Calum termina de abotonarse la camisa y se da el lujo de llenar sus pulmones tranquilamente luego de casi una hora de respiraciones apuradas entre estrofas. Está por ir a buscar una botella de agua, cuando oye a las chicas llegar a la parte de atrás del escenario. Las saluda con dulzura y frente a la oscuridad que le proporcionan sus párpados busca dos minutos de paz entre la calidez mullida del sofá en el pasillo.
Se deleita con los gritos de sus fans e ignora la conversación distraída de sus amigos. La paz, el orgullo y la adrenalina comienzan a escabullirse de puntillas en su mente, cuando una alarma suena y obliga a sus emociones a desaparecer.
— ¿Qué? — Calum salta en su lugar y le exige a Kay que repita sus últimas palabras.
— Dije que debemos buscar un agua para _____ (TN), está abajo, no quiso venir — Su voz suena dulzona, alegre. Pero para Calum tu nombre es un brebaje espeso difícil de digerir
Su cuerpo tiembla y el escenario deja de ser un espacio seguro para él. Saber que estás allí, a unos pocos metros de distancia, pero a kilómetros de sus brazos, lo destroza.
— Chicos, deben volver al escenario ¡AHORA! — El grito imperativo de su productor retumba en su cabeza, pero como si se tratara de un sonidito molesto, Calum lo ignora por completo.
Las prendas relucían en sus cuerpos, la luces ya estaban encendidas, el público aullaba, todo auguraba un show increíble. Pero detrás de la escena tres personas quedaron completamente heladas tras la exploción de confeti. No fue el ruido, no fueron los cientos de papelitos que enloquecieron a las almas enamoradas. Lo que detuvo el tiempo en ese estrecho pasillo fue una lágrima que cayó en silencio por la mejilla de Calum, pero que hizo un destrozo demoledor en la mente de Crystal y Michael.
— Vuelve con ella. — El un susurro cálido de Mickey derrite el asombro de su prometida y acurruca a su amigo
Crystal se mueve por los pasillos de manera lenta, atropellada, como si fuera una bailarina cuerda a la que le quedan unas pocas vueltas en su cajita musical. Si su piel fuera porcelana se quebraría por la fuerza estoica con la que cierra los ojos. Está completamente arrepentida, pero ahora ya nada de lo que pudiera llegar a hacer puede reparar el daño que sus pasos habían causado. Ya había movido sus cuerdas y había bailado tan mal, que se había llevado puestos a dos corazones con sus zancadas erráticas y egoístas.
Uno de esos corazones destrozados exponía sus vulnerabilidades entre los brazos de su amigo. Habían pasado meses de silencio, pero ese día, tu presencia dijo más de lo que estaban preparados a escuchar.
° ° °
Meses atrás, los cuatro habían firmado un contrato implícito en el que tu nombre estaba prohibido. Pero todos querían saber qué había ocurrido cuando un Calum ojeroso, con la voz rasposa y los hombros abatidos había entrado al estudio el lunes por la mañana,
Ninguno soltó su curiosidad frente al chico de los ojos marrones y apagados. Apenas cuando él se escondió en la sala de grabación, sus tres amigos se animaron a hablar. La historia se sabía a medias, cada uno de ellos narró los fragmentos que conocían, algunas partes del relato eran verdad, otras tantas eran vanas invenciones.
Pero había una cosa que sí conocían bien; el final. La historia había terminado con una serie de versos rotos, desgarradores y perdidos que reflejaban el alma destrozada de Calum.
Les llevó apenas horas hacer que esas líneas encajaran entre acordes. Pero les tomó días grabar las voces. Las primeras líneas estaban perfectas, impolutas, afinadas en su medida justa, pero cuando llegaba el momento de entonar la segunda estrofa, las rimas se teñían de dolor, las palabras se atravesaban y las lágrimas las empapaban.
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Imaginas - Calum Hood
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