30- Volvió

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Isabella

—¿Ahora? —pregunté y asintió —Me están esperando abajo— comenté.

—No voy a demorar, solo decirte algo— sonrió.

—No estoy segura de querer tener esta conversación ahora, voy a casa de mis padres— pasé por un lado pero tomó mi mano antes de alejarme por completo.

—No estaría haciendo esto si no fuera importante Isabella —habló por fin

—¿De qué quieres hablar?— pregunté intrigada.

—Yo, en verdad no sé cómo comenzar a hablar— se encogió de hombros.

—Tal vez podrías explicarme que estás haciendo en el edificio— sugerí.

—Vivo en el piso de arriba, me pareció verte, y en verdad quería hablar con vos, pedirte disculpas— internamente reí por su ocurrencia, era partidaria de la idea de perdonar, pero había situaciones que estaban muy arraigadas en mi corazón, no era fácil.

—¿Qué te hace pensar que las voy a aceptar?— dije con seriedad, y pareció entender mi punto.

—Sé que he sido una persona horrible...— interrumpí.

—¿En serio?— suspiré —En mi recuerdo vos fuiste más que horrible, no encuentro un adjetivo para describirte— negué.

—Estoy arrepentido—su voz no tembló, tal vez me estaba diciendo la verdad, pero yo quería ser egoísta y no saber nada de él.

—¿Acaso sabes lo que es el arrepentimiento?— reí.

—No soy la misma persona que hace unos años, y en verdad cambié, sé que fuí un patán y que no merezco tu perdón, pero si quiero seguir adelante debo hacerlo—negué.

—Nuevamente sos egoísta— lo miré con rabia —Estas esperando un perdón de mi parte para ser feliz, ¿Te olvidas de todo lo que me hiciste?— cuestioné.

—No, no me olvido— respondió inmediatamente.

—Genial, entonces no lo olvides—. dije para salir de ahí lo más rápido posible, mis piernas temblaban ¿Cómo se atrevía a presentarse ante mí? De las personas que prefería no volver a ver en mi vida estaba él, no me gustaba la idea de que estuviera en el mismo edificio, de solo pensarlo mi cuerpo temblaba.

—¿Y tu celular?— preguntó Santiago en cuanto llegué a la camioneta, ¡Qué tonta! no había agarrado el celular.

—No lo encontré— sonreí o por lo menos hice el intento, porque Santiago lo había notado.

—Tal vez lo dejaste en la habitación ¿buscaste bien?— me preguntò y solo pude asentir, mis manos sudaban, verlo me trajo emociones y no muy buenas que digamos. —¿En verdad estás bien?— volvió a preguntar.

—Perfecta— fingí una sonrisa y él comprendió que no quería hablar del tema, en silencio nos dirigimos a casa de mis padres para dejar a Lucian con ellos. Estaría mintiendo si digo que verlo no causó nada en mi, no podía concebir la idea de que él estuviera a tan solo unos metros de distancia, no podía aceptar la idea de quedarme en casa de Santiago cuando él no estaba, ¿Y si él tocaba la puerta? Además, ahora estaba el pequeño y no quería hacer algo que lo lastimara a él, por su seguridad me iba a mantener al margen.

—Sé que pasó algo allí— susurró Santiago — pero voy a esperar a que estes lista le sonreí. —Gracias— sonreí.

Él pertenece al pasado, de solo pensar en la idea de verlo a diario se me revuelve todo, no quiero tener que verlo día a día, iba a disminuir la frecuencia en la que iba a casa de Santiago. Nadie sabía de su existencia ni el porque lo conocía, si les contara todo no me creerían supongo que debo guardar esto para mi.

¿Perdón?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora