Capítulo siete, parte uno

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Escuche una historia bonita

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Escuche una historia bonita... una historia cuya procedencia me era un enigma. Tal vez en sueños la habia escuchado, quizás era un recuerdo nublado de una existencia pasada, o puede ser que solo la hubiera inventado para darme consuelo y aliviar mi conciencia.

La historia hablaba de una rosa, una hermosa y eterna. Pero no era una rosa cualquiera... era una que habia sido entregada en sacrificio para expiar al mundo de la maldad y la guerra. Fue apartada de su mundo, arrancada del gran rosedal en donde florecía su vida; fue privada de los rayos del sol que la ayudaban a crecer sana, alejada de la tierra fértil y del verde césped que acentuaba la belleza de su intenso color carmesí.
En lugar de todo aquello, fue enviada a un lugar sombrío, carente de vida y en donde todo representaba una amenaza acechante.

Las raíces de la rosa se habían ceñido a las tierras siniestras de un campo de batalla, donde la sangre derramada acrecentaba los mas mordidos temores, y los gritos de auxilio lo profanaban todo.
En aquel valle de la muerte la rosa era la única cosa que representaba pureza, y habia sido enviada ahí como ultimo signo de esperanza y para poder rescatar a las almas perdidas de un sinfín de hombres que se sangraban mutuamente.

La rosa debía reivindicar la armonía, y para ello tenia que hacer que todas aquellas bestias que se debatían a muerte en aquel sucio ambiente, admiraran su belleza, que los corazones de quienes la observaran se deleitarán y conmovieran, y que en lugar de desafiarse a mortales luchas, se unieran para cuidar y proteger sus pétalos de todas las amenazas latentes.
Solo así podría darse el retorno de la paz.

Pero todos los hombres estaban cegados por el odio, desdeñaban la paz y se entregaban al dominio de los sentimientos malignos que dirigían el curso de la historia, así que ninguno miro a la rosa.
«Tal vez no eran verdaderamente dignos de ser salvados».

Las batallas empezaron a desarrollarse mas y mas cerca de la dulce flor, que fue herida, magullada y cubrierta de sangre y de lamentos… su belleza moría día a día junto a cada pétalo que se marchitaba y caía rendido ante la idea de que la paz nunca volvería a habitar en la faz de la tierra.

Pero entonces, cuando ya casi todo estaba perdido, la vida de la rosa resurgió de entre las cenizas y los vestigios, y en su tallo empezaron a brotar espinas para que pudiera defenderse de la guerra...

La paz no habia sido devuelta, pero la rosa logro adaptarse al medio hostil que la rodeaba. Y aunque su aspecto ya no estaba dotado de gracia, ahora su belleza radicaba en que ya nadie jamás podría volver a lastimarla.

Una ultima sonrisa le dedique a Margaret antes de abandonar la tiendecilla. —¡Hasta mañana! —vocifere desde la puerta, y respire profundo llenando mis pulmones del aire tan puro de aquella nueva tarde. Hacia un buen tiempo, y las relucientes estrellas comenzaban a arribar el cielo de manera atenuada.

Al límite de lo prohibido (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora