15- ¿Me gusta?

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Santiago

—Es difícil Don— suspiré — Lucian le dijo mamá— él se quedó impactado.

—Bien, eso puede representar un problema— asentí — Pero ¿Qué es lo que te pasa con ella hijo?— preguntó y por más miedo que tenía, tal vez decirlo en voz alta no me iba a hacer daño.

—Isabella, creo que ella en verdad me gusta y mucho, tanto que no sé cómo reaccionar — él comenzó a reír, en verdad esto no era gracioso, ella no me podía gustar nada bueno podía salir de nosotros.

—No es gracioso Don, estoy hablando enserio — él volvió a reír, cuando estaba por levantarme, él hablo.

—Lo siento hijo, solo que al fin lo admites, es un gran avance— negué

—¿Avance Don? ¿De qué estás hablando?— negué.

—Desde que la viste, no has parado de pensar en ella, obviamente Lucían la ama, pero ¿te has puesto a pensar en cómo actúas cuando la ves?— lo miré sin saber que decir. —Desde la que viste siempre sonríes, además de que está presente en tus temas de conversación, cuando pelean sos la persona más molesta de toda la estación — lo escuché atentamente, no me había dado cuenta de mi actitud.

—Yo...—estaba sin palabras — no tenía idea Don— completé.

—Claro que no, cuando uno está enamorado no ve más allá de sus narices, solo quienes los rodean pueden comprenderlo —se encogió de hombros.

—Pero, no me siento igual que cuando tenía sentimientos por Sara, esto es diferente— negué —Tal vez no me gusta, solo tengo la necesidad de protegerla porque Isaac no está.

—No hay peor ciego que el que no quiere ver Santiago— dijo Don con resignación.

—¿Y si es culpa?— susurré, Don dejó una mano en mi hombro.

—Solo tú debes descubrir qué es, pero cuida de no lastimar a nadie mientras te encuentras con esa respuesta— asentí.

Definitivamente estaba confundido, ¿me gustaba Isabella? Lo más importante ¿por qué me gustaba la hermanita de mi mejor amigo? ¿Ella podría amarme? definitivamente no, Isabella no podía amarme ella me odiaba y además me culpaba por la muerte de Isaac, ella jamás podría sentir algo por mi, no algo bueno, incluso si me perdonaba, había algo que ella nunca me iba a perdonar y eso tal vez era el precio que debía pagar por mis actos.

Isabella

La hora de clases terminó y cómo de costumbre Lucían estaba conmigo, todos los niños se habían ido, y ahí estábamos juntos.

—¿Lucían?— lo llamé y él vino hacia mi.

—¿Si?— preguntó y moví mi mano en el banco para que se sentara a mi lado.

—¿Tu papá te venía a buscar hoy?— pregunté.

—Si, papá dijo que si— respondió mientras me miraba, era un niño súper inteligente.

—Entonces tendremos que esperarlo pequeño— asintió.

—Sip— susurró.

—¿Isabella?— preguntó la directora.

—¿Si? ¿Qué ocurre?— pregunté sin saber qué podía decirme.

—Me gustaría hablar sobre el señor Molina, padre de Lucian— dijo con seriedad.

—Si, claro. Te escucho — asentí, lista para escucharla mientras veía a Lucían jugar.

— He observado que Santiago, el padre del pequeño, no cumple con los horarios del pequeño— explicó.

¿Perdón?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora