53. Anestesia

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     Calum y tú salían hacía apenas meses, era serio, empalagoso y exclusivo. Sin embargo, eran algo reservados entre ustedes para expresar sus sentimientos por el otro. Más de una vez en tu garganta había quemado el "te amo". Era una palabra que significaba demasiado y que te aterraba decir sin recibir respuesta, así que lo resguardabas bien adentro tuyo, lo desmostrabas con acciones y caricias, pero nunca lo habías expresado realmente.

Adoras cada parte de su relación, él te regala noches increíbles de pizza y chocolates frente a hermosas películas, era un plan que compartían casa fin de semana en la intimidad de sus departamentos, ocultos del mundo real, de las cámaras curiosas y de los reyes de la opinión que podrían arruinar su hermoso y creciente romance.

Ese último sábado habían pasado la madrugada bajo las mantas, frente a la saga de Saw, con los ojos semicerrados y el corazón alterado. Pero hacia el final de la tercer película, el rostro de Cal palideció, y no exactamente por el miedo. Sin previo aviso, un dolor en la parte baja de su abdomen lo atacó, y lo hizo ir a esconderse a la cama.

Una vez que la sala volvía a estar ordenada, seguiste sus pasos hasta las habitación. Donde te encontraste con un Calum volando de fiebre, gimiendo del dolor, con el cuerpo empapado de sudor. Aterrada, corriste escaleras abajo por el termómetro y alguna compresa fría para su frente.

— Cal, estás ardiendo. Por favor despierta unos minutos.

— ______ (Tn), tengo fiebre, no puedo tener sexo ahora.

Volteas los ojos, cansada de sus tonterías y solo le das el termómetro. Pequeños segundos pasan y el aparatito marca su temperatura por arriba de los 39°. Aterrada decides que debes hacer algo por ayudar a Calum, así que lo invitas a sentarse en la cama para que puedan ir a la ducha por algo de frescura. Pero en cuanto se endereza sobre su espalda, el flechazo en su estómago se vuelve aún más intenso. Sus dulces ojos brillan por el dolor, su expresión destroza tu alma-

— Tranquilo, Cal. Iremos al hospital

— No quiero, tengo sueño.

— Cal, por favor, estás volando de fiebre, y necesito saber que vas a estar bien.

Finalmente, Cal acepta, y entre el miedo, los gemidos y malabares para mantenerlo de pie, logras subirlo al auto. En el camino llamas a Mali y a los chicos. La hermana de Cal te ruega que luego le envíes el diagnóstico y Ashton, Luke y Mike, te aseguran que van a ir a estar en el hospital antes de que puedas darte cuenta.

La sala de urgencias está repleta de gente, pero los claros síntomas de apendicitis de Cal, hacen que gane un pase VIP al quirófano. Los minutos previos a la operación, el pobre está aterrado, y tú buscas convencerlo (a él y a ti)  de que se trata de una inofensiva intervención, que para los médicos es casi una rutina . Con mucha insistencia logras que él lo crea, justo a tiempo para que lo lleven en la camilla.

No terminas de lamentarte en silencio cuando el ruidoso grupo entra a la sala de espera buscándote, los pones al día sobre la operación de apéndice de tu novio. El tiempo se escurre en el reloj, apenas son conscientes de los breves cuarenta y cinco minutos que tardan los médicos en volver a salir.

Como era de esperarse, todo salió increíblemente bien, y solo deben esperar una hora para poder entrar en la sala con él. Nuevamente, se adueñan del pasillo y entran en cuánto el equipo médico se los autoriza. En la habitación los espera un Calum adormilado, sin brillo en el rostro, pero tranquilo y libre de dolor.

— Así que ya perdiste hasta tu apéndice, hermano. — Ash habla burlón en cuanto los ojos de Cal los reconocen.

— AaaaAastooooN, HERMANO. Estás en pijama! — La mente anestesiada de tu novio hace que forme frases tontas y roncas.— VINISTE A VERME EN PIJAMAA

Imaginas - Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora