Texto 89

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Ahí estaba ella, con el pelo suelto que aquella brisa de aire acariciaba nuestras pieles, estaba paseando al lado de ella, me gustaría besarla y poder estrecharla en mis brazos, poder ver su rostro cada mañana bañada por el sol, prometo curarle todos los males, y no permitiré que sus lágrimas sean de tristeza, si no de alegría. Quiero que en un día de nubes negras acompañados por el sonido de la lluvia pueda abrazarla mientras pongo mi mano agarrada a la suya, y que con la otra podamos acariciarnos, o pasear, o leer, o simplemente sostenerla mientras se ríe.

Aunque ya no puedo contenerme poco a poco decido pegarme a ella y e intentar tocar su mano. "Díselo idiota" no paro de repetirme esa palabra. Llegó el momento de despedirse, antes de que la puerta del tren se cierra decido lanzarme y decirle e un último intento:

-Te amo, desde el momento en el que te conocí. Entonces es cuando decirlo robarle un beso. Y ella decide salir del tren para poder fundirse en un beso conmigo. Empezó a llover y decidimos estar en mi casa, ambos compartimos paraguas mientras que el frio nos rodeaba, agarré su mano y caminamos hasta mi casa.

-Sé que no puedo darte nada, peo solo puedo entregarte mi amor.

Simplemente palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora