Donde Bryce está enamorado de la hermana menor de Tayler, pero no pueden estar juntos, porque él es un desastre y ella es menor y demasiado vulnerable para alguien como Bryce Hall.
"No creo que pueda deshacerme de ti, te necesito más de lo que me gu...
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Charlotte
Cerré la puerta a mis espaldas y me apoyé en está, aún con las maletas en cada mano y el pulso acelerado.
Todo el sueño que tenía se había ido, los cafés de Josh habían ayudado, pero imaginarme a Bryce en una celda también habían afectado. Ahora volver a verlo se sentía como si fuese la primera vez y era raro, tomando en cuenta que lo había dejado de ver por menos de un mes, pero se sentía tan distinto, me transmitía demasiada paz y ganas de tenerlo cerca, era como si de pronto toda mi necesidad de él me llenara cada célula del cuerpo.
Avancé con las maletas hacia la cocina para ir a buscar agua, mi cuerpo ya lo pedía a gritos, pero una caja dorada sobre el mesón de la cocina captó inmediatamente mi atención. Dejé las maletas a un lado y me acerqué a abrir la caja, por fuera era igual a la que Tayler me había dado para mi cumpleaños, arriba de la tapa había un sobre, rompí éste y saqué la carta de su interior.
"No podía tomar un vuelo a las bahamas para darte tu regalo, y tampoco esperar a que llegaras para dártelo en persona, porque me pierdo mirándote, Lottie, y contando cada detalle de tu rostro que por más mínimo que sea para mí es una de las tantas maravillas del mundo. Sé que cometí errores por estupidez y miedo propio, pero intento arreglarlo, en verdad lo hago. Feliz cumpleaños, Lottie.
-B."
Sentí una suave presión en el pecho al leer la carta y mis ganas de tirarme a sus brazos fueron demasiadas que me sentí como una ingenua soñadora. Dejé la carta sobre el mesón y abrí la caja, dentro había unas llaves y una pequeña fotografía tipo polaroid, en la cual estaba un auto blanco con un ramo de amapolas rojas en el parabrisas, la fotografía había sido tomada en el patio trasero de la casa.
Sin querer hacerme muchas ilusiones, decidí salir al patio, con las llaves en la mano. Mi respiración prácticamente se detuvo al ver allí el auto, a un lado de la piscina. Las flores estaban marchitas pero seguían en el mismo lugar. Abrí la puerta y me senté en el asiento de conductor, dentro se aspiraba ese dulce aroma a las cosas nuevas, listas para usar.
Jugué con el volante y todos los botones que habían, las palancas también, además de la pantalla que el auto tenía. El maletero era demasiado amplio y al ver los asientos traseros daban ganas de incluso dormir allí.
Sobre el salpicadero había otra nota en un post-it blanco; "no me odies si las flores ya están marchitas". Sonreí y pasé los dedos por sobre la tinta, ya completamente seca, de esas letras que conocía tan a la perfección.
(...)
Bryce
-Toma, ponlos en la mesa. -Rafy me pasó una pila de platos transparentes y señaló hacia la mesa la cual estaba casi totalmente decorada por ella.
