Capítulo 30

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Mis maletas estaban junto a la puerta, las de Andrea ya se encontraban abajo. Le eché una última ojeada al interior de la pieza y sonreí para mis adentros. Cerré la puerta y bajé con mis maletas. Le entregué las llaves al señor Park, quien me miró y sacudió su mano cuando estaba montándome en el auto, correspondí su saludo antes de cerrar la puerta del auto.

Aunque había estado llorando días previos a mi partida, hoy no lloraba, aunque me sentía apagada, no podía decir que era tristeza, porque existía una extraña mezcla entre sentir la paz y la guerra dentro de mí.

La nieve caía cuidadosamente desde las alturas bañando las calles, las personas se movían rápido y los autos estacionados estaban camuflados entre el asfalto y la nieve. Internamente, mientras apreciaba las maravillas del país por última vez, me encontraba reorganizándome, también extrañé a mis amigos, el calor de mi hogar y mi casa de estudio. Mientras se tuviera vida, se podía empezar de nuevo o terminar lo que se había empezado.

La ciudad quedaba atrás y el mar se veía mucho más oscuro a través de la ventana, el olor a salitre se colaba por las ventanas. Sonreí, y empezaba a creer que ese afán mío por estar sonriendo era solo una forma de no terminar envuelta en llanto. Mi teléfono comenzó a vibrar y contesté.

—Hija, ¿ya estás en camino? –preguntó.

—Sí, no te preocupes, Andrea y yo ya vamos en camino.

—Perfecto, tu papa está ansioso por regresar. Y estoy feliz de que vengas con nosotros, no más lejos de casa.

—Y-yo... También est-toy feliz de... regresar. –dije sorbiendo mi nariz.

Andrea me miró y yo bajé la mirada. Sabía que mi estabilidad emocional estaba sumamente frágil estos días.

—Qué bueno, hija. Es la mejor decisión que tomaste...

Colgué dejando a mi madre a mitad de la oración, no tenía fuerza de voluntad para fingir felicidad, aunque no pudieran entenderlo, mi sueño era estar aquí, y sabía que las cosas que habían ocurrido en el instituto no se repetirían. Más que eso, había descubierto que amaba a alguien y que si me iba realmente sería el fin de todo.

A veces sentía que mi madre me manipulaba, no sé si era por bien, porque de mi madre no tenía nada malo que decir. Pero muchas veces me sentía presionada por ella para tomar decisiones que no me hacían feliz, sobre todo si aquello tenía un chico de por medio. Ella odiaba verme llorar por alguien, y por eso siempre era tan sobreprotectora. Ella observó la química entre Namjoon y yo aquel día, cuando salí de la rehabilitación, fue entonces que días después impuso la idea de llevarme de vuelta a casa. Acepté creyendo que sí era lo mejor, pero ahora que estaba montada en el burro y no me podía bajar, sabía que no era lo que quería.

Puede que solo me estuviera dejando llevar por mis emociones, y quizás, mamá tenía razón como muchas otras veces.

Andrea me sacó de mi trance, y limpié mi rostro rápidamente, para evitar que mi madre me viera triste. No quería una cantaleta, ni discutir al respecto. Me bajé del auto, y me acerqué a esperar que el conductor sacara las maletas, le entregué su respectivo pago al conductor agregándole una sustanciosa propina. Quería ser generosa. El señor al ver la cantidad en sus manos se sorprendió haciéndome algunas reverencias, sonreí ante el gesto, y le correspondí con una leve inclinación.

Mi teléfono comenzó a vibrar nuevamente, pensé que era mi madre otra vez, por lo que sin ver el remitente, tan solo contesté:

— ¡Ya estamos acá! ¿Cuál es la prisa? El vuelo sale en hora y media, igual tenemos que esperar.

— ¡Oye no tienes que gritarme, en tal caso el que te puede alzar la voz soy yo, mocosa!

—Min Yoongi... Lo siento, estoy muy estresada. Ansío a que esto se acabe pronto. –dije mientras avanzaba con las maletas.

Alcanzar una Estrella [Kim Namjoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora