33- Te quiero farolito

310 14 14
                                    

Mi familia era mi motor para continuar, pero por qué nunca les dije todo lo que pasé, es algo que me pregunto día a día y tal vez no tenga una respuesta, a veces me convenzo de que ellos podrían preocuparse mucho y hacer locuras con tal de verme bien, pero a su vez tengo la idea en mi mente de que debo resolver todo por mi cuenta, no porque ellos sean malos, sino que creer a un hijo muerto no es fácil para nadie, me tocó crecer un poco más rápido que mis hermanos, no quería que ellos tuvieran que pensar en mi.

Ahora que lo pienso, decirle a mis padres podría ser caótico, no me gusta la idea de preocuparlos, pero ¿y si lo hago? ¿De qué sirve decirles si ya pasó? Con frecuencia quienes son víctimas de abuso, de cualquier índole cree que es mejor no decirlo porque ya pasó y eso puede afectar su ahora, pero no, yo no podía callar esto que me había pasado, del mundo está repleto de parejas tóxicas que nos van apagando día a día, la luz que iluminaba nuestro rostro se va oscureciendo, las restricciones, controles y en algunas situaciones la violencia física hace que creamos que nos merecemos eso, y no es así.

No merecemos que nadie nos agreda por la forma en que nos vestimos o cuál es nuestro círculo de amigos, si quiero salir a tomar un trago o solo no querer que me abrace.

—Llegué Isa— habló papá tocando el timbre, de inmediato me dirigí a la entrada para abrir la puerta.

—Te extrañé papá— dije mientras lo abrazaba, los brazos de papá siempre serían mi lugar en el mundo, si él estaba cerca nada podía arruinarme.

—Tu llamada me tomó por sorpresa— habló mientras yo continuaba con mi cabeza en su hombro —¿Está todo bien farolito?— preguntó.

—Claro que si pa— me separé, no quería preocuparlo aún más.

—¿Dónde está mi nieto?— preguntó y enseguida Lucian apareció en la sala para encontrarse con mi padre.

—¡Abuelo!— exclamó, y en ese momento la sala se llenó de risas, me ignoraron y se dedicaron a jugar por al menos veinte minutos más, mi corazón estaba por explotar de amor.

—Sé que te pasa algo, te conozco muy bien hija— habló papá con cansancio mientras Lucian tomaba agua — No importa lo que sea, voy a estar para vos en todo momento— asentí.

—Lo sé pa, pero no es tan fácil y no me gustaría preocuparte— susurré.

—Estoy preocupado aún cuando no dices nada, sos mi niña y sea lo que sea que esté pasando quiero saberlo, no por imposición— me miró —Quiero que confíes en mi.

—Yo...—negué — solo quiero que sepas que te quiero mucho— sonreí.

—No me voy a quedar con esas últimas palabras, voy a esperar que estés lista para hablarlo— sonrió y asentí.

Mi padre era una de las personas más clamas que había conocido en toda mi vida, él no me presionaba para hablar o qué pasos dar en mi vida, él me acompañaba pero también me aconsejaba, él me hacía pensar las cosas una y otra vez hasta que por mi cuenta tomara la decisión que más que convenía.

—No es fácil papá, tampoco quiero que pienses que es tu culpa porque tampoco fue mía, a veces nos encontramos con personas así y simplemente nos dañan.

—¿Qué? ¿Dónde está Santiago?— preguntó y negué.

—Está trabajando y él no tiene nada que ver en esto, apenas se enteró hace poco, pero siento que debo decirlo, pero por favor no se lo digas a nadie, y menos a mamá —pedí y él asintió.

—No voy a darte detalles, solo quiero que sepas que hace un tiempo atrás estuve en una relación tóxica y por sus acciones terminé en el hospital en varias ocasiones que me encargué de ocultarlo—. Miŕe a los ojos y ví como el rostro de mi padre se había desencajado. —No quiero que creas que algo de esto estaba en tu control, porque no es así, en ese momento eran como vendas que tenía y nadie podía ayudarme.

¿Perdón?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora