirada con rabia cruzándose de brazos.

– ¿Te diviertes? – preguntó con sarcasmo.
– Igual que tú – respondí con ironía.
– Eres una cínica de mierda Natalia, nunca cambiarás, ¿verdad?
– ¿De qué estás hablando?
– Ay no te hagas la inocente, por favor, te vi con Larissa.
– Sólo estábamos bailando, al igual que tú y su papá.
– Ahora intenta darle la vuelta a las cosas.
– No le estoy dando la vuelta a nada, ¿qué te pasa Alba?
– exclamé seria por su actitud.
– ¿A mí?, nada, yo no era la que estaba coqueteando.
– Pues yo tampoco, eres muy injusta Alba, me pides que no tenga ataques de celos, pero tú sí puedes tenerlos.
– Yo no te he insultado como tú a mí.
– Ya te pedí perdón por eso, estuve a punto de arrodillarme con tal de conseguirlo, ¿ya se te olvidó?
– Pues si no me hubieras insultado en un principio no tendrías que haber hecho eso.
– Ya te he dicho mil veces que estoy arrepentida, acepté tus reglas para demostrarte lo que siento por ti, yo no soy el que tiene dudas en esta relación, porque desde que te conozco no he hecho otra cosa que locuras con tal de estar a tu lado y sé que cometí un grandísimo error al decirte eso en el aeropuerto, pero creo que he hecho cosas mucho más valiosas que al parecer no tomas en cuenta, te he llevado con mi familia en fechas muy especiales, volé media Europa sólo para arreglar las cosas contigo.
– Porque me mentiste, lo hiciste para enmendar tu error, no volaste porque murieras de ganas de verme.
– Claro, yo soy la mala de esta historia y tú una pobre ingenua que se ha dejado embaucar por mí, ¿sabes algo?, ya me cansé de discutir sin sentido contigo.
– ¿Ahora resulta que esto no tiene sentido?
– Pues no, no lo tiene, desde que te conozco sólo he estado con otra mujer porque me di cuenta de que sentía algo más por ti, como para que tú dudes de mí a estas alturas de la relación, encima me exiges cosas que tú no estás dispuesta a dar, aceptaste que las reglas fueran para ambas
– de pronto caí en la cuenta de algo al recordar la noche que dormimos juntas – no me vayas a salir ahora con que esto es otra prueba, porque no sé como reaccione esta vez – se quedó callada y miró al suelo – si esto no funciona será por ti Alba no por mí... no tengo la paciencia.
– Tienes razón Nat, perdóname, no era una prueba, en verdad perdí los estribos, no me gusta verte con otras.
– Tú misma estás rompiendo tus reglas y dijiste que...
– Ssshhh
– puso sus dedos sobre mi boca – no lo digas, sé lo que dije y sé que soy una tonta y una insegura, te prometo que no volverá a pasar.
– ¿En qué momento te has vuelto así Alba?, de las cosas que me gustan de ti es tu seguridad y tu firmeza, ¿qué te está pasando?
– Te quiero demasiado, eso es lo que me está pasando, tú te volviste psicópata, yo insegura
– respondió pasando sus manos por la solapa de mi chaqueta.
– En serio eres increíble Alba – exclamé sonriéndole y moviendo la cabeza – no sé que voy a hacer contigo – agregué tomándola del mentón para levantarle la cara.
– La culpa de todo la tienen las hormonas – argumentó haciendo un puchero.
– Supongo que tendré que acostumbrarme a lidiar con eso.
– Algunas veces... ¿me perdonas?
– ¿Cómo no perdonarte si pones esa carita?
– Aseguré acariciándole la nariz – pero de verdad, no merezco que me hagas estas cosas Alba, no es justo que dudes de mí después de todo lo que he hecho para que estemos juntas.
– Lo sé, mejor ya vámonos para que me sigas contando.
– ¿Segura?, apenas hemos estado un par de horas.
– Sí, no es necesario que estemos más tiempo y lo que ahora me importa más es estar a solas contigo.
– De acuerdo, vámonos.

No hablamos mucho en el camino, creo que cada uno iba analizando lo que había sucedido, me dolía que Alba se pusiera en ese plan, pero también debía entenderla, supongo que no es fácil estar tanto tiempo con la misma persona y un día darte cuenta que ambos tenían a alguien más, algo que quizá jamás habían contemplado y si a eso le aunamos que yo no había sido un santo antes de conocerla, hasta cierto punto era normal su actitud, aunque eso de ponerme pruebas si era una exageración, claro que aún no terminaba de contarle mi versión de los hechos, tal vez cuando lo hiciera se le quitaran los temores y las inseguridades.

Desconocidas - Albalia (G!p +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora