06. El retrato de Cal

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Llamaste con un aplauso a tus compañeros y rápidamente un grupo de personas vestidas de negro y plateado estaba a tu alrededor.

-Chicos, como saben esta es una fiesta importante. Sé que están emocionados por estar rodeados de estrellas, pero les ruego que apelen a su profesionalismo y mantengan la calma. - Todas las cabezas asintieron - Recuerden que su desempeño esta noche va a determinar su futuro en la agencia.

Viste algunos rostros volverse blancos, pero tu rudeza había sido necesaria. Un gran productor de música había confiado en tu empresa para inmortalizar los recuerdos de la fiesta aniversario de su firma.
Era tu primer evento entre gente con tan grande reputación, y aunque la responsabilidad del evento te llenaba de nervios, no fue más que en otras ocasiones. Confiabas en la capacidad de tus compañeros y no dudabas que para el final de la noche habría fotos increíbles. Pero, por primera vez te ponía nerviosa quienes iban a estar del otro lado del lente. Al tratarse de figuras públicas, tu corazón se aceleraba. Habías fotografiado modelos y artistas, pero siempre siguiendo las peticiones de una empresa mayor, pero esta vez tú eras la encargada de todo.
Si a ellos les gustaban tus retratos, posiblemente lo publicarían en redes y tu empresa ganaría un poco más de relevancia. Pero si no era así, y tus fotos quedaban archivadas en la nube, tu autoestima se derrumbaría.

Las luces bajaron, la música comenzó a subir y tú te obligaste a alejar al miedo de tu mente. Recorriste el salón y te alegraste al ver a todos en su lugar. Tus compañeros estaban en la entrada, en el rincón de fotos, esparcidos en las dos barras del lugar y ocultas entre las sombras de la pista de baile.

El plan para la noche era sencillo, los fotografos vestidos de negro tendrían que tomar fotos sin que los invitados lo esperaran y sin interferir en la fluidez de la noche. Por otro lado, los de plateado llevaban ese color para llamar la atención y que la gente los detuviera para sacarles fotos. Tú pertenecías al primer grupo, no por tu capacidad, sino por el gusto que te daba retratar gente con sonrisas reales.

La noche avanzaba y el nerviosismo comenzó a difuminarse gracias al cansancio. Como ocurría luego de tres cambios de tarjeta de memoria, tú y tus compañeros comenzaron a sentir el entumecimiento de brazos y el cansancio de ojos. Les quedaba unas tres horas de trabajo, así que llamaste por celular a la mayoría de los fotógrafos para recordarles que era momento de su descanso. Treinta minutos más tarde fue tu turno y el de tus amigos más cercanos para relajarse. Marcaste cinco números telefónicos y saliste de la fiesta.

Pasaste por la cocina, robaste algunos postres y saliste hacia el estacionamiento de empleados en la tétrica parte trasera del edificio. Repartiste las delicias azucaradas y mientras saboreabas un helado de chocolate te sentaste a descansar sobre la tapa del motor de tu auto.

- Me dí vuelta y tenía a Cara, A LA BENDITA CARA DE LEVINE, sonriendome. Por dios, estaba tan bella. ¡Me dijo dulzura y me abrazó por haberle sacado una miserable foto! Maldita sea, creo que estoy goteando. - Reíste ante la exageración de tu mejor amiga y te quedaste en silencio escuchando las otras anécdotas de tus compañeros.

A tus amigos les habían pedido su número, los habían invitado a tragos y ofrecido besos a lo largo de toda la noche. Pero sufrían por no haber aceptado, eran todas cuestiones que les costarían su trabajo. Estabas cansada y disfrutando de la brisa fresca que la noche te otorgaba, cuando la alarma sonó, tu descanso había llegado a su fin.

Todos entraron al hotel, pero te permitiste estar unos cinco minutos más afuera. Las emociones de la noche habían sido demasiadas y aún no podías superar el miedo inicial. Del baúl volviste a sacar tu equipo y te dirigiste a la fiesta nuevamente.

Sobre la pared había apoyados unos tres chicos fumando, sabías quiénes eran y esa sensación de felicidad y nerviosismo te invadió. Al acercarte sentiste el olor de marihuana y te sorprendiste al ver su belleza tan de cerca.

- ¡Ey! Disculpa, ¿cómo podremos acceder a las fotos? - Volteaste para seguir la voz y te encontraste a Calum, amor de tu miserable vida, Hood, ¡Él estaba hablándote directamente!.

-Como siempre, enviamos una copia de las fotos buenas a quien nos contrata y si alguien nos pide, les enviamos una compilación de los rostros que quieran. -Contestaste haciendo uso de todas tus dotes actorales para simular tranquilidad.

Él rió con un suspiro y preguntó cómo podían contactarte.

-¡Tendrías que haber hablado con cualquiera de nosotros! - La alegría esta vez sí era real, así que con dulzura le extendiste una de las tarjetas de tu agencia, donde estaban las redes y contactos de tu emprendimiento. Él la observó y rió nuevamente.

-Linda, deberías ser más específica, el mail de la empresa no le sirve para sextear.

-Cierra la puta boca, Clifford. - Calum gritó apenas terminó el otro chico, se volteó hacia tí y en un susurro aclaró las cosas. - Solo ignoralo, lo lamento, debe ser el alcohol.

No te fue posible hablar, solo asentiste y le regalaste una sonrisa nerviosa. Sin querer pasar un segundo más con ese sentimiento de humillación entraste corriendo nuevamente.

Poco a poco volviste a encontrar tu ritmo para sacar fotos. Esta vez recorrías el lugar de punta a punta, disparando con tu flash a cualquiera que veías feliz. El pequeño altercado había quedado en el fondo de tus recuerdos, hasta que con tu lente encontraste el rostro de Calum.

Tenía los codos sobre la barra y un vaso repleto de alcohol apoyado en los labios. Parecía sonreirle a la persona frente suyo y sus ojos demostraban la felicidad que sentía. Los destellos de las luces tenues, en contraste con su camisa negra y dorada te regalaron una postal increíble. Disparaste en su dirección y él giró su rostro. Con una sonrisa y el cocktail en alto se detuvo a verte con suma elegancia, volviste a activar el obturador y bajaste la cámara. Con un guiño y una sonrisa le agradeciste por la increíble foto que te había regalado.

Esa pequeña victoria te incentivó a terminar la noche e ir a descansar a tu casa. El día siguiente por la tarde, luego de haber dormido dos horas, seleccionar las fotos decentes y luchar con los presets, enviaron las fotos. Estabas tan agotada que dejaste que una de las chicas que había faltado al evento, se quedara a cargo de responder los mails y publicar el contenido en sus páginas por el resto de la tarde.

Al despertar, tu celular explotaba de notificaciones. La cuenta de tu emprendimiento había sumado cientos de seguidores, al igual que tu cuenta personal. Las publicaciones estaban llenas de likes y comentarios y eso te emocionó, pero tu corazón enloqueció cuando revisaste la sección de las etiquetas. Diferentes artistas habían publicado y halagado las fotos, bajaste por los retratos hasta encontrar el de Calum.

La maravillosa foto de él levantando su bebida estaba allí, la edición estaba intacta y eso te hizo lloriquear. Estuviste por llamar a tu mejor amiga cuando leíste la descripción. "No voy a hacerme el interesante, solo quiero pedir un brindis para quien logró esta maravillosa fotografía". Simplemente dejaste las lágrimas caer y saltaste de felicidad por tu habitación

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NA un año más tarde, gracias por el cariño, en serio

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Imaginas - Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora