El destino los unió en medio de una temible guerra, sin embargo él pertenecía a un mundo y ella a otro, y el curso del tiempo los obligaba a ser rivales.
Pero entonces de entre las tinieblas y las ruinas surgió el más puro amor; él abrazó su dolor...
----------------------------------------------- Nota: he estado pensando en hacer una playlist en Spotify con las canciones que me inspiraron para escribir esta novela. La música es algo que me ha conectado mucho con la escritura, así que mis capítulos están llenos de ella🥰. Si hay alguna canción en particular que les recuerde a este libro me gustaría que la dejen en los comentarios así pueda agregarla... Sin más, que comience la lectura (*procede a preparar los pañuelos*) -----------------------------------------------
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La noche cayó rápido en una Ámsterdam que había atravesado un día trágico. Todavía no teníamos idea alguna de los sucesos acontecidos, pero sus consecuencias resultaban casi tangibles… Todo se remontaba a la nada más absoluta, el silencio era funesto y la oscuridad parecía comerse cada rincón.
Los disturbios vespertinos habían agotado toda la vitalidad de la ciudad hasta apagar todo lo que transcurrió después. De puertas para afuera el mundo exterior se encontraba sumido en una taciturna desolación, mientras que cada hogar se había convertido en un nuevo mundo. Éramos el principio y el fin de nuestras propias fronteras, de nuestras conciencias y también de nuestros miedos.
Ensordecida por tanto silencio pensé en la guerra y en la forma en la que había demarcado para todos el principio de una nueva vida… una vida limitada y austera, pero también una que parecía no tener fin.
También me detuve a pensar en la idea de un fin.
¿Cuál seria el fin?
Las variables me asustaron y me esperanzaron en igual medida, así que de igual manera procesé cada posibilidad e imaginé escenarios múltiples de lo que podria ser.
Confiaba en que el fin llegaría. Ni siquiera podía pensar en un cuando, pero quería aferrarme firmemente a la creencia de que finalmente llegaría y traería consigo la libertad que por derecho debía ser nuestra. Y sin importar si solo eran maliciosos entramados dispuestos a jugar y a embriagar a mi encarcelado espíritu de una falsa sensación de esperanza, lo mismo me permití fantasear con esa utopía.
Yo seria libre, Kurt seria libre, y nuestras libertades siempre nos llevarían a estar juntos. El fin no podria acabar con el nosotros que habíamos constituido, porque él y yo, nosotros… Nuestro nosotros no tenia fin.
A donde fuera que la vida nos llevase después no importaba si seguíamos siendo un nosotros. Estaba convencida de que mi mundo era él, y el único principio en el cual no quería encontrar ningún fin.
Entre pensamientos vagos la noche fue desperezándose sin prisas… Me había entregado tanto a mis desvaríos que ni siquiera me inmuté de que aún me encontraba frente a mi ventana, aguardando su llegada con paciencia. Para cuando reaccioné, la oscuridad plomiza del cielo opacaba a la tenue luz que escasamente irradiaba la débil luna.
La ventana castañeó cuando fue azotada por una violenta ráfaga de viento, y me removí de a poco volviendo a adquirir conciencia de mi propio ser. Mis manos estaban frías y el resto de mi cuerpo entumecido. El frío gélido reavivó mis sentidos, así que luego de tallar mis ojos, froté mis palmas entre si y resoplé entre ellas para darles calor.
