Capítulo XXIV

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Capítulo XXIV

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Capítulo XXIV

Aisha se acercó a la cama de la capitana y alargó una mano pequeña para acariciar la piel fría del rostro de Stephanie. De inmediato, su semblante cambió: sus mejillas recuperaron el color y sus labios se abrieron cuando tomó una profunda bocanada de aire, como si hubiera estado ahogándose. La mujer pestañeó rápidamente, intentando ubicarse en donde estaba. Su cabeza daba vueltas y la brillante luz del cuarto le molestó en los ojos. Lo último que recordaba era la imagen del suelo acercándose vertiginosamente antes de que todo se volviera negro a su alrededor. En ese momento había pensado en Nate, en qué haría él sin ella, pero, ya estaba hecho. Cerró los ojos y se entregó a su destino.

Un sonido a su lado la alertó. Nathaniel se puso de pie de un salto y se acercó a su cama, acariciándole el rostro mientras sonreía amplio y brillante, con el alivio recorriendo cada una de las células de su cuerpo.

─ Hasta que despertaste, Bella Durmiente─ susurró, inclinándose más sobre ella para presionar un largo beso sobre sus labios.

En la puerta, Steve y Natasha los contemplaban, aliviados y felices. Verlos juntos de ese modo seguía siendo extraño, más ahora que sabían que había algo entre ellos, algo que los unía y los empujaba a los brazos del otro. Steve pensó que esos podrían ser ellos y la esperanza hizo un hueco en su corazón, acomodándose ahí mientras miraba disimuladamente a su compañera. Sí, podía ser. Sí, debía ser. Natasha alzó la mirada hacia él y ambos compartieron una sonrisa cómplice. Sin pensarlo demasiado, el capitán rodeó sus hombros con un brazo y la jaló hacia él, dejando un beso en su cabello. La espía se apoyó en él, sin decir nada. Ya luego tendrían tiempo de hablar. Por ahora, se limitaría disfrutar de las mariposas en su estómago por primera vez en su vida.

Steph, por su parte, aún no podía creer que estaba despierta, que había sobrevivido, que su esposo estaba besándola. Sin embargo, ahí estaban, suaves y firmes, dulces y demandantes, como siempre habían sido. Ahí estaban y ella podría seguir disfrutándolos por un largo tiempo. Al momento de separarse del calor de su boca, notó sus ojos brillantes debido a las lágrimas contenidas y alargó una mano para acunar su mejilla cariñosamente, intentando alejar el dolor y el miedo con su caricia, tanto el de él como el suyo propio.

─ Pensé que no volvería a verte...─ dijo, con la voz rota y Nate negó, sonriendo más amplio mientras una lágrima caía por el puente de su nariz.

─ No digas eso. Siempre volverás a mí, me lo prometiste... y yo me casé con una mujer que cumple con su palabra, ¿no es así? ─ Stephanie rio en voz baja, asintiendo suavemente.

Ambos compartieron un nuevo beso y la mujer se estiró hacia él, intentando abrazarse de su cuello. En ese momento notó una punzada en su bajo vientre que la atravesó rápidamente. Se apartó de su esposo, llevándose una mano a la zona, intentando mitigar la sensación. Nate, al ver su gesto, posó su mano sobre la de ella y la acarició lentamente.

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