Mentiría si dijese que no intenté alterar la realidad creyendo en que realmente todo terminaría de otra manera. Que no me pasé horas esperando a que Kurt volviera. Que no fantaseé con que en cualquier momento él aparecería, me besaría y me pediría que intentásemos arreglarlo. Que no luché incansablemente por convencerme de que todo había sido un fatal error y que comenzaríamos de cero.
Incluso puede resultar ridículo la cantidad de tiempo que se consumió en el reloj de la sala mientras yo solo me concentraba en las posibilidades, y en cosas que en realidad nunca llegaron a suceder. En que fui en contra de toda lógica porque ella me indicaba que lo mas razonable era procesar todo, volver sobre lo que había sucedido y aceptar lo que había pasado. Lo que nos había pasado.
Quizás fue ese miedo lo que me hizo guardar la compostura en un principio, anclándome en un estado de negación. Eso y que creía conocer a Kurt lo suficiente como para sujetarme a la creencia de que volvería como tantas veces lo había hecho, de que no nos dejaría por la mitad.
Tal vez estaba demasiado acostumbrada a eso: a que volviera, a que reparara incluso los errores que yo cometía… no podía imaginarme aceptando que sería diferente esta vez, que simplemente él había tenido demasiado y que aquella mañana sería una que yo lamentaría por mucho tiempo.Por eso no lo hice; no asumí la responsabilidad de lo lejos que había llegado en esa ocasión. Y por eso, justamente, sequé mis lágrimas y me dediqué a esperar con paciencia, ahorrándome todas y cada una de las muestras de agonía a las que en condiciones normales habría dado rienda suelta.
Fue alrededor del mediodía cuando esa paciencia empezó a disolverse de a poco, lentamente y en oposición a los latidos de mi corazón, cuyo ritmo empezaba a fundirse con una sensación de vértigo que crecía a medida que avanzaban las horas.
Es curioso cuando te encuentras a la espera de algo que realmente ya presientes de alguna manera, de algo cuyo desenlace anticipas desde el fondo de tu corazón, porque en esas ocasiones aferrarse resulta mucho mas… practico. Te aferras a cualquier mínima posibilidad, a cualquier excusa que sirva de amarré para sujetarte a la esperanza de que esa confirmación no llegara en realidad. Dejas de buscarle un sentido a todo y simplemente tomas cada posibilidad como una potencial validación.
Creo que de no haber estado desesperada no me habría convencido de que aquella reunión que Kurt había mencionado en la mañana era el motivo de su interminable ausencia.
El razonamiento que daba sustento a esa convicción era básico en realidad, y se remontaba a la suposición de que la importancia y la protocolaridad de tales eventos fundamentaban que tuviesen una carga horaria considerable.
Tampoco es que Kurt tuviese una rutina marcada. Solo en aquellos últimos días había mantenido una cierta estabilidad en sus horarios, tal vez para aprovechar las libertades que nos ofrecía el hecho de que nadie más que yo estuviese en casa.Aunque no tenia mucha idea respecto a cómo se manejaban los alemanes en aquellas juntas, supongo que a medida que el día avanzó rumbo a la tarde la idea comenzó a desencajar y pronto se desdibujó de mi cabeza, dejando de ser factible. Si bien tenía sentido que una reunión tardara, pero no que tardara tanto.
Fue así como la creencia de que se encontraba demorado por la dichosa reunión pasó a transformarse en otra de las probabilidades extintas en mi lista.
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Al límite de lo prohibido (PAUSADA)
RomanceEl destino los unió en medio de una temible guerra, sin embargo él pertenecía a un mundo y ella a otro, y el curso del tiempo los obligaba a ser rivales. Pero entonces de entre las tinieblas y las ruinas surgió el más puro amor; él abrazó su dolor...