✨ Im Yeon Sun, era una de las chicas populares, inteligentes y modelo a seguir en la universidad. Tenía el novio perfecto, una familia que la amaba, un mejor amigo que estaría en buenas y malas con ella, además de que todas las mujeres envidiaban su...
—¿Qué demonios te pasa, YoonGi? —Jung Kook preguntó molesto, mientras yo veía la escena divertida.
La pelinegra se puso de pie sin ayuda de nadie y sin rumbo aparente, sólo se perdió de vista. Me sentía victoriosa y más cuando tenía a personas que me apoyaban, ese tal YoonGi y mi prima tenían aquel brillo en sus ojos, pero Jung Kook estaba muy cabreado, le había espantado su gran polvo.
—Apoyo a las muñecas —El hombre que acompañaba a Jung Kook nos apoyó y vaya forma de ganarse mi confianza.
—Sí, pero las denominas calientes, ¿No ves el desastre que provocaron? —Jung Kook acababa de señalarnos con el dedo mentalmente, ¿Qué no se dió cuenta que fue culpa de su ramera?
—Yo no traje a la causante de todo éste desastre, Jung Kook y si me disculpas, voy a bailar con ésta belleza. —Tomó la mano de mi prima muy animado y ella muy extasiada se dejó tocar— Soy Min YoonGi —Se presentó con educación, acercandola poco a poco a su cuerpo.
—Im Seoyeon —Respondió mi prima sin dejar de mirarlo, como si fuese el ser más bonito de todo el planeta tierra.
Que repugnante.
—¿Bailamos? —Sólo esa pregunta bastó para ambos retirarse de dónde estábamos parados hacia la pista de baile.
Miré a Jeon que aún no entendía la situación en la que nos encontrábamos, pero ¿A quién le importaba? Yo vine a divertirme y si él no me sacaba a bailar, buscaría una pareja que lo hiciera. Me alejé de apoco de él, no quería verlo o por lo menos no por ahora, Jeon solamente tenía ojos para la pelinegra que había huído de mí.
Menos mal o tendría en este momento una calva en su cuero cabelludo y no se vería realmente atractiva con un gran mechón faltante en su melena.
Fui nuevamente a la barra, ya me sentía en otro planeta gracias a los efectos del alcohol. El cantinero me vió y me guiñó un ojo, ya sabía exactamente lo que quería tomar y eso me alegraba, por lo menos alguien sí se acordaba de mi.
