Capítulo 25

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Sin duda alguna había muchas razones por la cual el sueño coreano tenía tanta estima por la comunidad internacional. Pero no todo era color de rosa, existían dificultades mayores de las que podías enfrentar en tu país natal. Yo seguía diciendo que tenía suerte, porque pude hacer algunos amigos, amigos que no me dejaron caminar sola; tenía el apoyo de un adulto y el respaldo de Bangtan, que indudablemente fue lo más sorprendente de mi estadía aquí. Sin embargo, habían otros testimonios; por ejemplo, discriminación, rechazo social, inclusive algunos coreanos pensaban que los estudiantes extranjeros eran solo buenos para nada, cuando estar capacitado para estar en una de sus universidades no se trataba de juegos para nosotros, testimonios que sabían a la perfección que eran certeros.

Y eso me hizo retroceder en el tiempo...

Hace muchos años atrás escuchaba k-pop sin saber que así se llamaba, solo sabía por parte de una muy buena amiga que los intérpretes de aquellas melodías tan pegadizas, esas coreografías elaboradas, esos peinados estrafalarios y ese maquillaje ahumado y oscuro eran personas coreanas.

Yo estaba iniciando mi adolescencia, tenía un año en mi colegio nuevo y en los recesos me sentaba con mi amiga llamada Victoria. Mientras convivíamos durante la merienda también compartíamos audífonos, ¿¡y cómo olvidar aquél grupo que me mostró!? La canción era absurdamente contagiosa sin mencionar la coreografía. Fue entonces cuando Super-Junior se volvió el fondo musical de nuestras comidas.

Tiempo más tarde, un año para culminar la secundaria por la presión de la escuela de música, las notas para poder entrar en la universidad y en todo ese trajín, después de no haberla visto por mucho tiempo, volví a encontrarme con Andrea. Para la fecha había dejado de escuchar k-pop porque la persona con la que compartía eso, se había ido.

Me encontraba con Andrea en la escuela de música, escuchábamos música juntas tal como hacíamos a los 9 años volviendo a casa de las clases de canto. Y fue en ese momento que escuché una canción de BTS. Cada cosa hizo que me envolviera más, ya no era solo BTS, era la cultura, la gente, los valores, el idioma.

Mi postulación a la universidad fue aceptada y entré en una carrera que no me apasionaba demasiado al principio, pero tuve la dicha de conocer gente maravillosa, entre ellas conocí a Josh, y era una chica. Ni siquiera recuerdo cómo, pero sé que un día hablábamos del estrés universitario y el tema de la cultura coreana se hizo presente en la conversación, fue cuando me dijo que estudiaba coreano en una Academia.

Deseaba tanto aprender coreano que ese día cuando llegué a la residencia, llamé al pueblito en donde se encontraban mis padres, me llevé una decepción cuando me dijeron que no tenían el dinero para costearlo, entendía que pasábamos por una mala situación económica, pero no me rendí.

Antes de salir de vacaciones, un día como cualquier otro me tocó ir a la universidad. Mientras esperaba ser atendida me distraje viendo la cartelera informativa, que contenía diversos y llamativos anuncios con trabajos oportunidades de estudio en el extranjero y actividades extracurriculares. Justo dentro de todos aquellos papales encontré uno que llamó mi atención. En un momento así no podía creer en las casualidades...

Busqué trabajo como loca, vendí mis objetos de valor, y cuando llegó la hora de la inscripción tenía todo el dinero incluyendo el de todo el primer semestre.

El camino no fue fácil, conocí a una persona muy especial en mi aula que sinceramente extraño mucho, Valentina se encuentra actualmente en Francia. Reprobé muchos exámenes al principio, si Namjoon supiera eso seguro estaría decepcionado de mí, porque como bien saben él es muy exigente. Muchas personas me superaron sin esfuerzo y yo era algo lenta para aprender y memorizar. Cambiar tu forma de pensar es algo difícil de hacer cuando eres adulto.

Alcanzar una Estrella [Kim Namjoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora